Poco más de siete años después de nacer, la marca Podemos ya otea su disolución ante la nueva plataforma que prepara la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, para reunir bajo su regazo a toda la izquierda del PSOE. La propia titular de Trabajo ha sido quien ha enfatizado la necesidad de trascender las siglas, consciente de que identificarse plenamente con los morados es una apuesta arriesgada.
Y para muestra, un vacío: Díaz es la gran ausente del cónclave que los morados están celebrando desde el jueves en Rivas Vaciamadrid (Madrid) para “rearmarse” ideológicamente y “ensanchar” su proyecto de cara a los próximos años. El partido, que este jueves en el arranque apenas congregó a cien personas, cerrará las jornadas con un manifiesto y con Pablo Iglesias junto a la nueva secretaria general, Ione Belarra.
El problema es que los últimos resultados electorales del partido son el mejor termómetro para entender la decisión de Díaz de concurrir con una marca que entierre a Podemos. El resultado de las elecciones madrileñas causaron asombro y provocaron un “shock” entre los morados, como reconoce a Vozpópuli un miembro del partido, que explica que desde entonces tienen claro que hay que “sacudir el tablero”.
Y para sacudir la mesa, el cofundador de Podemos Juan Carlos Monedero bendijo este viernes la vía para lograr un frente amplio. Y emplazó a los "victimarios de la unidad de la izquierda" a que no pongan "palos en las ruedas". Aunque no ha detallado quiénes son esos "victimarios", el ideólogo morado dijo que tenía "ira contra los que han roto la unidad de la izquierda".
La noche del 4 de mayo Podemos se dio de bruces con la realidad: ni su partido despierta la ilusión de hace años, ni su ya exlíder, Pablo Iglesias, es capaz de generar ilusión entre los votantes de izquierdas. Pero la victoria de la popular Isabel Díaz Ayuso no abrió un debate que ya estaba muy vivo en Podemos: ¿qué hacer con las siglas?
La anterior dirección ya tenía en la cabeza lavar la imagen de unas siglas
Las fuentes consultadas explican que el partido lleva tiempo discutiendo a nivel interno sobre la idoneidad de cambiar la marca. La anterior dirección, antes del desembarco de Ione Belarra y Lilith Verstrynge por el adiós de Iglesias, ya tenía en la cabeza lavar la imagen de unas siglas que consideran manchadas por los ataques de la prensa, pero también por “errores” propios.
Eso sí, la versión oficial es que a Podemos no le importa perder su nombre y que el partido está al cien por cien con Yolanda Díaz. No obstante, fue Iglesias quien apostó por la vicepresidenta, para quien trabajó como asesor antes de que naciera como Podemos, como la cabeza de lista que tiene que disputar La Moncloa a Pedro Sánchez.
Del asalto a los cielos a diluir la marca
Podemos, que nació para aprovechar la onda de descontento del 15M, se constituyó con un fin muy concreto: “asaltar los cielos”. Es decir, llegar al poder por la vía rápida y derribar por completo lo que llaman el “régimen del 78”. Pero eso no pasó.
Los morados saben que el devenir de estos años les ha cambiado el guion. No lograron su objetivo de ganar las elecciones y sobrepasar al PSOE. Así que les tocó “institucionalizarse” y hacer oposición, mientras les caían algunos escándalos: condenas y traiciones traumáticas.
Al final, la entrada morada en el Ejecutivo les ha recordado que es más fácil ser un 'Pepito Grillo' que gobernar. Aunque durante la Uni de Otoño de Rivas, casi todos los dirigentes morados han repetido el mantra de que si no es por ellos, el Gobierno no hubiera firmado la Ley de vivienda tal y como la ha decretado el Consejo de Ministros. En Podemos se celebra que el PSOE la haya pactado como la victoria de David contra Goliat.
Pese a los esfuerzos morados de capitalizar los avances legislativos del Gobierno, el problema sigue siendo “la pérdida de la marca”, según explica el politólogo José Rama de la Universidad Autónoma de Madrid. La decisión de Díaz “puede responder a los últimos resultados electorales: vascas, catalanas... madrileñas. Sobre todo estas últimas, donde incluso su cara más visible, Pablo Iglesias, se da un tremendo batacazo. Y es Más Madrid quien, con una marca menos conocida, supera a Podemos”, zaja Rama.
Ser secretario de organización de este partido es muy, muy complicado
“Desde el punto de vista electoral, es probable que la marca de Podemos, que fue exitosa en su momento, haya perdido músculo. Y lo que quiere Yolanda Díaz es presentarse como un proyecto que, aunque sea heredero de aquel Podemos, sea diferente, nuevo… Es decir, presentarse como algo novedoso. Y esto le permitiría también poder colaborar con otros grupos, como el de [Íñigo] Errejón e incluso tener una mayor simpatía del PSOE”, explica Javier Lorente, profesor de Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos.
Apartarse de Iglesias
Lo cierto es que hay que hacer una segunda lectura, en clave interna, sobre el movimiento de Díaz para apartarse de Podemos. “Ser secretario de organización de este partido es muy, muy complicado”, según reconoció, en un alarde de honestidad con el auditorio, el consejero estatal de Podemos Roberto Sotomayor, en el arranque de la Uni de Otoño morada. Y ahí está el quid.
“Por un lado va el aparato del partido. Y por otro lado la candidatura de Díaz. E imagino que, organizativamente, la vicepresidenta querrá tener las manos libres. Esos son los dos puntos que pueden explicar el porqué de la plataforma: que sea más rentable un proyecto nuevo desligado de la marca Podemos, que está en horas bajas y tiene menos simpatías, para reforzar la imagen de la líder. Y, a nivel interno, tener las manos libres para que no lo pisoteen su propio proyecto desde dentro”, zanja Lorente.
Eso sí, Díaz no solo intenta alejarse de la marca Podemos, también de Pablo Iglesias. Pese a que ambos tienen una relación muy estrecha, según fuentes del partido, los dos saben que la figura del exlíder morado puede perjudicar las aspiraciones de la vicepresidenta. “Yolanda Díaz intenta alejarse de la imagen de Pablo Iglesias y del rechazo que su tipo de liderazgo despertaba en ciertos sectores de la izquierda. El problema es que la propuesta intenta ser horizontal para aunar las diferentes sensibilidades de la izquierda, pero la propuesta es muy vertical, con un liderazgo que hasta ahora parece ser, como lo era con Iglesias, unipersonal”, explica el politólogo de la Universidad Autónoma de Madrid Guillermo Cordero.
A Podemos le pesa la pérdida de apoyo electoral. Desde los comicios generales de 2015, los morados han perdido votos en casi todas las citas con las urnas. Y cuando algo no funciona, pensarán, es mejor cambiarlo hasta el punto de dejarlo irreconocible.
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