España

Alerta roja en Moncloa: el CIS confirma a Podemos como primera fuerza en intención de voto

El bipartidismo muestra signos de hundimiento. El barómetro del CIS de noviembre sitúa a Podemos ampliamente por encima del PSOE y como el primer partido en la intención directa de voto, por delante del PP.

Susto, alarma e inquietud ayer en Moncloa. El escenario más preocupante puede concretarse el próximo lunes cuando se hagan públicos los resultados finales del barómetro del CIS. El PP se mantiene en cabeza en cuanto a estimación o identificación de los electores, en tanto que, en este apartado, Podemos supera ya ampliamente al PSOE, de acuerdo con los trascendidos que circulaban ayer por los despachos del PP. Pero el dato más singular es la intención directa del voto: Podemos se sitúa ya como primera fuerza, levemente por encima de las dos grandes formaciones del país, de acuerdo con estas estimaciones, todavía prematuras y a la espera de la confirmación definitiva. Dirigentes del partido en el Gobierno mostraban enorme preocupación por estos datos, incrédulos aún ante la posibilidad de que se haga realidad estos primeros comentarios.

El ébola y las tarjetas

El caso de las tarjetas negras de Caja Madrid y la nefasta gestión del ébola ha producido este gran cambio en la voluntad de voto del electorado, que se inclina en forma notable hacia la opción que lidera Pablo Iglesias, un partido nacido de la nada hace unos pocos meses, que dio la gran sorpresa en las europeas y que ha experimentado un esprint espectacular en las últimas semanas. Lejos de diluirse, como anunciaban algunos expertos desorientados, se ha consolidado y no ha parado de crecer.

El "efecto Pedro Sánchez" ha resultado nulo, o incluso contraproducente para los socialistas, de acuerdo con el barómetro, que detecta una fuga espectacular del voto socialista hacia las filas de Podemos. Pero el PP tampoco ha logrado mantener la distancia que apuntaba el barómetro de julio, donde todavía aparecía como el partido más votado.

La estrategia del PP se basa en presentarse a las generales con un eslogan electoral sencillo y subliminal: "O nosotros o el caos"

Espectacular cataclismo

Un cimbronazo de nervios recorría el miércoles la columna vertebral de los dos partidos mayoritarios del Parlamento. El recién llegado se hacía con el cetro y la corona, contra algunos pronósticos. Hay que esperar todavía a la 'cocina' del estudio, esto es, esos ajustes en los que se contrastan la intención directa del voto con otros parámetros, como el recuerdo del voto, los segmentos de votantes según el partido o los líderes, y otros apartados de importancia. Así se consigue finalmente la radriografía exacta de la situación. Las primeras impresiones de ayer quedarán matizadas, lo que ayudará a tranquilizar las revueltas aguas. Pero el susto ha sido de enorme impacto.

La estrategia del PP, liderada por Pedro Arriola, se basa en presentarse ante las generales con un eslogan electoral sencillo y subliminal: "O nosotros o el caos". Es decir, el voto del miedo. El planteamiento tradicional de la derecha como refugio del voto conservador. No parece que las cosas vayan a ser así puesto que hay mucho votante del PP que, aunque no cambia de color en su voto, opta por la abstención.

La principal baza que le quedan a los estrategas del PP es intentar movilizar a esta gran masa de descontentos o de escépticos de aquí a unos meses. erá muy difícil enveredar el curso de los acontecimientos, aunque se va aintentar, dicen en el PP. No queda otra. No obstante hay que tener en cuenta este estudio aún no refleja episodios como las últimas actuaciones del juez Ruz, sobre flecos de los casos Bárcenas y Gürtel. Es decir, los casos de Acebes, la campaña de Cospedal y el pago en negro de las reformas de Génova. O, desde luego, la 'trama Púnica' encabezada por Francisco Granados.

Fuentes de Moncloa confirmaban ayer la difícil situación que ofrece el barómetro, en el caso de que finalmente vea la luz tal y como anuncian las primeras versiones. En contra de algunos pronósticos, una fuerza emergente como Podemos de momento no actúa como un factor de rechazo. El partido de Pablo Iglesias goza de un tirón mediático sin precedentes y no ha calado su imagen de formación radical o de extrema izquierda que pretenden transmitir los portavoces del PP.

Hasta ahora se trataba de no hacer frente a Podemos. Es evidente que las cosas han cambiado, que ya no se les puede ignorar

Es posible, según estas fuentes, que el Gobierno se vea en la obligación de alterar radicalmente su estrategia. Hasta ahora se trataba de no hacer frente a Podemos, de hacer como que no existen para no darle carta de naturaleza. Es evidente que las cosas han cambiado, que ya no se puede ignorar lo que se ha convertido no solo en un acontecimiento estrictamente mediático sino, también, en un agente político de primera magnitud. Tan sólo Esperanza Aguirre les plantaba cara, e incluso ha tenido que hacerlo en los tribunales a causa de una querella presentada por esta formación. En el PP, sin embargo, se imponía el silencio.

Los viejos tiempos

También el PSOE ha optado por una actitud similar, hasta el punto de que Pedro Sánchez optaba por ni siquiera pronunciar su nombre y referirse a ellos como las fuerzas 'populistas', sin mayor mención de su enunciado. Susana Díaz, la líder del socialismo andaluz, se sitúa en una posición algo diferente a la de su secretario general. Mucho más ambigüa y menos frontal.

En vísperas de la entrada en un año electoralmente decisivo, todo aparece extremadamente volátil e incierto. Ayer Rajoy y Sánchez protagonizaron una sesión parlamentaria que recordaba a los viejos tiempos: cruce de acusaciones por la corrupción, sin atender al pulso de la calle, al rechazo frontal de la sociedad hacia esta lacra llamada corrupción que, de seguir así las cosas, puede llevarse a las dos fuerzas políticas mayoritarias por delante.

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