Los esfuerzos de la ejecutiva federal del PSOE por encontrar la fórmula con la que frenar el ascenso de Podemos en las encuestas se vieron guiados al principio por la improvisación y, más tarde, por la convicción de que es imposible encontrar una estrategia que sea asumida por las 17 federaciones que agrupan al partido. Después de varios meses de controversia interna, el único punto en el que hay acuerdo es en la conveniencia de criticar las propuestas programáticas de Pablo Iglesias, pero sin ofender a quienes las defienden, ni mucho menos a sus potenciales votantes.
El PSOE andaluz no descarta pactar con Podemos después de las próximas autonómicas
La grieta principal se ha abierto entre la dirección federal del PSOE y la federación andaluza, convencida de que después de las elecciones de mayo el PSOE puede necesitar a grupos afines a Podemos en numerosos ayuntamientos de esta comunidad para desbancar al PP, situación que puede repetirse cuando lleguen los comicios autonómicos si, finalmente, Izquierda Unida suma fuerzas con la organización de Pablo Iglesias. En las filas socialistas hay coincidencia en que todavía es pronto para medir el impacto que puede tener una alianza electoral entre Podemos e IU, aunque la tesis más extendida es que acabará rematando a esta última formación poniendo fin a sus casi 30 años de existencia. Es, precisamente, la que está sosteniendo a Susana Díaz en el Gobierno regional desde septiembre de 2013.
Los socialistas andaluces se oponen a entrar en el cuerpo a cuerpo con el ejército de Pablo Iglesias, al que se niegan a tachar de populista. En cambio, dirigentes regionales de otros territorios apuestan por una ofensiva más agresiva, sobre todo en aquellas circunscripciones donde Podemos ha subido como la espuma como es el caso de Asturias, donde gobierna el PSOE, Madrid, Navarra, Cantabria y Aragón. En estos territorios, la organización de Iglesias ya demostró su empuje en las pasadas elecciones europeas.
Problemas para aunar el mismo discurso
Hay problemas en el PSOE para aunar un solo discurso válido con el que combatir a Podemos y frenar su ascenso en las encuestas y también para digerir en las 17 federaciones el viraje que quiere promover Pedro Sánchez para achicar el espacio abierto a su izquierda. Fuentes socialistas recuerdan el pronóstico que hizo Felipe González ahora hace un año cuando en la presentación del libro “El Liderazgo en Tiempo de Crisis” anticipó que los socialistas podían verse abocados a un liderazgo efímero, a perder la vocación de mayoría y a emprender una excursión a la izquierda de difícil retorno. Alfredo Pérez Rubalcaba estaba sentado entonces todavía en la secretaría general y compartía las mismas preocupaciones que González una vez que comprobó las dificultades para elaborar un “proyecto claro” que se resuma en un discurso sencillo e incorpore prioridades para conectar con las nuevas generaciones.
En la dirección del PSOE se admiten las tensiones internas: "Pedro Sánchez está pisando muchos callos"
Fuentes cercanas al secretario general apuntan que la forma en que Pedro Sánchez está reencauzando el discurso del PSOE es compartido “por la inmensa mayoría de los cuadros del partido” y de la militancia, que fueron los que, en última instancia, auparon a Sánchez a su actual responsabilidad taponando las ambiciones de Eduardo Madina. “Está pisando muchos callos porque no quiere que todo cambie para que todo siga igual, eso genera las lógicas tensiones, pero no pueden interpretarse como que su liderazgo está en peligro”, aseguran estas fuentes.
Otras voces de la dirección recuerdan que la herencia de Rubalcaba no ha sido sencilla. “Nos ha dejado un partido bastante anquilosado, con muchas inercias del pasado y hundido hasta un suelo electoral sin precedentes, un legado que no se puede superar en pocos meses”, aseguran.
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