España

Podemos debate una refundación con nombre y alianzas nuevas por el colapso electoral

Podemos empieza a reflexionar sobre la posibilidad de superar su sigla. El partido que se hizo intérprete de la indignación, la rabia social y el deseo de cambio en enero

Podemos empieza a reflexionar sobre la posibilidad de superar su sigla. El partido que se hizo intérprete de la indignación, la rabia social y el deseo de cambio en enero de 2014, ha entrado en una encrucijada. Algunos dirigentes de la formación creen que se puede salir de ella solo con una “refundación”. Es decir, un cambio de sigla en el corto o medio plazo y de alianzas para reactivar el espacio político. El debate está presente a todos los niveles, mantienen fuentes del partido, e incluso en la dirección de Podemos se habla sobre esa posibilidad, mientras se mira con atención los movimientos de Yolanda Díaz.  

Entre la continuidad y el cambio, el objetivo de Irene Montero, Ione Belarra y los máximos dirigentes de Podemos es aguantar. La máxima lampedusiana de "cambiarlo todo para que nada cambie" se está convirtiendo en fuente de inspiración estratégica. Es por ello que, tras la salida de Pablo Iglesias y el liderazgo de Belarra que tarda en despegar, se ha abierto un debate interno sobre cómo reactivar el electorado y si hay que dar por amortizada la sigla de Unidas Podemos.

No se trata de una operación sencilla, aunque la izquierda tiene amplia experiencia en materia. Se oyen voces, por ejemplo, que apuntan a construir algo parecido a una reedición de Izquierda Unida, pero actualizada. El modelo del “IU 2.0” no convence del todo, aunque sobre la fusión con Podemos empujan tanto Belarra como Enrique Santiago, jefe de facto de IU. Pablo Iglesias ha trabajado mucho en ello y todo apunta a que Irene Montero sega la estela. La única duda atañe el tipo de marca que lanzar.

Sin cuadros ni presencia territorial

La cuestión es demoscópica y de organización. “Las purgas han dejado una precariedad absoluta de cuadros”, reflexiona un miembro de Podemos. Montero y todo su sector consideraba a Iglesias un “tapón” para el crecimiento del partido. Creían que su imagen estaba “desgastada por los medios y las cloacas”, afirman en Podemos. Pero los sondeos están revelando todo lo contrario, y a nivel territorial la formación ya casi no existe.

La hija de Jorge Verstrynge, Lilith, tiene el difícil encargo de reactivar los círculos y los territorios después de las etapas de Pablo Echenique y Alberto Rodríguez. La salida de éste último, como reveló este diario, refleja la pérdida de poder de Rafa Mayoral y cómo la cúpula se va estrechando. Y sobre el papel de Lilith Verstrynge muchos dudan. “Todavía no ha llamado a nadie. El suyo es solo un cargo simbólico, es un reparto de poderes de una organización que no existe. El partido ha muerto”, zanjan dirigentes territoriales de la formación.

Así que la pregunta que sobrevuela el partido es si puede una formación sin líder ni organización sobrevivir. Para muchos, la respuesta es: "no". Montero está intentando dar una vuelta de tuerca con la imagen del partido a tracción femenina. Pero las imágenes de Vistalegre IV, casi sin público, sin ni siquiera un vídeo de apoyo de Iglesias y con algunos ponentes calificados incluso internamente de “estrafalarios”, transmiten una sensación de “fin de ciclo”.

"Todo enfocado al cierre"

“El partido con liderazgos solo femeninos no va a funcionar en un momento de reflujo cultural del feminismo”, zanjan algunos. Reflujo de que, por cierto, incluso sectores de Podemos achacan a las gestiones de la ministra de Igualdad: “El problema no era la imagen de Iglesias, el problema es político, y no lo ven”, agregan.

A nivel mediático, además, Podemos está sufriendo. Belarra no acaba de arrancar, y en el partido reconocen que no tiene el impacto de Iglesias. La semana pasada, por ejemplo, Sánchez anunció los indultos y la bajada del IVA de la luz, ignorando del todo la aportación de los morados. “No hay ningún impacto. Esto está todo enfocado al cierre”.

Yolanda Díaz, salvadora o traidora

Para la “refundación”, Belarra y Montero saben que se deberá abrir el capítulo de las confluencias. En ese ámbito, la dirección de Podemos quiere avanzar en el diálogo con Más País, pero con la condición de un paso al lado de Íñigo Errejón. Errejón es consciente de estas maniobras, y mueve hilos para impedir que se abran esos puentes.

Lucha contra el fuego amigo que proviene de sectores madrileños de su formación, ya en contacto con miembros de Podemos y sobre todo con Yolanda Díaz. Siempre sin gafas, y con un equipo renovado, ha anunciado la salida a venta de su nuevo libro Con Todo, de los años veloces al futuro. Errejón quiere ofrecer una imagen “presidenciable”, marcando un “nuevo ciclo a partir de septiembre, tras el luto de Podemos”, dicen en el partido morado.

En ese delicado equilibrio, la cúpula de Podemos sigue intentando seducir a Yolanda Díaz para que no escuche el canto de sirenas y cuente con los morados si emprende nuevas aventuras. Alrededor de ella pivotará el espacio político de Unidas Podemos. De eso nadie tiene dudas. Aunque el sector de Irene Montero se mantiene en alerta. La dirección quiere que Podemos se incluya en todo tipo de iniciativa. De no ser así, agitarán el fantasma del trotskismo: “Si hacen algo sin Podemos, diremos que son unos traidores”, aseguran. En cuanto a los tiempos, el próximo otoño será clave para cambiarlo todo en el partido que se hizo intérprete del cambio.

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