Cuando Pablo Iglesias eludió contestar este lunes en la Cadena Ser si estaba dolido con Yolanda Díaz, reveló más de lo que dijo. Solo había que leer entre líneas: "No voy a contestar a esa pregunta. Porque no voy a contribuir a generar ningún tipo de titular que perjudique ni a Yolanda ni a la candidatura del cambio ni al frente amplio o como leches se llame". Fue Iglesias en estado puro. No es que no esté dolido, es que no lo quiere decir. Y varias fuentes consultadas en Podemos confirman a este diario la "dolorosa" ruptura entre ambos. No es que se odien. Es que ya no son ni la mitad de amigos que eran. Las cosas están mal.
La relación entre ambos se ha ido deteriorando desde que el exlíder de Podemos abandonó la política y designó a Díaz sucesora sin habérselo pedido y sin testar su decisión a la opinión de la militancia. Iglesias, según ha sabido este diario, se sintió engañado en pleno alboroto por el frente amplio. Y eso no gustó al exjefe morado. La vicepresidenta segunda está decidida a hacer las cosas a su manera. El problema es que Iglesias condiciona día a día desde sus altavoces mediáticos la vida interna del espacio del cambio. Y las fuentes consultadas entienden que la situación entre ambos se haya enrarecido tanto.
La historia de ambos viene de lejos. Iglesias fue asesor de Yolanda Díaz hace una década, cuando la gallega estaba en la cocina de Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), una coalición electoral levantada tras un trato entre una facción del nacionalismo gallego e Izquierda Unida, junto a junto a Xosé Manuel Beirás. Y las cosas salieron bien, porque se situaron como tercera fuerza por detrás de PP y PSOE. Entonces Podemos no existía. Y el liderazgo de Yolanda Díaz estaba por hacer.
Un idilio a la gallega
El idilio entre Iglesias y Díaz se intensificó en aquellos años. La política estaba mutando y muchos miraban al equipo de Beirás como un reflejo del expresidente griego Alexis Tsipras: la Syriza gallega batallaba en el Parlamento autonómico y después, el "referente morado" inventó Podemos y la marea gallega subió tanto que inundó Madrid. La entrada de Díaz en el Congreso en 2015, impulsada por los 408.000 votos de En Marea, la coalición que amarró con Podemos y los nacionalistas de Anova, la volvieron a poner cerca de Iglesias.
La amistad era intensa. Buena muestra de ello es el "te quiero mucho, Yolanda" que Iglesias envió a su móvil vía mensaje cuando el exvicepresidente se apartó de las negociaciones para que Sánchez no tuviera excusa y se decidiera a armar la coalición. "No pienso ser nada si tú no estás en esto. ¿Te enteras? Jamás", le escribió antes Yolanda Díaz.
Otro tiempo. Otro mundo. Ahora, Iglesias vive con la amargura de ver cómo su partido está siendo arrinconado por el resto de fuerzas del cambio. Y, además, con la aquiescencia por Yolanda Díaz, porque ella es la primera que ha decidido separarse de la marca Podemos. El exlíder morado puso en la radio voz a sus sentimientos y a los de sus compañeros morados: "injusticia y humillación", porque Izquierda Unida se apoyó en la escisión de Podemos, Más País, para no apoyar al candidato morado, el guardia civil, diputado por Cádiz, Juan Antonio Delgado.
La mano de Díaz
Y claro, que la hoy lideresa morada en el Gobierno, en palabras del propio Iglesias, interviniera "en el último momento [de la conformación del frente amplio]" y dijera: "Yo digo que la candidata tiene que ser la de Izquierda Unida", no contribuyó a mejorar las relaciones. Porque sí, Díaz se metió en la cocina andaluza aunque se haya esmerado en decir que ella no impuso nada y que dio autonomía a los partidos. Por eso, que la titular de Trabajo se desvinculara este martes del lío andaluz sentó muy mal en amplios sectores morados, porque la ven corresponsable del mal rollo. También a Iglesias.
Y eso escuece mucho, claro, porque el exvicepresidente, como se encargó de recordar, fue el primero que decidió aliarse con Izquierda Unida y concurrir con los de Alberto Garzón en 2016 tras su éxito electoral del 20 de diciembre de 2015 y muchos desaires previos de Izquierda Unida, un partido que vino a decir a un grupo de jóvenes académicos que no sabían nada de hacer política y campañas.
"Recuerdo las cosas que se dijeron cuando Podemos apostó por llegar a una confluencia con Izquierda Unida. Hubo una escisión en mi partido por eso, porque algunos apostamos por la unidad con Izquierda Unida. ¿Cómo crees que se siente la gente de Podemos cuando ve cómo Izquierda Unida ha pactado con en el partido de Errejón para apoyar a otra candidata? Pues claro que se sienten mal", espetó el exlíder morado.
Valencia sí, Valencia no
Así las cosas, las tensas relaciones entre Iglesias y Díaz alejan a la vicepresidenta segunda de los actos morados. Y para muestra, Valencia. Podemos organiza este fin de semana su particular fiesta de la primavera a la que Yolanda Díaz no acudirá por motivos de agenda. Aunque el siguiente ya tiene hueco reservado en la misma ciudad para compartir cartel junto a Íñigo Errejón y Mónica Oltra en unas jornadas organizadas por la Generalitat valenciana.
La dirigente gallega no se deja ver en ningún acto organizado por Podemos desde el año pasado. Yolanda Díaz fue la gran ausente en octubre del cónclave morado de la Universidad de Otoño que fue el regreso estelar de Pablo Iglesias tras dejar los mandos de la máquina morada.
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