Podemos da a Alberto Garzón por amortizado pese a sus intentos de despegar en los medios. El ministro morado de Consumo lleva toda la semana prodigándose en periódicos y radios para aclarar la polémica sobre la calidad de la carne de las macrogranjas españolas. Pero según ha sabido Vozpópuli, los suyos saben que no tiene futuro y menos en la futura plataforma que pretende armar la vicepresidenta Yolanda Díaz. Por el momento, el entorno de Garzón elude la polémica: "No vamos a hacer especulaciones de ese tipo", zanja.
El sentir entre los morados consultados es que "está muerto". Y eso que no ha perdido la oportunidad de ganar peso mediático tras dos años sin apenas capacidad de influencia por ser el ministro con menos atribuciones de Moncloa. Eso sí, sus compañeros de filas le reconocen una buena comunicación tras el "bulo" de las macrogranjas, pero separan su imagen de la estrategia para darle la vuelta a una polémica que ha puesto patas arriba la campaña de las elecciones autonómicas de Castilla y León.
Es más, la defensa acalorada de Garzón por parte de Díaz, lideresa in pectore del espacio de Unidas Podemos en el Gobierno, no busca salvar al titular de Consumo de la quema pública, sino defender a los suyos y a ella misma de un bombardeo sin precedentes. Lo cierto es que la vicepresidenta segunda considera que a un ministro de su lado no se le puede atacar así y menos si quien ejecuta el tiro de gracia es presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien le desautorizó en una entrevista en la Cadena Ser. Pero Díaz considera a Garzón pasado; una suerte de zombi político que, como ocurre con Podemos, más que sumar, resta.
Salvado por un pacto entre Sánchez e Iglesias
En verdad, lo que salva a Garzón de una destitución es el acuerdo al que llegaron en su día Sánchez y Pablo Iglesias. Pese a que es el presidente quien tiene la prerrogativa de quitar y poner ministros, el exlíder morado pactó con el jefe del Ejecutivo que cualquier cambio en Moncloa que afectara a las cabezas moradas debía ser iniciativa de Unidas Podemos. Así, Iglesias logró garantizar la autonomía de los suyos en el monstruo de la alta política
Más allá de la situación de debilidad en la que ha quedado Garzón, hay quien considera en el espacio de Podemos que el titular de Consumo está aprovechando la polémica de las macrogranjas para poner en valor el peso de Izquierda Unida.
Y justo en un momento en el que el partido, coaligado con los morados, vive en la incertidumbre de no saber qué será de él una vez que Díaz concrete sus alianzas de cara a la plataforma con la que quiere competir electoralmente.
No obstante, hay sectores morados que no ven a su ministro ganando importancia precisamente aunque su entorno vende como un éxito personal que la campaña contra las macrogranjas y a favor de la ganadería extensiva esté recibiendo apoyos entre algunos pequeños ganaderos. Y es que la posición de Garzón en Unidas Podemos va de mal en peor tras el rechazo a encabezar la candidatura en Andalucía, la otra comunidad que adelanta las elecciones este año. Y que se suma al 'no' que dio a presentarse en Madrid.
Dos 'noes' que le comprometen
De esa manera, el líder de Izquierda Unida consigue que su partido siga sin tener un número uno en una lista de la coalición con Unidas Podemos. Es más, desde que los poscomunistas se disolvieron en la amalgama morada, una de las principales reivindicaciones de Garzón era esa: un candidato de IU y no de Podemos o elegido por Podemos a la presidencia de alguna comunidad autónoma. Ahora él ha perdido dos oportunidades de cumplir con su reivindicación.
En cualquier caso, Podemos, según reconocen fuentes moradas de peso, asume que la guerra contra el ministro de Consumo durará hasta las elecciones en Castilla y León. Eso sí, los de Ione Belarra confían en mantener los dos escaños que tienen y lograr uno más el próximo 13 de febrero, cuando las urnas saldrán a la calle para que los castellano y leoneses elijan nuevas Cortes.
Otro asunto que escuece en la izquierda a la izquierda del PSOE que quiere aglutinar Díaz es el papel de Iglesias en toda la polémica de la carne. Los morados han emprendido una feroz campaña contra Sánchez, en parte, guiados por el exlíder del partido, quien acusa a su antiguo jefe de haber hecho algo muy grave —comprar "un bulo"— por electoralismo puro y duro. El problema es que los decibelios de Iglesias comprometen el liderazgo de Díaz y su estilo de comunicación en la coalición. Garzón ha desatado las tensiones internas de un espacio político herido.
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