Segunda jornada del juicio contra Rafael Amargo por vender presuntamente droga de manera "persistente" en su casa del barrio madrileño de Malasaña. El bailaor se ha vuelto a sentar este miércoles en el banquillo de los acusados, junto con el productor Eduardo de Santos y su socio Miguel Ángel Batista, desde donde han podido escuchar el testimonio de varios agentes de Policía, los cuales participaron en las vigilancias realizadas frente a su domicilio, así como aquellos que intervinieron en las escuchas telefónicas.
Los funcionarios han ratificado lo ya declarado por sus compañeros el pasado 8 de marzo y han señalado que Rafael Amargo participó en varias conversaciones telefónicas en las que se hablaba de drogas y el precio de las mismas, así como de los lugares donde poder recoger dichas sustancias. Entre estas escuchas intervenidas, uno de los agentes ha destacado una conversación en la que el bailaor y el productor teatral hablan de alquilar un trastero y convertirlo en una lavandería.
Según ha declarado el policía, ambos querían utilizar este local como punto de distribución. Con la excusa de construir una lavandería para los trajes de las obras de Amargo, utilizarían el local como tapadera para la venta de drogas. "Daban a entender que tenía zonas apartadas, con cajones que daban a zonas comunes, donde tenían bolsitas", ha explicado.
El testigo ha detallado que los investigados manifestaron en varias ocasiones la idoneidad del local encontrado por la ubicación y porque les permitía contactar con los presuntos clientes por teléfono, sin que tuvieran que llamar a un telefonillo. Asimismo, durante estas conversaciones, ambos hicieron especial hincapié en la necesidad de que sus nombres no aparecieran en el contrato de alquiler.
Tras la declaración de los policías presentes en las vigilancias y registros, ha llegado el turno de los conocidos de Amargo, entre los que se han podido escuchar frases como: "¡A muerte con Rafa!". En la misma línea, ha comparecido ante la Sala, Luciana Bongianio, mujer del bailaor, que -enfundada con una chaqueta negra con la frase "Rafael is inocent" en la espalda- ha defendido la inocencia de su marido.
Luciana ha declarado ante los magistrados que las drogas encontradas en la vivienda que compartía el matrimonio eran para consumo propio y no para vender a terceros. Además, ha remarcado que su pareja sufría una gran adicción a varias drogas. "Rafael estaba en tratamiento desde antes que yo le conociera. Tenía picos... unas veces consumía poco y otras demasiado", ha explicado.
Detención y registro de la casa de Rafael Amargo
Luciana ha expuesto sus sensaciones del día que se efectuaron los registros y su posterior detención. La esposa de Amargo ha asegurado que, en un primer momento, pensaba que los iban a dejar libres, ya que pudo escuchar como un oficial le decía a otro: "Aquí no hay nada". Sin embargo, tras terminar el registro los agentes la esposaron y la enviaron hasta la comisaria de Leganitos, según les informaron, "por ser una organización criminal de tráfico de armas".
A las preguntas del Ministerio Fiscal, la testigo ha explicado que el consumo que ella y su marido mantenían en la época de la pandemia, momento en el que se produjeron la mayoría de las vigilancias, era muy alto. "Consumíamos un gramo o gramo y medio cada uno por día", ha añadido. No obstante, ha detallado que su marido ha podido mejorar tras su ingreso en prisión, gracias al tratamiento que está recibiendo por parte de Proyecto Hombre en Soto del Real, versión que han corroborado -por escrito- las dos peritos que siguen la evolución de Amargo en el centro penitenciario.
Problemas psiquiátricos de Eduardo de Santos
Por último, ha entrado en Sala el reconocido forense psiquiátrico, José Cabrera, el cual ha defendido frente a los magistrados que el productor teatral Eduardo de Santos sufre una doble patología que le impide tener una percepción de la realidad cien por cien clara. El especialista ha detallado que el socio del bailaor "tiene una patología dual, es decir, tiene un trastorno grave de dependencia a las drogas y un trastorno límite de la personalidad que sufre desde la infancia".
Según el forense, el consumo de drogas ha agravado un trastorno psicológico que padece desde que era niño, provocándole un daño cerebral que ha derivado en una minusvalía del 44%. "Consumía de una manera desaforada, en ocasiones hasta 3 gramos al día en pipas de agua. Además, este señor presenta un trastorno paranoide, cree que el sistema le persigue", ha sentenciado.
Venta de drogas para financiar obras de teatro
Durante la vista oral del pasado lunes, el inspector jefe del operativo defendió que las sustancias incautadas a Rafael Amargo durante los registros no eran para uso personal, ya que se trataba de "una cantidad excesiva para el consumo propio". De igual manera, el agente apuntó que, tras el análisis de varias conversaciones telefónicas intervenidas a los acusados, pudo acreditarse que Amargo y el productor, Eduardo de Santos, utilizaron la venta de droga para "financiar" la obra teatral Yerma.
"Vimos dos cosas, la primera que Eduardo (de Santos) era el productor de la obra de Yerma, que Eduardo y Rafael estaban haciendo compras conjuntas con el fin de obtener unos beneficios para financiar esa obra", ha declarado el policía. Según su testimonio, sería Eduardo de Santos el encargado de poner el dinero para conseguir la mercancía, debido a que el bailaor no disponía de fondos, situación derivada de varios embargos pendientes.
En esta misma línea, el Ministerio Público mantiene que tanto Amargo como su productor "se venían dedicando de manera concertada y persistente a la distribución de sustancias estupefacientes, entre otras, metanfetamina a terceras personas a cambio de dinero".
La Fiscalía pide nueve años de cárcel para el artista, al igual que para Eduardo de Santos por vender droga de forma "persistente". Para el otro acusado solicita seis años de cárcel por ser un "hombre de confianza" que entregaba la droga a los compradores.
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