La notoria presencia de la Policía Nacional ha fracasado este jueves en su intento de evitar una nueva jornada de aglomeraciones en el barrio de Salamanca de Madrid. La única diferencia con los días anteriores es que la gente que protesta contra el Gobierno despejó el asfalto pero se arremolinó en las aceras.
La actuación de los agentes antidisturbios de la Unidad de Intervención Policial (UIP) apenas transformó la protesta, que continuó en ambos lados de la calle Núñez de Balboa. Los policías, entre desbordados y pasivos, se limitaban a pedir a la gente que no se quedase parada. También insistían en la obligación de respetar los dos metros de distancia, aunque con escaso éxito.
Protesta móvil
La concentración se transformó en una protesta móvil, pero era tal la aglomeración de personas, que era imposible respetar la distancia. Pasados unos minutos la gente, con sus cacerolas, ni si quiera se molestaba en moverse.
Hubo grupos subidos en las jardineras y bancos de las intersecciones con las calles Ayala y Núñez de Balboa. Desde las furgonetas policiales, la UIP apenas se limitaba a pedir por megafonía que se respetase la distancia, pero el ruido de las cacerolas, en la calle y los balcones hacía imposible escuchar los avisos.
Vecinos golpeaban objetos metálicos a un metro de los antidisturbios. Una señora pasó toda la protesta parada golpeando una señal de tráfico. Esa fue la situación al menos entre las 20.30 y las 21.15 horas cuando empezó a marcharse gente.
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