Los investigadores al frente del caso de Alejo Vidal-Quadras van tirando de cada hilo que tienen a su alcance para esclarecer los términos bajo los que se concibió el intento de asesinato. Buena parte de los esfuerzos se centra en la identificación de los sicarios que perpetraron el ataque, uno a pie cubriendo el rostro con un casco y otro aguardando unos metros más abajo en una motocicleta con la que se dieron a la fuga.
Se da por hecho que actuaron a petición de un tercero, que habría pagado una notable cifra de dinero para matar al expolítico español. En base a la experiencia adquirida en otros casos, sospechan que la cifra pactada podría haber rebasado ampliamente el millón de euros.
Fuentes próximas a las pesquisas indican a Vozpópuli que un encargo de estas características podría oscilar entre 1,5 y 1,8 millones de euros. La notoriedad del personaje y la posibilidad de que dispusiera de algún tipo de seguridad son circunstancias que fijarían el precio en esas cifras.
El rastro del dinero que habrían percibido los sicarios sería una pista clave para llegar hasta quien encargó el crimen. No obstante, es habitual que en este tipo de encomiendas se abone la mayor parte de la partida una vez cumplida la misión; un extremo que no se llegó a cumplir en este caso. También se adoptan de seguridad adicionales para blindar la procedencia de los fondos.
Otro de los planteamientos con el que trabajan los investigadores es que los sicarios no tuvieran una experiencia especialmente dilatada en este tipo de delitos. Esta idea viene respaldada por el hecho de que el pistolero descerrajó un único disparo contra Alejo Vidal-Quadras y que abandonó corriendo el lugar de los hechos sin comprobar si había cumplido su objetivo.
Seguimientos a Vidal-Quadras
Según los primeros indicios, un movimiento brusco de cabeza del expolítico español habría propiciado que la bala no impactase directamente contra su cabeza, sino que atravesó su mandíbula. Vidal-Quadras permaneció consciente en todo momento en la calle, apoyado en un contenedor azul de obra, mientras que un joven en camiseta trataba de taponar la herida con una prenda. “¡A ver si van a volver!”, gritó la víctima, al mismo tiempo que manifestaba su desconocimiento absoluto hacia la identidad del agresor.
Los otros datos que manejan los investigadores proceden del testimonio de los testigos, que trasladaron una descripción de la ropa que llevaba en el momento del ataque: pantalón vaquero, chaqueta oscura y casco de moto negro, que tuvo puesto en todo momento antes de alcanzar a su víctima y descerrajarle el disparo.
Aunque algunos de estos detalles puedan parecer difusos, los agentes de Información de la Policía Nacional los utilizan para ir delimitando poco a poco el perfil de los sicarios
El hecho de que fuera directamente a por él en las inmediaciones del portal hace sospechar que los sicarios pudieron haber realizado seguimientos sobre Alejo Vidal-Quadras los días anteriores al intento de asesinato. Las grabaciones de las cámaras de seguridad de la zona -muchos portales presumen de contar con estos dispositivos- podrán aportar algún indicio en este sentido.
A esas evidencias hay que sumar la motocicleta empleada por los dos sicarios, localizada en un polígono de Fuenlabrada a las pocas horas de perpetrar el ataque. Los investigadores estudian la trazabilidad del vehículo, con el objetivo de averiguar la identidad de sus últimos ocupantes.
Aunque algunos de estos detalles puedan parecer difusos, los agentes de Información de la Policía Nacional los utilizan para ir delimitando poco a poco el perfil de los sicarios. Y, de este modo, tratar de llegar al autor intelectual del crimen: los indicios recogidos hasta la fecha apuntalan la hipótesis iraní, con algún grupo afín o próximo al régimen de Teherán, si bien no se descartan otras opciones. La Audiencia Nacional ya se ha hecho cargo del caso.
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