España

Una partida a 'Democracia', el juego de mesa de la "marca España"

Un grupo de amigos ha creado un juego de mesa inspirado en la vida política de nuestro país. El objetivo es ganar las elecciones y mantenerse en el poder utilizando todos los resortes a su alcance. El proyecto se financiará por 'crowdfunding' y es un retrato de algunos de los males del nuestro sistema político, incluida la corrupción. En Vozpópuli hemos sido los primeros en jugar una partida.

"Mi barón utiliza una comisión ilegal, que me da seis puntos, que con estos fondos en Suiza hacen doce, y los uso para comprarme un medio de comunicación y un juez". Esta frase, que pondría a cualquier político camino de la cárcel, es una de las muchas que pueden escucharse durante una partida de ‘D€mocracia’, el juego de mesa desarrollado por tres amigos y que tratará de hacerse realidad dentro de unos días a través de una campaña de financiación colectiva. "El juego consiste en meterse en la piel de un líder de un partido político en una democracia bipartidista y hacer todo lo que sea posible para aguantar en el cargo sin dimitir", explica Miguel Santander, uno de sus creadores.

Es una simulación entre humorística y realista de la democracia española

Cuando Carlos Martín Guevara, Raúl Heredia y él se pusieron a desarrollar la idea del juego hace unos meses (coincidiendo con las primeras informaciones del caso Bárcenas), no imaginaban que les iba a salir una crítica tan ácida al sistema. "Se trata de una simulación entre humorística y realista de la democracia española", asegura Miguel. "En definitiva", bromea, "yo diría que Democracia vendría a ser el juego de mesa de la marca España". El juego consiste en un tablero y una serie de cartas a repartir que otorgan diferentes recursos y capacidades. En esta primera partida somos cinco participantes y se reparten las cartas para ver qué partido político le toca a cada uno. Mario y Diana jugarán por el partido azul, Aitor y nosotros por el partido rojo y Miguel representará en solitario al partido verde.

Objetivos distintos

Mientras los dos partidos mayoritarios deben mantenerse en el poder el máximo de rondas, el objetivo del minoritario es diferente: debe conseguir desgastar a los otros y convertirse en uno de los dos partidos grandes. "Lo divertido es que puedes sobornar a tránsfugas, cambiar la línea editorial de un periódico, hacer montajes, desprestigiar a tu adversario, hacer campañas de imagen para aumentar tu popularidad...", explica Miguel. ¿Las reglas del juego? "Lo vais a asimilar muy rápido", nos dice  medio en broma medio en serio, "porque tienes que fijarte en cómo se haría en la realidad". Y la primera lección desde el otro lado de la mesa es como la vida misma. "Recuerda que somos compañeros de partido", nos dicen, "pero no somos amigos".

"Recuerda que somos compañeros de partido", nos dicen, "pero no somos amigos".

Para jugar la partida hay dos claves, los puntos de popularidad y las comunidades autónomas del tablero, que hay que conquistar para tener más votos en las generales. La popularidad también sirve para disputarse las "primarias" con el compañero de equipo y ver quién es el candidato del partido. Para ganar popularidad uno puede dar discursos, inaugurar un polideportivo o proponer unas olimpiadas. Si uno opta por conseguir dinero con privatizaciones, o si le llevan a juicio, pierde el favor de la ciudadanía.

"Además de barones", explica Miguel, "cada partido puede comprar medios de comunicación para que desprestigien a un rival y puedes comprar jueces, pero solo hay tres en total". Dependiendo de qué jugadores tengan los jueces, o de las cartas que le hayan tocado, el político imputado puede escapar de la condena. En los primeros turnos, la candidata Diana, del partido azul, es sorprendida por un juez con una carta de malversación. "Resulta que tenemos aquí un tesorero que ha malversado", asegura, "pero me libro con esta carta de pruebas eliminadas".

Los detalles del juego están pensados hasta límites hilarantes. Cuando se celebran elecciones hay un debate electoral entre candidatos, y sondeos a pie de urna, y los políticos pueden comprar cartas para su jubilación para que les coloquen en una empresa del sector eléctrico o tener un puestecito de tertuliano. La famosa "puerta giratoria", explican sus creadores. Detrás de cada carta del montón hay un arma para conseguir perpetuarse en el poder. "Campaña de imagen", "pensión vitalicia"... En un momento de la partida,  el partido verde está a punto de perder Galicia en el tablero, pero el jugador esgrime una carta de "inauguración" y recupera su bastión.

La odisea del presidente

Si la popularidad llega a cero, el presidente debe dimitir

Tras las primeras rondas de la partida, Aitor, del partido rojo, se alza con la presidencia del Gobierno. Su objetivo es mantenerse en el puesto a toda costa, mientras el resto de jugadores trata de minar su popularidad. "Si la popularidad llega a cero está obligado a dimitir", explica Miguel. "En esto el juego no es muy realista", se ríe. En medio de una de las rondas, cuando todo va viento en popa para el nuevo presidente, alguien saca una carta que causa una conmoción: "Huelga General". Las comunidades cambian de manos y el escenario político se da la vuelta. "Habéis dejado España hecha unos zorros", bromea Aitor.

A medida que avanza la partida, algún jugador se mete en el papel. "Nuestro partido es el que mejor defiende los intereses de España", proclama uno. "Sois unos trasnochados", argumenta el otro. ¡La gente me adora! - se oye gritar al que gana un territorio. También surgen las típicas comparaciones con la situación real. "Eso que has hecho es una garzonada", "cuidado con la lideresa"... Pero la carta estrella es sin duda la que permite soltar un "¡Y tú más!" al otro jugador, que le devuelve el golpe en los mismo términos.

"Te ríes tanto con esto porque aquí no hay ideologías ni política", comenta Miguel Santander. "Se podría decir que Democracia es el único juego de política donde la política brilla por su ausencia". El equilibrio de fuerzas entre jugadores, tener que luchar con tu propio compañero, vigilar que el minoritario no gane suficiente fuerza o que los periódicos hablen bien de ti, redobla el efecto de estar metido en la lucha política real.

A punto de terminar la partida, el presidente Aitor está contra las cuerdas, ha conseguido un contrato con una editorial para vender sus memorias cuando se retire y ha jugado con la ventaja de tener una televisión pública, pero está al borde de dejar la presidencia. Su popularidad es tan baja que el jugador verde reclama que deje el cargo. Pero, de pronto, el presidente se aferra a una de sus cartas exclusivas. "¡Ajajaja!", se ríe mientras los demás tiran las cartas sobre el tablero. "¿Eso qué es?", preguntamos extrañados. "Acaba de sacar la carta de comparecencia sin preguntas", explica Miguel. "Ha dado un discurso lleno de trampas y no le podemos echar".

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Más información en la página del juego (http://democraciaeljuego.es) donde  se puede reservar para cuando se lance la campaña. En Twiter: @juegodemocracia | En Facebook: http://www.facebook.com/Democraciaeljuego

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