Hace un año, Pedro Sánchez acaba de dimitir de la Secretaría General de su partido -tras unos días de infarto en los que la mitad de su Ejecutiva dimitió y en un Comité Federal que mostró como nunca la ruptura del PSOE- y se pensaba qué hacer con su escaño en el Congreso, que acabó dejando. Hoy, el líder de los socialistas saborea algunos triunfos: el tanto que se ha apuntado al lograr el compromiso del Gobierno con la reforma de la Constitución y el cierre de filas interno en torno a su postura en la crisis catalana, pero también un nuevo mapa territorial en el partido diferente al de aquel 1 de octubre de 2016 y, más aún, a las primarias del 21 de mayo.
Sánchez volvió a Ferraz contra muchos pronósticos y, sobre todo, enfrentado al aparato del partido. Ningún presidente autonómico le apoyaba (aunque la balear Francina Armengol giró en el último momento desde la candidatura de Patxi López a la suya) y sólo tenía el respaldo público de los líderes de las federaciones de Castilla y León y Navarra, Luis Tudanca y María Chivite, y de la presidenta de la Gestora en Galicia, Pilar Cancela. El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, quiso mantenerse neutral, aunque era conocida su preferencia por el madrileño.
Y es que el 21 de mayo tuvo enfrente a las federaciones más numerosas, con la Andalucía de Susana Díaz a la cabeza, rivales durante su primer mandato, pero también a algunos dirigentes que le acompañaron hasta el 1 de octubre pero después le dieron la espalda: los líderes de Euskadi, Idoia Mendia, Madrid, Sara Hernández, y La Rioja, César Luena, apoyaron al tercer candidato en liza, Patxi López.
Dos derrotas de Ferraz en las autonómicas
Y hoy el panorama, una vez concluidos los procesos de primarias autonómicas es diferente. Aunque Sánchez ha sufrido sendas derrotas en la Comunidad Valenciana y Aragón y se mantienen al frente de sus federaciones los presidentes autonómicos que empujaron para su dimisión, a excepción del asturiano Javier Fernández que renunció a presentarse, el entendimiento sólo se da por perdido con Susana Díaz. Además, ha logrado reforzarse apuntándose seis territorios que no tenía en mayo y en los que han ganado sus candidatos: Asturias, Cantabria, Comunidad de Madrid, Murcia, Canarias y La Rioja.
Así las cosas, Ferraz puede sumar ahora hasta 12 federaciones afines, a las que se añade, sin ninguna duda, la Extremadura de Guillermo Fernández-Vara, el 'barón' que más rápidamente se acercó a Sánchez después del 21 de mayo. Elegido para dirigir el Consejo de Política Federal, Sánchez considera al presidente extremeño un hombre de su confianza.
Hasta ese punto no llega su relación con el castellano-manchego Emiliano García-Page, el valenciano Ximo Puig y el aragonés Javier Lambán, aunque es muy diferente a la de su primera etapa. Una muestra es que en las últimas tensiones internas, a cuenta del conflicto en Cataluña, no ha habido ningún cuestionamiento público, ni siquiera un aviso, a las decisiones de Ferraz por parte de los presidentes.
Aunque Ferraz trató de moverles la silla a Puig y a Lambán. Decidió no plantar batalla al presidente de Castilla-La Mancha y se desvinculó de su contrincante en las primarias, el alcalde de Azuqueca de Henares, José Luis Blanco, que levantó la bandera del 'pedrismo' sin su respaldo; pero sí ayudó a los aspirantes alternativos en la Comunidad Valenciana y en Aragón.
La valenciana fue la primera derrota de la nueva dirección federal, el pasado 16 de julio. El presidente de la Generalitat valenciana venció con un 56,7% de los votos al alcalde de Burjassot, Rafael García, que había contado con un apoyo que Ferraz nunca reconoció en público, como después ha ocurrido en el resto de procesos.
Y la segunda tuvo lugar el pasado sábado, cuando Javier Lambán ganó a la exconcejala del Ayuntamiento de Zaragoza Carmen Dueso, la candidata de la dirección federal. De los que han tenido que jugársela en primarias, el de Aragón fue el presidente que sacó menos ventaja a su contrincante: revalidó su cargo con el 54,23% de los apoyos, a pesar de que la alternativa no era todo lo fuerte que Ferraz habría querido. Sánchez quiso que se presentara la diputada Susana Sumelzo, pero no accedió y la candidatura elegida al final no satisfizo a un sector importante del 'pedrismo' en Aragón.
Pese a que Ferraz les plantó cara en primarias, no se espera una nueva etapa de enfrentamiento de Sánchez con los presidentes de Aragón y la Comunidad Valenciana.
Pero, pese a la batalla planteada desde Ferraz, que los presidentes aseguraban no entender porque creían que ponía en cuestión a sus gobiernos, no se vislumbra una nueva etapa de enfrentamiento abierto con Pedro Sánchez. El propio Lambán se ha afanado en dejar claro que la nueva Ejecutiva del PSOE aragonés estará alineada con la dirección federal y la relación con Puig, tensa todavía en el Congreso del que salió su nueva dirección en julio, ha mejorado considerablemente. Ambos se lanzaron mensajes de apoyo el pasado sábado, cuando el secretario general acudió a la Fiesta de la Rosa del PSPV.
El otro contratiempo en los planes de Sánchez en estos procesos internos coincidió con las primarias de Aragón: su candidato preferido en Galicia, el diputado autonómico Juan Díaz Villoslada no logró ser el más votado y el nuevo secretario general gallego es el militante vigués Gonzalo Caballero. Pero, en este caso, se considera un mal menor, ya que Caballero se presentó también como 'pedrista'.
En el resto de territorios, dejando a un lado Andalucía, todo han sido victorias. Los candidatos de Sánchez han ganado en Asturias (Adrián Barbón se impuso al 'javierista' José María Pérez), Cantabria (Pablo Zuloaga batió a la vicepresidenta del Gobierno regional, Eva Díaz Tezanos, e inició una bicefalia muy tormentosa), Canarias (Angel Víctor Torres desbancó a la que había sido vicepresidenta del archipiélago, Patricia Hernández y al exministro Juan Fernando López Aguilar), Madrid (con el 71,77% de votos, el portavoz adjunto en la Asamblea, José Manuel Franco fue el más votado en primarias autonómicas, tras sumar apoyos de todas las sensibilidades), La Rioja (Francisco Ocón, que había sido 'número dos' de César Luena, ganó al 'susanista' Félix Caperos) y Murcia (Diego Conesa ganó en segunda vuelta a la diputada María González Veracruz, que también quería abanderar el 'pedrismo', aunque hizo campaña por Patxi López).
Estas victorias se sumaron a la continuidad de los 'afines' María Chivite y Luis Tudanca, que revalidaron sus cargos sin necesidad de ir a primarias, como también hicieron la presidenta de Baleares y la líder del PSE, Idoia Mendia. Ambas habían hecho campaña por Patxi López (aunque Armengol giró durante la campaña), pero pasado el 21 de mayo han vuelto añadirse a los apoyos del secretario general.
En definitiva, el panorama es muy diferente al que tuvo el primer PSOE de Pedro Sánchez y con el que volvió el pasado 21 de mayo. Aunque caso aparte sigue siendo Andalucía. Allí el líder de los socialistas no consiguió un candidato que se enfrentara a Susana Díaz y después no ha conseguido arrebatar ninguna provincia al 'aparato' de la presidenta.
Y la enemistad se da por irrecuperable. Tanto Sánchez como Díaz guardan las formas, pero es notorio que la hostilidad es mutua y que las chispas pueden saltar en cualquier momento, porque las susceptibilidades siguen a flor de piel. El último conflicto fue hace poco más de dos semanas, cuando el PSOE andaluz votó con Ciudadanos una iniciativa que Ferraz había vetado.
Pese a esto, y a las tensiones en el partido a cuenta de la crisis en Cataluña, Sánchez acaba una semana muy difícil con un éxito que parecía complicado: mantener una posición que satisficiera a todo el partido, desde el PSC al PSOE andaluz. Y con el horizonte de la reforma de la Constitución parece haberlo conseguido. Eso sí, a nadie se le oculta que cuando se abra ese melón, se abrirá un debate en torno al modelo de Estado que el mismo PSOE no ha acabado de cerrar.
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