Política

Ábalos, Lastra y Cerdán: el viaje a la enemistad de los tres del Peugeot que acompañaron a Sánchez

El secretario general del PSOE empezó su camino al liderazgo del partido (y a la presidencia del Gobierno) subido en su coche con el objetivo de desafiar a la vieja guardia socialista

Hay viajes en carretera que se hacen largos; en los que cada kilómetro es como una gota que termina hastiando al más paciente. Pedro Sánchez empezó hace siete años su particular odisea al volante de un Peugeot 407 acompañado de José Luis Ábalos, Adriana Lastra y Santos Cerdán con el objetivo de desafiar a la vieja guardia socialista.

Y lo cierto es que lograron llegar a su destino: la secretaría general del PSOE, tras un proceso traumático de primarias, primero y la presidencia del Gobierno, tras la primera moción de censura exitosa de la democracia, poco después. Pero aquel trayecto dejó muy tocado al grupo de amigos que decidió embarcarse con él en aquella aventura quijotesca. Ninguno de los tres son ya la sombra de lo que fueron. En los tres pesan las rencillas de los días de vino y rosas. Y alguno de ellos lo evidencia en conversación con este diario:

— En política, los amigos… ya sabes.
— ¿Solo en política?

El epílogo de esta novela lo firman José Luis Ábalos y Santos Cerdán. Ambos se han pasado casi una semana hablando por los codos para buscar una salida digna que evitara el desastre de la defenestración del exministro de Transportes. Pero no pudieron encontrarla. Cerdán, que lo fue todo para Ábalos, terminó firmando el expediente de expulsión de su amigo tras comprobar que este no iba a renunciar al acta de diputado tras el estallido del caso Koldo, que tiene en jaque el PSOE por ser la primera bofetada de corrupción de la era Sánchez en Moncloa.

Santos Cerdán camina estos días por el Congreso apesadumbrado. Se nota en su mirada que cada palabra que dice sobre el asunto le duele de verdad. Este lío no es un lío más. No es una fuga cualquiera de una tubería intrascendente. El fontanero jefe de Ferraz puede acabar sumergido por la ola de ver sentado a Ábalos en el extrarradio del Congreso, solo, buscando con mirada desafiante a la dirección de su partido, la misma que le ha expulsado sin que le temblara el pulso. "Espero que los que me quieren echar por la puerta de atrás me puedan mirar a la cara", advirtió el martes en una comparecencia que pasará a la historia de España, porque no hay precedente de alguien que fuera tan poderoso y que terminara tan apestado apenas unos años después.

José Luis Ábalos abraza a Pedro Sánchez el día de la moción de censura a Mariano Rajoy
José Luis Ábalos abraza a Pedro Sánchez el día de la moción de censura a Mariano RajoyEuropa Press

Y eso que el exministro, puede que para rebajar la tensión, insinuó este miércoles que Cerdán no comparte su caída y que no le quedó más remedio que cumplir órdenes del conductor: Pedro Sánchez. Pero no es menos cierto que, aún así, Ábalos se ha sentido traicionado por su colega, entre otras cosas porque fue él quien introdujo a Koldo García Izaguirre al círculo de la nueva estrella del Grupo Mixto. El nombre de Ábalos no aparece en la parte del sumario del caso que ha trascendido. Aunque falta por ver si aparece o no cuando se conozca todo, una vez levantado el secreto y a la espera de que llegue a las partes.

La recaída de Ábalos está siendo dolorosa. En parte, porque, ironías de la vida, está calcando el viaje de Sánchez en 2017: solo contra el poder político: "Siento que me enfrento a todo. Vengo solo en mi coche, no tengo secretaria, no tengo a nadie detrás. Me enfrento a todo el poder político, de una parte y de otra, y lo tengo que hacer solo", dijo a la prensa. Parece increíble que lo dijera la misma persona que hace solo tres años lo era casi todo tras la llegada de Sánchez al poder. Pero es que, qué años. El coche de Sánchez ha ido tan rápido como canta Tracy Chapman en una de las canciones favoritas del propio presidente del Gobierno: fast car.

"Quizás juntos podamos llegar a alguna parte, cualquier lugar es mejor, comenzando desde cero, no teniendo nada que perder, quizás consigamos algo". Seguramente ese estribillo sonó a todo volumen en aquel Peugeot 407 repetidamente e inspirara lo que finalmente lograron. Pero esa canción también habla de lo que pudo ser y no fue. Y el triunvirato del coche del presidente pudo ser un equipo perfecto, pero no lo fue. Porque la amistad rara vez supera el test de estrés del poder. El primer damnificado fue Ábalos, en verano de 2021, cuando una sorpresiva remodelación de gobierno laminó a los principales colaboradores de Pedro Sánchez.

Poco después de un año llegó, en forma de renuncia, la caída de Adriana Lastra -por aquel entonces número dos del partido-, quien nunca terminó de fiarse de Ábalos. Las cosas entre ambos estaban muy tensas. La política asturiana veía en el valenciano a una persona nada dócil, con una capacidad nuclear para arrasarlo todo. Ábalos siempre ha sido un verso suelto.

Pedro Sánchez, Santos Cerdán y Nadia Calviño en el Congreso
Pedro Sánchez, Santos Cerdán y Nadia Calviño en el Congreso

Él mismo se jacta de ello. Nunca ha ocultado lo que piensa a nadie. Tampoco va a hacerlo ahora a sus 64 años. Y eso siempre despertó recelos. Muestra de ello es la resistencia que está ofreciendo en estos momentos como líder de una suerte de aldea 'ábala' en la Carrera de San Jerónimo. Mientras que Ábalos veía en Lastra a una persona tan de partido que era incapaz de salir del recetario socialista, capaz de recitarlo de memoria.

En el año que transcurrió desde la salida de Ábalos de la secretaría de organización del partido a la renuncia de Lastra, en verano de 2022, Santos Cerdán -el reemplazo del exministro de Transportes en Ferraz-, también se enemistó con Lastra. Ambos mantuvieron un tenso pulso por el control del partido. Ella, desde la vicesecretaría general, y él desde organización. La tensión fue creciendo hasta que todo saltó por los aires y Lastra se llevó la peor parte. Porque fue el navarro quien quedó en pie. Fiel, discreto, parco en palabras... El presidente le recompensó y le mantuvo al frente del aparato socialista. Lo que pase en las próximas semanas marcará su futuro y también el del piloto del Peugeot, que desde que vive en Moncloa apenas conduce y lo echa de menos.

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