Política

Alerta máxima en Moncloa por la jugada final de Puigdemont: Sánchez se juega la legislatura

El expresidente catalán no da pista alguna acerca de su regreso. El PSOE espera que todo salga según lo previsto, se celebre la investidura e Illa se haga con los mandos de la Generalitat

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez en el Parlamento Europeo. EFE

La Moncloa está en alerta máxima en pleno mes de agosto. Pedro Sánchez contiene la respiración ante la jugada final de Carles Puigdemont. El presidente del Gobierno y su equipo de colaboradores más estrecho aguardan impacientes el desarrollo, el próximo jueves, de la sesión de investidura del socialista Salvador Illa. El dirigente independentista irrumpirá, según ha expresado él mismo, en el Parlamento catalán para asistir a la sesión. Será un "numerito", según reconocen fuentes de la dirección del PSC, ante el cual los socialistas catalanes quieren mostrar serenidad.

Mientras, Puigdemont no da pista alguna. Ni cómo, ni cuándo entrará por la puerta de la Cámara catalana. Su regreso a España tras siete años prófugo de la Justicia es un bombazo político de inciertas consecuencias que puede hacer descarrilar la legislatura de Pedro Sánchez. Hay varios escenarios encima de la mesa. Y todos pasan por su detención. Precisamente, Junts avisó este martes de que boicoteará la investidura de Illa si un mosso d’esquadra esposa al expresidente para cumplir con la orden de detención del juez Pablo Llarena, quien ya le espera en el Supremo para tomarle declaración. Cabe recordar que el Alto Tribunal considera que el delito de malversación que se le imputa por el procés no es amnistiable.

Lo peor que le puede pasar a Sánchez es que la investidura de su exmnistro de Sanidad salte por los aires y que el acuerdo suscrito entre Moncloa y ERC, pacto fiscal mediante, quede en papel mojado. Si los republicanos sucumben a la presión del independentismo radical y Cataluña se encamina a unas nuevas elecciones este octubre, Sánchez tendrá casi imposible seguir remando. Una nueva campaña lo volará todo y el Gobierno de coalición enfrentará una severa sequía legislativa, puesto que dos de sus aliados capitales en el Congreso son los independentistas catalanes de Junts y ERC, enfrentados entre sí.

De manera que todo lo que no sea que Salvador Illa tome los mandos de la Generalitat será un fracaso y un duro golpe para Sánchez. El líder socialista lleva meses obcecado con hacerse con la pieza catalana. Y poco le importa que él se vea obligado a convocar elecciones si todo se vuelve inestable. Si Illa gobierna, Puigdemont puede tumbarle en Madrid con una cocción a fuego lento. Aunque en Moncloa creen que no le hará caer definitiavmente, al menos, hasta que el futuro judicial del expresidente catalán se despeje.

En cualquier caso, Moncloa espera que tanto Junts como ERC afronten en los próximos meses procesos de renovación internos que sitúen al frente a una nueva generación de dirigentes menos radicales, que puedan pactar con el resto de fuerzas del Congreso. Por todo, algunas fuentes apuntan a la posibilidad, cada vez más real, de que el Gobierno se vea en la necesidad de prorrogar de nuevo los Presupuestos para el año 2025, como adelantó El Español.

La planta noble de Ferraz salió preocupada tras el toque que les dio el expresidente catalán tirando la senda de estabilidad presupuestaria. Poco a poco se extiende el convencimiento de que esta legislatura ya es una auténtica tortura para el PSOE. No porque Puigdemont vaya a derribar a Pedro Sánchez con una moción de censura. Es más, la cúpula del partido piensa que no tiene sentido ese extremo antes de que la amnistía esté atada y bien atada. Pero sí que impedirán toda ley, todo proyecto. "Junts lo volará todo", explica una destacada socialista con cargo institucional. La llave del caos la tiene el expresidente catalán.

Ante ese escenario, en el PSOE se empieza a vislumbrar la posibilidad real de que la salida de la legislatura del callejón sea una nueva convocatoria de elecciones. Moncloa, no obstante, confía en poder evitar la llamada las urnas. Sobre todo, si consigue sacar adelante los Presupuestos que Junts retrasó con un torpedo. El núcleo duro del presidente sabe que un adelanto electoral debe obedecer a un criterio de beneficio político. Y en estos momentos, con Sánchez acorralado, no es buena idea concurrir a unos comicios. Pero no es, desde luego, nada fácil integrar dentro del bloque de investidura a ERC y Junts. Los enemigos íntimos no van a darse tregua. El jueves se verá una vez más.

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