Gran parte del futuro de Pablo Iglesias pasa por lo que decidan los políticos y afiliados andaluces de Podemos e Izquierda Unida. La corriente de los anticapitalistas capitaneada por Teresa Rodríguez y su pareja José María González 'Kichi', ambos muy críticos con la estrategia de Iglesias, exigen al secretario general convocar un nuevo congreso. De celebrarse en los próximos meses, Iglesias podría caer derrotado. Para evitarlo, el líder de Podemos confía en la fusión con IU. Pero necesita que a su vez los militantes andaluces de IU le den el visto bueno a Alberto Garzón cuanto antes. Todos los hilos penden de Andalucía.
El Podemos que anheló cambiar in totum el sistema político español empieza a parecerse cada vez más al PSOE de los últimos años. El peso de Andalucía es ya primordial, como lo fue en el pulso entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, antes de la moción de censura a Mariano Rajoy. Andalucía se ha convertido en uno de los bastiones de Podemos (solo en Cádiz revalidó una de sus alcaldía “del cambio”), pero también uno de sus mayores quebraderos de cabezas.
La corriente crítica andaluza apoya al motín surgido en el resto de territorios contra el tándem Iglesias-Montero. Los críticos de Madrid, el País Vasco, Castilla La Mancha y Aragón, entre otros, piden un cambio de proyecto político que recupere la transversalidad, y si bien se distancian del esquema más cerrado de los anticapitalistas andaluces (izquierda-derecha), tienden puentes para replantear juntos la estructura de Podemos.
Coincidencia sobre Vistalegre III
Esta coincidencia es clave para decidir los equilibrios internos del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos del sábado y forzar a Iglesias a convocar un congreso en tiempos muy reducidos. Esa situación pondría a Iglesias entre la espada y la pared. Y le impedirían avanzar en su plan B: fusionarse con IU para que los militantes del partido de Garzón le brinden apoyo en el Vistalegre III.
El próximo sábado Iglesias buscará una tregua con el sector crítico, como adelantó Vozpópuli. Tenderá la mano a los críticos. Lo hará para ganar tiempo. Asumirá la necesidad de adelantar el congreso, pero se reservará el derecho de decidir la fecha y, sobre todo, pedirá que se supedite al cierre de las negociaciones con Sánchez, que podrían extenderse hasta el próximo septiembre.
El problema IU
Esto le permitirá respirar y seguir buscando el apoyo de IU. Si bien Enrique Santiago, líder del PCE, apuesta por una fusión inmediata con Podemos, el caso de Garzón, coordinador de IU es diferente. “Garzón necesita los votos y la aprobación de los andaluces. Sin ellos se enfrentaría a una reunión interna en la que podría quedar en minoría y perder el control de la sigla IU”, resumen fuentes del partido.
Antonio Maíllo, coordinador de IU Andalucía, es de hecho la segunda pieza clave en el futuro de Iglesias. Maíllo se decanta por incrementar la autonomía de su federación de la matriz madrileña y se suele alinear a Adelante Andalucía (la marca de Podemos en la región). Por ejemplo en recalcar que el modelo andaluz es el "proceso de confluencia con mejores resultados" a nivel nacional, donde ha quedado primera fuerza política en 64 municipios. Pero sobre el pulso a Iglesias y los rumores de fusiones IU-Podemos está aguardando silencio.
El reloj de Podemos corre rápido. Quedan pocas horas para la cumbre del sábado. A la última de hace un mes los andaluces no acudieron. Pero esta vez sí irán. Y si se enrocan, obligando a votar la celebración de un congreso con fecha preestablecida, se complicará la situación para Iglesias y Montero. Aquel tic-tac que desde la Puerta del Sol debía marcar los minutos finales del bipartidismo parece ahora resonar en la cabeza de Iglesias como una pesadilla.
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