Más de 40 casos de sarampión en Madrid y Guadalajara. Otra veintena en Cataluña. Un brote de paperas en la Escuela de Ingeniería (ICAI) de la Universidad Pontificia Comillas en abril y, en mayo, otro brote en un instituto de Zamora. A principios de año, 12 trabajadores de un matadero de Zaragoza contrajeron rubeola. El auge de los 'antivacunas' provoca rebrotes de enfermedades que estaban prácticamente erradicadas en Europa. Aunque con mucha menos incidencia que otros países, España también se ve amenazada.
En los dos primeros meses de 2019 se han contabilizado más de 34.300 nuevos casos de sarampión en todo el continente, según la Organización Mundial de la Salud. La mayoría de ellos se han dado en Ucrania. Ya en 2018 la organización alertó de "un aumento sin precedentes" en el número de personas infectadas por enfermedades prevenibles y para las que existe vacunación.
En los dos primeros meses de 2019 se han contabilizado más de 34.300 nuevos casos de sarampión en todo el continente, según la OMS
El año pasado se registraron 83.540 casos de sarampión y 74 muertes. Las cifras triplican los 25.869 casos y 42 muertes de 2017 y son hasta 15 veces superiores a los 5.273 casos y 13 muertes de 2016. Según los datos del Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC), de diciembre de 2017 a noviembre de 2018, hubo 35 fallecidos a causa de este virus infeccioso y se concentraron en Rumanía (23), Italia (7), Francia (3) y Grecia (2). El año anterior murieron 34, repartidos entre Rumanía (23), Italia (4), Grecia (2) y uno en Bulgaria, Francia, Alemania, Portugal y España.
Las causas que han provocado los rebrotes a nivel mundial difieren de unas regiones a otras. Sin embargo, en Europa y Estados Unidos los profesionales sanitarios suelen atribuirlo al crecimiento del movimiento 'antivacunas', un fenómeno propio de países desarrollados. En España es mínimo, pero tampoco se libra de la tendencia a no inmunizar a los hijos ni a sus mascotas.
Debate "occidental"
"El debate en torno a las vacunas solo se da en Occidente. Llevamos décadas sin ver epidemias de ciertas enfermedades y la sensación de que no hay riesgo de contraerlas es mayor. En África, donde ven casos diariamente, no hay debate alguno", considera Manuel Linares Rufo, coordinador nacional del Grupo de Trabajo de Infecciosas, Medicina Tropical y del Viajero de Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen).
Cuando Louis Pasteur experimentaba con el virus de la rabia también le montaban motines"
Linares recuerda que el 'movimiento antivacunas' no es nuevo. "Cuando Louis Pasteur experimentaba con el virus de la rabia también le montaban motines". De hecho, la "teoría de microbiana de la enfermedad" de Pasteur fue muy controvertida, entre otras razones porque el bacteriólogo francés no era médico, sino químico. "Ahora los antivacunas sostienen sus argumentos en fake news, como estudios falsos que relacionan las vacunas con el autismo, por ejemplo", dice.
"En España la comunidad 'antivacunas' es anecdótica y está asociada a perfiles naturistas. No existe la obligación de vacunar, como sí existe en otros países como Argentina, pero algunas comunidades ya están tomando medidas como la exigencia de cartillas de vacunación en guarderías . Al fin y al cabo es un deber de la ciudadanía y, aunque periódicos, se están dando casos de tétano, sarampión y rubeola", señala.
Causas biológicas
El jefe del servicio de Microbiología e Inmunología del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, Raúl Ortiz de Lejarazu, explica que el aumento de algunas enfermedades infecciosas y muy contagiosas se debe también a la misma biología. "El sarampión, por ejemplo, requiere una cobertura vacunal muy alta, por encima del 95%. Si no se llega a ese porcentaje, habrá una mayor acumulación de población susceptible. Los 'antivacunas' no son la principal causa de las epidemias pero contribuyen a que el porcentaje de personas desprotegidas suba", apunta.
De acuerdo al microbiólogo, que es miembro de miembro de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), cada año se acumula población susceptible, es decir, personas que no están protegidas contra el virus por diversos motivos: bien porque no se protegieron contra esa enfermedad o bien porque, por algún motivo, se vacunaron pero no lograron desarrollar anticuerpos.
En algunas personas se puede producir un agotamiento de la enfermedad por lo que es probable que se necesiten dosis de recuerdo"
"En algunas personas se puede producir un agotamiento de la enfermedad por lo que es probable que se necesiten dosis de recuerdo", opina Ortiz de Lejarazu. Con respecto al movimiento 'antivacunas' asegura que es más propio de países anglosajones, aunque también existe en países como Francia e Italia y, en menor medida, en España.
"Piensan que las epidemias son algo del pasado, que son antiguas. Sin embargo, la realidad es que los micoorganismos no van a desaparecer nunca. La viruela es la única enfermedad humana que hemos sido capaces de erradicar", recuerda.
Ortiz de Lejarazu hace hincapié en el riesgo que suponen las falsedades en torno a las que se construye el discurso contra las vacunas. "En 1998 Andrew Wakefield publicó un artículo en The Lancet donde se relacionaba directamente vacunas con autismo. Es falso, le expulsaron del Colegio de Médicos de Reino Unido, pero continúa siendo difundido en redes sociales", advierte. "Hay que vacunarse... porque algo queda", zanja.
Fuera del colegio y multas
La tendencia a no inmunizar a los hijos, y ahora también a mascotas, ha provocado que varios Gobiernos, ya sea a nivel nacional o regional, tomen cartas en el asunto. En Galicia, Núñez Feijóo confirmó que, a partir del curso 2019-2020, la Xunta prohibirá matricular a alumnos en educación infantil en centros públicos y concertados si no cumplen con el calendario de vacunas.
En Italia se ha puesto en marcha la ley Lorenzin, en 'honor' al ministro que la impulsó: los niños menores de seis años sin vacunar no podrán seguir acudiendo a las centros educativos del país. En Alemania, el Ministro de Sanidad, Jens Spahn, ha impulsado un plan para hacer obligatoria la vacunación contra el sarampión en menores. Este contempla, además de excluir de los centros de educación infantil a los niños cuyos padres se opongan, multas de hasta 2.500 euros.
En Australia, donde el Gobierno lleva luchando con los 'antivacunas' desde hace años, el Ejecutivo ha modificado sus particulares castigos. En 2016 puso en marcha el programa No Jab, No Pay, que se traduce como Sin pinchazo no hay pago y que consistía en descontar dinero de la bonificación fiscal anual de las familias que no llevaran al día el calendario de vacunación.
Pero tras el auge del movimiento y, con ello, de las enfermedades infecciosas, el Gobierno australiano ha transformado está penalización anual por una quincenal. Cada familia será sancionada con una multa de 18 euros cada 15 días por cada hijo que no se vacune.
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