La conveniencia o no de mantener una ventana abierta al diálogo con Carles Puigdemont hasta el final está haciendo aflorar la guerra soterrada que se viene librando desde hace meses en el Gobierno y el PP entre los dos tradicionales bandos, uno liderado por María Dolores de Cospedal y otro por la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.
Buena parte del partido, con su secretaria general y ministra de Defensa Cospedal a la cabeza, junto a ministros como el de Interior, Juan Ignacio Zoido, y Economía, Luis de Guindos -también el exministro José Manuel García Margallo-, considera que La Moncloa "ha tardado mucho" en actuar esperando una rectificación del independentismo que nunca se producía; y cuando ha querido intervenir lo ha hecho "tarde y mal" con el resultado por todos visto el 1-O: el referéndum fue ilegal, sí, "pero se vio colas de gente votando, urnas, imágenes de disturbios que dieron la vuelta al mundo y, al final, recuento pseudo oficial", admiten diversas fuentes a Vozpópuli.
Ese sector considera, por tanto, fracasada la tesis del apaciguamiento de Sáenz de Santamaría que ha arropado Mariano Rajoy, y se siente legitimado ahora para pedir mano dura; aunque no solo por eso, matiza un dirigente regional, también porque el votante y el militante del partido "no entendería" una marcha atrás del 155 en el Senado, tras el despliegue exhibido por el Consejo de Ministros el sábado 21.
Así, en el PP se vivió con desconcierto el mensaje que emanó del Ejecutivo desde primera hora. Mientras por la mañana, temprano, Sáenz de Santamaría y el ministro de Justicia, Rafael Catalá, abundaban en que todavía estamos a tiempo de un acuerdo -"el Senado tiene capacidad de adaptarse a lo que Puigdemont y el Parlament hagan", dijo ella en Onda Cero-, horas después todo cambiaba.
Al filo de las 22:00 del lunes, un portavoz del Gobierno aclaraba a los medios que "Puigdemont ha tenido todas las oportunidades del mundo para evitar el 155 y las ha despreciado. El asunto ya está en manos del Senado. Una convocatoria electoral no puede servir para que eluda sus graves responsabilidades".
Cospedal cree que "el 155 supone una triple garantía para todos los españoles", echando así un jarro de agua fría al sector del Gobierno que confía en una salida pactada
El mensaje, decidido después de un lunes de tensión entre Génova y La Moncloa, según aseguran algunas fuentes, obligó a cambiar las portadas de los principales diarios y mostró el camino a todo el PP que ayer, martes, cerró filas. A primera hora, el vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, señalaba tras asistir a un desayuno de la ministra Isabel Tejerina: "La convocatoria anticipada de elecciones no detendría la tramitación y aplicación" de la intervención en Cataluña. Lo mismo el portavoz del Grupo Popular, Rafael Hernando.
E inmediatamente después, de forma significativa, el ministro del Interior recalcaba que "el señor Puigdemont tendrá que responder por las graves irresponsabilidades que ha venido cometiendo en los últimos meses y años". Y su mentora en el Consejo de Ministros, Cospedal, recalcaba: "El 155 supone una triple garantía para todos los españoles", dando por hecha ya su aplicación.
Según la número dos de los populares, la primera garantía es la de que "prevalecerá el cumplimiento de la ley y el respeto a la Constitución como expresión máxima de la igualdad de todos los españoles"; la segunda, "que ningún español será más que nadie en un intento antidemocrático e ilegal de arrogarse derechos que nos pertenecen al conjunto de todos los españoles como es nuestro derecho a decidir lo que haya de ser nuestro país"; y la tercera, que el 155 es "la garantía de que España es su historia y sus ciudadanos, su ley y su Constitución".
Hay quien dice en el PP que el endurecimiento de la Moncloa aprobado el lunes por la noche por el presidente del Gobierno es "pura estrategia" para obligar a Puigdemont a recular
Este enfrentamiento de las dos almas del PP simbolizado en Cospedal y en Soraya Sáenz de Santamaría no es nuevo, pero ahora sí parece aflorar en toda su crudeza a cuenta de la línea a seguir en Cataluña.
Hay quien dice en el PP que el endurecimiento de la Moncloa aprobado el lunes por la noche por el presidente del Gobierno es "pura estrategia" para obligar a Puigdemont a recular, pero lo cierto es que conlleva el riesgo de la desafección del PSOE.
En este sentido, fueron muy significativas las palabras, ayer, de la portavoz del Grupo Socialista, Margarita Robles, mencionando continuamente las directrices de la vicepresidenta del Gobierno -con quien han negociado la aplicación del 155- y advirtiendo que unas elecciones anticipadas convocadas por el presidente catalán ejerciendo su legítima competencia bastarán para el PSOE no se sume a la controvertida intervención de la Generalitat de Cataluña.
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