El pasado lunes era el día de cantar victoria tras dos meses de arduas negociaciones. Isabel Díaz Ayuso acababa de reunirse con el presidente de la Asamblea madrileña, Juan Trinidad, para anunciarle que tenía los votos necesarios para su investidura. Pero en la rueda de prensa apareció con rictus serio y a la defensiva ante las noticias de los últimos días.
La petición de la Fiscalía Anticorrupción de imputar a Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes en el caso Púnica cayó como una bomba en la previa de las consultas políticas para la investidura de Díaz Ayuso, quien creció en el PP gracias a la confianza que le dieron sus dos madrinas políticas a la par que mantenía una buena amistad con Pablo Casado al compartir conocimientos del mundo de la comunicación.
Además, la primera semana de agosto se oscureció aún más para la presidenta in pectore de Madrid con las informaciones comprometedoras de Infolibre y El País sobre el impago del IBI en un local familiar y un polémico aval que recibió una sociedad de su padre de la empresa semipública Avalmadrid.
A la primera pregunta inquisitorial, Díaz Ayuso respondió con una salida que sorprendió a propios y extraños. "Mi nexo con Cristina Cifuentes o Esperanza Aguirre es como cualquier militante y afiliado del PP durante las épocas en las que ellas han sido presidentas". Una ruptura en toda regla con el pasado que la aludida Cifuentes rebatió en las redes con una frase de Gandhi: "No hay que apagar la luz del otro para lograr que brille la nuestra".
Pero lo peor estaba aún por llegar. Vozpópuli desveló el pasado jueves que Ayuso colaboró en 2011 desde su puesto de trabajo en la sede de la formación madrileña en Génova con los integrantes de la trama Púnica para mejorar la imagen de Aguirre, a quien llevaba las redes sociales, según consta en una declaración en la Audiencia Nacional del testigo Adrián de Pedro, que tuvo lugar en diciembre de 2014.
Si por algo se ha caracterizado Ayuso desde que Casado la puso al frente de la candidatura del PP a la Comunidad de Madrid, es por sus respuestas rápidas y afirmaciones rotundas. "No son errores, son opiniones no compartidas", afirma ella. En las últimas semanas ha sido la diana de todo tipo de invectivas, de descalificaciones, de tormenta en las redes. "A veces esto se pone cuesta arriba. Pero miro al frente y sigo para adelante", se defiende.
Casado y Ayuso se conocían de los tiempos universitarios de la Complutense, antes incluso de que el actual líder del PP se convirtiese en el presidente de las NN.GG. en Madrid
Ayuso era una total desconocida para el madrileño corriente y pudiente, pero desde 2004 creció en el PP madrileño gracias a dos madrinas. Primero fue protegida por Aguirre dentro del equipo de comunicación del PP madrileño, que ahora está bajo la lupa de la investigación en curso en la Audiencia Nacional, y luego fue aupada por Cifuentes a las altas esferas del Gobierno regional como viceconsejera de Presidencia y Justicia.
Tras enemistarse con Ángel Garrido, sucesor de Cifuentes al frente del Ejecutivo madrileño tras la dimisión de esta última por el caso máster, fue cesada del cargo de viceconsejera para encargarse de la comunicación del PP regional, justo en un momento en el que Pablo Casado era el 'número dos' de este área en Génova. Pero ambos ya se conocían desde 2005, de los tiempos universitarios de la Complutense, e incluso antes de que el actual líder del PP se convirtiese en el presidente de las Nuevas Generaciones en Madrid.
La cuenta de 'Pecas' en Twitter
Ayuso, por tanto, conocía perfectamente el funcionamiento interno de la Comunidad de Madrid y los vericuetos en los que se ha metido el PP madrileño en los últimos 15 años. Oficiante en Faes, experta en redes y paseante por tertulias, la que será próxima presidenta madrileña tuvo la idea de crear en Twitter una cuenta de 'Pecas', el perro de Aguirre y al que la fama le llevó a que los medios le hicieran preguntas en directo como se hacía a 'Imperioso' en los tiempos de Jesús Gil.
"Gestionaba la mía, sí. Se inventó, en una campaña electoral, que Pecas dijera algo. Una cosa extraordinariamente positiva", afirmó Aguirre del trabajo que realizó Ayuso para ella. Por cierto, el perfil tuitero del can sigue aún abierto en esta red social.
El equipo de la futura presidenta madrileña subraya que colaboró "de manera voluntaria, como otra mucha gente en el PP, en la comunicación online" del PP madrileño y que todo ello fue "sin cobrar ninguna remuneración", pero ello se debe a que en aquella época Ayuso cobraba más de 4.200 euros al mes en Madrid Network, un chiringuito del PP de Aguirre al que periódicamente se regaba con subvenciones públicas y en el que estaban empleados muchos jóvenes del PP madrileño.
El primer puesto de responsabilidad de Ayuso dentro del PP fue en el departamento de prensa de Alfredo Prada, por entonces consejero de Justicia e Interior en la Comunidad de Madrid. Ahí se reencontró con Casado, quien también era asesor de este responsable del PP madrileño que en la actualidad dirige en Génova la Oficina del Cargo Popular del partido, un órgano que trata de detectar prácticas corruptas dentro de la formación.
Tras la salida de Prada del Ejecutivo madrileño en 2008 por orden de Aguirre y en medio de las intrigas sucesorias, la propia Ayuso fue rescatada por la presidenta madrileña y pasó a formar parte del equipo de prensa de la 'lideresa', con funciones de asesora y responsable de redes sociales, un trabajo que hizo "sin una sola metedura de pata", como la propia Aguirre aseguró recientemente en televisión.
Su etapa junto a Cifuentes
En las elecciones autonómicas de 2011, Ayuso iba en el puesto 76 de la papeleta del PP y si bien no salió elegida diputada el mismo día de las elecciones, a las pocas semanas hubo varias renuncias, la lista corrió y ella pudo entrar en la Asamblea de Madrid. Fue en ese momento cuando conoció a Cifuentes, quien en la legislatura siguiente se presentó encabezando la lista del PP con un mensaje regenerador y las mismas ganas que tiene ahora Ayuso por desligarse del pasado.
Cifuentes colocó primero a Ayuso de portavoz adjunto dentro del grupo parlamentario del PP en la Asamblea madrileña y en 2017 la puso al frente de un área importante de responsabilidad, la Vicesecretaría de Presidencia y Justicia, bajo las órdenes del entonces número dos de la Comunidad, Ángel Garrido. Ese nombramiento fue importante para Ayuso ya que es el único puesto de gestión pública que tiene en su currículum, huérfano de actividades en el sector privado.
Esa etapa política, de apenas unos meses, acabó de forma abrupta con la dimisión de Cifuentes y la llegada de Garrido a la presidencia de la Comunidad de Madrid. El cese fulminante de Ayuso enemistó a esta última con el que un año más tarde protagonizaría su sorprendente paso a Ciudadanos.
Las críticas de Garrido
Garrido entró en la lista naranja a las autonómicos, consiguió el escaño y ahora apunta al cargo de consejero de Transportes dentro del Ejecutivo de coalición entre PP y Cs ya que esta cartera es la más 'golosa' de las seis que le corresponden al partido de Albert Rivera.
Varios dirigentes del PP madrileño se temen que la presencia de Ayuso y Garrido en las reuniones del futuro Gobierno complique la convivencia interna y las discusiones internas acaben como el rosario de la aurora pues el expresidente 'tránsfuga' criticó con dureza a la candidata popular durante la campaña. "Las declaraciones de Ayuso suelen ser desafortunadas en términos generales", soltó Garrido en abril de la que ahora puede ser su próxima jefa.