El PSC está sucumbiendo a la presión de Junts y está allanando la entrada de los de Carles Puigdemont en el consistorio barcelonés. Tanto ERC como los 'comunes' se preparan ya para que la derecha independentista catalana entre en el gabinete del regidor, Jaume Collboni, según las fuentes consultadas por este diario. "No nos sorprendería", explica una fuente de En Comú Podem. "Suena desde hace días. Pero no sabemos si es más deseo de algunos o realidad", zanjan en el núcleo duro de ERC. En Moncloa, cuando se pregunta, no se niega que se vaya a sellar la entente. Fuentes de Junts consultadas por Vozpópuli dejan su entrada en manos de Collboni, informa Beatriz Jiménez Nácher.
De consumarse la operación, el PSOE de Pedro Sánchez haría la segunda concesión municipal a los secesionistas -de los que depende en el Congreso de los Diputados- tras la moción de censura apoyada por Ferraz que dio el mes pasado la alcaldía de Pamplona a Bildu. Los socialistas catalanes están madurando la idea bajo la presión del mundo empresarial, deseoso de una coalición con los posconvergentes que aparque las pulsiones independentistas pero ponga en marcha un programa favorable a sus intereses.
Cabe recordar que Collboni empieza el año 2024 sin las cuentas aprobadas. El PSC asume que si quiere unos presupuestos pactadas con alguna fuerza política va a tener que darle cabida en el equipo municipal, puesto que el alcalde carece de la mayoría suficiente para imponer sus condiciones. Es más, la fuerza mayoritaria del pleno barcelonés es Junts. Aunque lo cierto es que el PSC es el partido que pivota en el centro del tablero político. Y, por eso, esperará al devenir de los acontecimientos con respecto a la amnistía.
Las elecciones autonómicas, el gran obstáculo
Uno de los grandes obstáculos del acuerdo entre el PSOE y Junts es la cercanía de las elecciones catalanas. En algunas federaciones socialistas no ven a su partido formando una coalición con Puigdemont cuando Salvador Illa tiene grandes opciones de ganar las elecciones. Lo que está claro es que el PSC tendrá que elegir pareja de baile. O ERC o Junts. Los de Puigdemont lanzan señales de volver a la senda de la gobernabilidad. La década larga de procés ha pasado factura. Y tanto ERC como Junts son conscientes de que hay que aterrizar la gestión y quitar la vía independentista de los principales objetivos. Lo que determinará el socio será el reparto de fuerzas una vez se cierren las urnas.
Mientras, Pedro Sánchez ya ha levantado un gran muro que evite que el PSC se contamine con la amnistía. El presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas ha desterrado al PSC del organigrama monclovita a excepción del ministro de Industria, el exalcalde de Barcelona Jordi Hereu. La llegada del PSC al gobierno autonómico implicaría grandes beneficios para Sánchez, embarcado en un proceso de negociación con el independentismo en Madrid que le está acarreando grandes costes.
El presidente considera que un 'president' del PSC rebajaría enormemente el coste del peaje que todavía tiene que pagar a Oriol Junqueras y Carles Puigdemont para mantenerse a los mandos del país. Moncloa se empeña en vender las concesiones y las fotografías que Sánchez se hará con ambos independentistas en plena tramitación de la amnistía como un hecho "coherente" con el proceso de "normalización" política en esta comunidad. Aunque a nadie se le escapa que eso no es deseo de Sánchez, sino necesidad, como él mismo reconoce en público y en privado.
El blanqueamiento de Puigdemont
El PSOE arrasó el 23-J en Cataluña. El PSC, su partido hermano, le brindó la friolera de 19 escaños en Madrid. Los socialistas catalanes bebieron en gran medida del banco de votos que en su día aupó a Inés Arrimadas (Ciudadanos) a la estéril victoria que no pudo frenar el desembarco de un nuevo ejecutivo secesionista. Pero hay una seria diferencia. El 24 de julio, un día después de las elecciones catalanas, el propio Illa rechazó tajantemente la amnistía y el referéndum. Y ahora le toca defenderla. Los electores catalanes que entonces optaron por la papeleta del PSOE lo hicieron sin saber que Sánchez tramitaría la ley e intentaría que Carles Puigdemont, quien proclamó la independencia, fuera exonerado de todos sus delitos. Y eso es fundamental.
Hace tiempo que Ferraz dio comienzo a la operación blanqueo de Puigdemont en previsión de que los votos de Junts pudieran ser determinantes para revalidar la coalición. Y para sostenerla. El propio número tres de Ferraz, el secretario de organización, Santos Cerdán, tuvo su primer contacto con el expresidente de la Generalitat en marzo, cuatro meses antes de las elecciones del 23-J. En todo este tiempo Cerdán se ha visto en varias ocasiones con él. La última, al menos que haya trascendido, fue el pasado 2 de diciembre en Ginebra (Suiza) junto al diplomático salvadoreño Francisco Galindo -el famoso mediador-. Pero ahora es el Gobierno el que va un paso más allá para situar al 'president' Puigdemont como un actor político legítimo con el que el mismo Sánchez se fotografiará próximamente.
El presidente del Gobierno evita ir más allá respecto a fechas o lugares en que se desarrollarán estas citas, actos que Sánchez dice enmarcar en la tarea de "normalización política" que dice haberse propuesto. De hecho, asegura no estar preocupado por el eventual coste que iniciativas como la amnistía pueden deparar a las expectativas electorales del PSOE. "Con los indultos saqué un millón de votos más", zanja cuando se le pregunta, lo que le lleva a minimizar la erosión de estas políticas sobre los intereses en las urnas de los socialistas.
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