La Oficina de Conflictos de Intereses, que depende del Ministerio de José Luis Escrivá, no ve problemático que la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, haya podido beneficiarse en su vida personal por acuerdos firmados en el Consejo de Ministros. En concreto, del rescate de Globalia -empresa patrocinadora de la Fundación que cobijaba el Africa Center para el que Gómez trabajó 4 años- con casi 800 millones de euros de dinero público. Más allá de la opinión de la OCI, lo cierto es que la mujer del presidente se ha beneficiado de los recursos de Pedro Sánchez para su actividad privada y el Gobierno ha tratado de ocultarlo.
Un ejemplo incontestable tuvo lugar en 2019, cuando Pedro Sánchez era apenas un recién llegado a la Moncloa y Begoña Gómez al Africa Center. En septiembre, Gómez acudió a Nueva York en compañía de Santiago Iñiguez, presidente de la universidad IE (Instituto de Empresa), para asistir a la tercera edición del evento 'African Solutions, Global Challenges', que tuvo lugar en la Ford Foundation for Social Justice. La jornada tuvo lugar el día 16 de septiembre, como figura en los registros oficiales del IE.
Una semana después se celebraba también en Nueva York la Asamblea General de la ONU, a la que acudió en Falcon Pedro Sánchez. Begoña Gómez esperó en Manhattan la llegada de su marido, al que acompañó en diversas reuniones con inversores, aprovechando la agenda del presidente del Gobierno para sus intereses personales. Por ejemplo, asistió en su compañía a un acto de la Fundación Bill y Melinda Gates, donde conoció al fundador de Microsoft.
Estuvo con Sánchez en una recepción ofrecida por el embajador de España ante las Naciones Unidas, Agustín Santos Maraver, actual diputado de Sumar. En aquel encuentro departieron con ilustres españoles vecinos de la Gran Manzana, como el cardiólogo Valentín Fuster. También aprovecharon para visitar el Mercado Little Spain de Nueva York, un proyecto gastronómico liderado por los cocineros Ferran Adrià y José Andrés. Otra de sus visitas fue el Grand Central Tech, donde mantuvieron contactos con compañías del sector tecnológico.
Tras 10 días en Manhattan, Begoña Gómez volvió a España junto a su esposo a bordo del Falcon. Pese al poco tiempo que Sánchez llevaba en Moncloa, ya hacía un uso distendido del avión presidencial.
La ocultación de Moncloa
Diversos medios de comunicación, entre ellos Maldita y Ok Diario, solicitaron a Presidencia del Gobierno información pública del gasto del viaje, los acompañantes del presidente Pedro Sánchez y su agenda completa. Moncloa argumentó que se trataba de información clasificada, y se escudó en una ley del franquismo (la de secretos oficiales) para no detallar el gasto ni los acompañantes. Remitieron a la agenda pública de Sánchez en la web de Moncloa, donde no aparece ninguno de los detalles solicitados.
Entre las excusas que Presidencia utilizó con Maldita se encuentra la alusión a un test de daño. Una acción que sirve a la Administración para ponderar si en un caso determinado el derecho a la información no prevalece sobre el daño público o institucional que puede hacer.
Este test de taño también fue solicitado a través del Consejo de Transparencia. El Gobierno dio la callada por respuesta y Transparencia resolvió obligando a Sánchez a hacer pública la agenda de su viaje con Begoña, los gastos del mismo y la lista completa de acompañantes. A su vez, instó al Ejecutivo a compartir el test de daño que determinó que estos datos no debían ser de carácter público.
Moncloa intentó escaquearse nuevamente escudándose en que había un proceso abierto en "trámite de alegaciones" por la solicitud anterior y no podía dar salida a la del test de daño. Una falsedad que quedó demostrada por el propio equipo del presidente socialista. Y es
Justo un minuto después, Moncloa contestó a la primera resolución, la que supuestamente estaba en "en trámite de alegaciones". Aun así, en dicha respuesta, evitaron dar información alguna: "No resulta posible aportar información adicional a la ya aportada".
El Gobierno ocultó datos de este viaje de Sánchez en compañía de Begoña Gómez, que aquel mismo año se reunió personalmente con Javier Hidalgo, exCEO de Globalia, y con Víctor de Aldama, el comisionista del caso Koldo. En aquella reunión, que tuvo lugar en el marco de la Asamblea General de la Organización Mundial del Turismo (OMT), Hidalgo le pidió que le ayudara con una empresa de autobuses asociada a Globalia. Un año después volverían a reunirse, meses antes del rescate de la compañía por 500 millones de euros.
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