Jugada perfecta en la semana más internacional y diplomática de Pedro Sánchez. Al histórico acuerdo entre la UE y Mercosur en los márgenes del G-20 en Osaka (Japón) para cerrar una negociación de 20 años, en el que España dio el decisivo impulso, hoy ha llegado la "extraordinaria noticia", en palabras del presidente del Gobierno en funciones, de que Josep Borrell será el próximo alto representante de la política exterior europea durante los próximos cinco años.
El puesto de Borrell, que sucederá a la italiana Federica Mogherini, es uno de los top-5 que se negociaron a lo largo de tres extenuantes días en Bruselas y gracias a ello España vuelve a tener un cargo de campanillas en el escenario internacional, una situación que no se veía desde que el también socialista Javier Solana abandonó Bruselas en 2009.
"España vuelve con fuerza al corazón de Europa", dijo un pletórico Sánchez ante un escenario inesperado ya que Borrell era, junto a Nadia Calviño, la principal opción española para un cargo europeo pero a un nivel inferior, concretamente para una de las vicepresidencias de contenido económico de la próxima Comisión Europea que, en todo caso, era más de lo que Mariano Rajoy consiguió en 2014 con Miguel Arias Cañete, quien se quedó como comisario raso con su cartera de Acción por el Clima y Energía.
El titular de Exteriores en funciones podrá seguir al frente de la diplomacia española unos meses más, al menos hasta noviembre cuando se forme el nuevo Ejecutivo comunitario con la alemana Ursula von der Leyen al frente, así que Sánchez tiene cubierto este delicado ministerio incluso si hay repetición de elecciones.
El ministro, eso sí, deberá superar un 'hearing' o examen en la Eurocámara en el mes de octubre, aunque sería un sorpresón que su candidatura fuese tumbada por los eurodiputados. Además, el cargo de alto representante para la política exterior de la UE conlleva, de forma automática, una de las vicepresidencias de la CE, así que Sánchez no tendrá que pelearse con la sucesora de Jean-Claude Juncker.
Azote del secesionismo
Borrell se ha convertido en los últimos años en el principal azote del independentismo catalán desde las filas gubernamentales e, incluso, del PSOE. Precisamente, en la jornada de hoy se supo que la Abogacía del Estado, en nombre del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha pedido al TSJC que cierre tres 'embajadas' catalanas en el extranjero -las de Berlín, Londres y Ginebra- en una vía, la judicial, que no se había explorado hasta ahora desde Madrid.
En 2015 rompió el discurso de Artur Mas y Oriol Junqueras de que Cataluña vivía expoliada por los impuestos que estaba obligada a pagar. En el libro 'Las cuentas y los cuentos de la independencia' desmontó los argumentos económicos a favor de la independencia de Cataluña, en particular, la extendida creencia de que, con la secesión, esta región dispondría, de forma inmediata y permanente de 16.000 millones de euros adicionales que “España les roba a los catalanes”.
Borrell se ganó el cargo de ministro con su discurso flemático en la manifestación a favor de la unidad de España del 8 de octubre de 2017 por las calles de Barcelona, apenas una semana después del referéndum ilegal que había promocionado la Generalitat de Carles Puigdemont vulnerando la ley.
Aquel día, agarró una bandera de la UE y soltó ante varios cientos de miles de personas que le escuchaban: "Esta es nuestra estelada. Tiene las estrellas de la paz, de la convivencia y del derecho. Eso es lo que representa Europa". Durante 15 minutos no dejó títere con cabeza en el mundo del secesionismo.
"La convivencia está rota. Se ha roto entre amigos, entre familiares y en la calle. Y tenemos que rehacerla. Y defender el pluralismo político, porque aquí no se reconoce", enfatizó Borrell antes de arremeter contra Carme Forcadell: "Cómo es posible que la presidenta del Parlament se atreva a decir que los que votan a otros partidos no son ciudadanos catalanes".
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