Nada de “faroles”. Jordi Graupera, representante del bloque más radical del independentismo, ha decido entrar en política para concurrir a las elecciones municipales de Barcelona en una plataforma respaldada por la ANC. Graupera asegura que el catalanismo tal y como le conocemos ha fracasado. Y que también lo han hecho los responsables del procés. ¿La culpa? No haber llevado hasta las últimas consecuencias una “sublevación” popular. Han “mostrado” las debilidades del movimiento, acusa Graupera.
Para este activista, tertuliano y licenciado en filosofía (aunque se autodenomina filósofo), el catalanismo debe cambiar radicalmente de estrategia. Y apostar por una unilateralidad firme que mezcle elementos de la vía eslovena y estampas como las de Tienanmen (en cuyas protestas hubo unos 10.000 muertos).
Graupera, de 37 años, representa el segmento más radical de las últimas generaciones del bloque independentista
Quiere una “sublevación” que obligue al Rey Felipe VI a pedir “vestido de militar” a los manifestantes que paren. No concreta si eso implica ocupar las sedes del poder de Cataluña, pero su idea es que ese desafío lleve el Estado a enviar los “tanques” a la ciudad condal.
En ese momento, se deberán reunir en la Diagonal a 200.000 personas “en actitud de resistencia pacífica”, dice Graupera en su último vídeo lanzado en directo para su candidatura. “[Los tanques] no podrán pagar el precio de disparar. Esto es el fin del juego”, añade.
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Última generación del independentismo
Graupera, de 37 años, representa el segmento más radical de las últimas generaciones del bloque independentista. En diciembre ganó las primarias formar una candidatura independentista unitaria para las elecciones municipales de Barcelona. La lista cuenta con el respaldo de la ANC, aunque ninguno de los partidos mayoritarios se ha sumado.
El resultado que Graupera pueda obtener en las próximas elecciones es una incógnita. Aunque el respaldo de una entidad como la ANC, cuyo líder está siendo juzgados por el procés y que ha movilizado a miles de personas en las manifestaciones más poderosas independentistas, le pueden dejar la puerta abierta a conseguir algún edil.
En las últimas entrevistas, Graupera ha afirmado que su principal adversario es Manuel Valls. Y que para evitar que gobierne el ex primer ministro de Francia, está dispuesto a ofrecer otra vez el bastón de mando a Ada Colau. O apoyar al candidato de ERC, Ernest Maragall.
Cachorro de Pujol
Graupera pretende lanzar su “vía separatista” como si se acercara a los postulados teóricos del liberalismo. En realidad, tiene muchos puntos de coincidencia con la CUP, formación antisistema y de extrema izquierda. Por ejemplo, en el método revolucionario basado en vulnerar la legalidad para lograr su objetivo.
Antes de tener un posicionamiento tan radical, Graupera empezó su andadura política en las JNC, las juventudes del partido fundado por Jordi Pujol. Posteriormente, colaboró en el Centre d'Estudis Jordi Pujol antes de que éste cerrara tras conocerse la escándalo de evasión fiscal del exmandatario catalán.
Graupera formó parte de una hornada de jóvenes catalanes, independentistas y liberales, como el tertuliano Bernat Dedéu o el historiador Enric Vila, que crecieron bajo el ala de Lluís Prenafeta, el exsecretario de la Presidencia durante buena parte del mandato de Pujol. Prenafeta, brazo derecho de Pujol, estuvo implicado en la trama de corrupción urbanística y blanqueamiento de fondos conocida como caso Pretoria.
A través del think tank Fundació Catalunya Oberta (FCO), del órbita de la extinta CDC creado por Prenafeta, Graupera empezó a escribir artículos a diversos medios defendiendo la independencia desde el catalanismo liberal. Por la misma entidad pasaron el actual director de TV3, Vicent Sanchis, quien fue secretario general de FCO, el columnista Salvador Sostres, o el también exdirector de TV3 Joan Oliver, investigado en la actualidad por su labor al frente del club de fútbol de Reus.
Cristiano y protagonista el 1-O
Debido, en gran parte, a las lógicas internas de partido, Graupera no logró hacerse un hueco en el CDC. Además, siempre ha acusado a su vieja formación de "procesistas", un término que se utiliza por los que viven del procés independentista en lugar de querer de forma consecuente la independencia.
Estuvo en la Universidad de Princeton como investigador, pero volvió a Cataluña y, de la mano de Demócrates de Catalunya —la escisión independentista de Unió liderada por Manuel Castells—, fue ganando peso en el sector cristiano del independentismo.
Durante el referéndum del 1-O protagonizó algunas escenas cómicas, que las redes sociales difundieron y en las que el ahora candidato a la alcaldía de Barcelona buscaba que los agentes de la Policía Nacional le arrastraran por el suelo para que le fotografiasen. Repitió el gesto una y otra vez ante las cámaras de televisión. Posteriormente sostuvo en TV3 que era un estrategia para ralentizar el trabajo policial.
Ahora, de la mano de la ANC, pretende entrar en el pleno consistorial de Barcelona. Lo hace con una enmienda a la totalidad a todos sus antecesores. “El Estado sabe que todos los líderes políticos que tenemos en el Parlamento no están dispuestos a liderar una sublevación. Nuestros propios líderes han demostrado que esta última carta era un farol”, ataca. Mientras, dice estar dispuesto a liderar una revuelta para que lleguen los tanques. De muertos, eso sí, mejor no hablar.
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