Carmen Calvo está celosa de Pablo Iglesias. Así lo interpretan los que mejor conocen a la vicepresidenta, que la ven preocupada por los oídos que presta Pedro Sánchez al líder de Unidas Podemos. Calvo ha intentado esta semana marcar territorio frente a Iglesias en la Ley de Libertades Sexuales y la mesa de negociación con la Generalitat de Cataluña.
La desconfianza que siempre ha sobrevolado la relación política entre Sánchez e Iglesias ha dado paso a una comunicación tan fluida, que sorprende incluso a sus propios colaboradores. La incorporación del dirigente morado a los maitines estratégicos de los lunes en La Moncloa no es sólo una anécdota. La confianza existe y es recíproca.
La intervención directa de Sánchez ha frenado los primeras grietas en el seno de la coalición. Varias llamadas entre el director de Gabinete de Presidencia, Iván Redondo; y la mano derecha de Iglesias, el ex diputado Juanma del Olmo, cerraron en pocas horas la minicrisis abierta por Interior al filtrar un endurecimiento de la Ley de Asilo y la elevación de las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla.
Calvo, sin espacio
Algo parecido ocurrió con la reforma del Código Penal relativa al consentimiento sexual -el conocido como sí es sí-. La vicepresidencia de Calvo se apresuró a anunciar que ella coordinaría el proyecto ante el choque entre el Ministerio de Igualdad de Irene Montero, y el de Justicia, que dirige el socialista Juan Carlos Campo.
Pero de nuevo un comunicado de La Moncloa desactivó la polémica. Y se anunció que la ley se aprobará en los plazos previstos -la semana del 8-M- y con el contenido previsto. "Sánchez le escucha demasiado", expresó la vicepresidenta a su círculo más próximo.
Calvo se ve arrinconada. Su relación con Redondo es manifiestamente mejorable. Y ya sin las competencias de Igualdad, Cataluña es el único gran desafío político que queda en sus manos
Calvo está tratando de defender su espacio y el del PSOE. La subida de las pensiones y el salario de los funcionarios son las dos medidas que se ha reservado el socialismo para el arranque de la legislatura. Pero el Delcygate, destapado por Vozpópuli, ha copado la agenda del Ejecutivo. Y los cambios en algunas carteras clave en manos del PSOE han retrasado sus iniciativas legislativas.
Sánchez e Iglesias están convencidos de que el Gobierno tiene que huir de las puñaladas que han presidido habitualmente la relación entre el PSOE y Podemos. Los dos están convencidos de que ambos se beneficiarán electoralmente si la izquierda demuestra que puede entenderse.
La mesa en Cataluña
El problema es que Calvo se ve arrinconada. Su relación con Redondo es manifiestamente mejorable. Y ya sin las competencias de Igualdad, ahora en manos de Podemos, Cataluña es el único gran desafío político que queda en sus manos. No es el más amable de gestionar de cara a la opinión pública.
Pero incluso con Cataluña, la vicepresidenta ve amenazada su posición. La inclusión de Iglesias en la mesa de negociación es un factor que altera algunos de los criterios de partida del diálogo. Podemos es un partido favorable al referéndum.
La primera reunión de la mesa tendrá lugar el miércoles en La Moncloa. Estará encabezada por Sánchez y el presidente de la Generalitat, Quim Torra. A partir de este encuentro, Calvo ha aclarado que cuando el presidente se ausente del diálogo -no va a asistir a cada cita-, ella, y no Iglesias, será la encargada de liderar la posición del Gobierno.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación