Política

Casado y Feijóo escenifican una tregua en la recta final de la campaña

Casado vuelve este domingo a Galicia para escenificar junto a Núñez Feijóo la imagen de la unidad, en plena recta final de los comicios del 26-M

Pablo Casado vuelve a Galicia. Ya estuvo allí a primeros de mes, tras la derrota de las generales cuando acudió a una romería del PP de La Coruña. Ahora se desplaza hasta Riberia, para apoyar al alcalde Manuel Ruiz, cuya continuidad al frente del consello está en el aire. Habrá foto de unidad entre el presidente de la formación y el líder gallego, después de una serie de desencuentros verbales después del 28-M. 

Tras el fracaso de las generales, Feijóo no ocultó sus reparos hacia la estrategia seguida desde Génova, en especial por la 'derechización' y la aznariación del partido. El titular de la Xunta afirmó que "ha habido fallos de estrategia, "no hemos sabido frenar a Vox, hay que abrir el partido"desde el centro,  y dejó en el aire efectuar un profundo análisis de los resultados tras las autonómicas.

El PP llega en un estado de viva inquietud ante los próximos comicios. Se temen otro estacazo.

Casado ya ha efectuado la reclamada autocrítica, ha dado un volantazo hacia el centro, ha defenestrado a Javier Maroto como responsable de la campaña y ha olvidado cualquier referencia a Vox en estos compases de la contienda. Su objetivo es ahora Ciudadanos, partido al que dedica todo tipo de críticas en cada discurso. En especial, que le plagie su programa y que no desvele con quién pactará en Comunidades y ayuntamientos. 

Echar a Rajoy

Feijóo muestra formalmente su respeto y su alineamiento con los postulados de su presidente, aunque en círculos del PP gallego no se disimula una actitud francamente hostil hacia el equipo que dirige ahora Génova. "Tras el 26-M hay que hacer una catarsis", se escucha con insistencia. "No echamos a Rajoy para esto", añaden.

El PP llega en un estado de viva inquietud ante los próximos comicios. Se temen otro estacazo. Hay movimientos subterráneos que hablan ya de celebrar un congreso extraordinario para elegir una nueva dirección. Esos reclamos no sólo vienen de Galicia. Se escuchan en otras terminales de la formación. País Vasco, donde Alfonso Alonso sufrió una derrota severa al no conseguir meter ni un solo diputado en el Congreso. Hay otros barones reticentes, pero más prudentes en su discurso.

En el lado opuesto aparece Juanma Moreno, el presidente de la Junta de Andalucía que esta semana pegó un puñetazo en la mesa y reclamó a sus pares que se olviden de las disputas internas y que se dediquen a trabajar por la unidad del partido y por lograr un buen resultado electoral. 

Casado intenta hacer oídos sordos a estos tironeos intestinos. Ya ha dejado claro que no se piensa ir, pase lo que pase, ya que su proyecto no es de unos meses sino que fue elegido por los afiliados por cuatro años. Aznar y Rajoy no lograron llegar a la Moncloa hasta la tercera intentona. El problema es que, según como sean ahora los resultados, habrá quien impulse alguna propuesta de cambio radical. Se mira hacia Feijóo. Pero también se atienden los movimientos de Rajoy, muy activo en esta campaña y con enorme predicamento aún en algunos sectores de su formación. Aznar, sin embargo, ha desaparecido del mapa popular. 

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