La última oferta de Pablo Casado, proponiendo a Pedro Sánchez apoyar su gobernabilidad, pero solo después de resultar investido -se supone- con los votos de Podemos, Más País, ERC, PNV y varios partidos localistas, ha acabado por "descolocar" a un PP que asiste desde las elecciones generales del 10-N a un pulso interno de la dirección nacional con los barones, y de estos entre sí, por ver quién impone la linea a seguir, admiten a Vozpópuli diversas fuentes nacionales y territoriales de ese partido.
Cierto que solo el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, y el castellano-leonés, Alfonso Fernández Mañueco, defienden desde un principio la 'abstención patriótica' para permitir a Sánchez arrancar la legislatura, y que la portavoz del Grupo Popular, Cayetana Álvarez de Toledo, insiste en un "gobierno de concentración", mientras que el resto -encabezados por la madrileña Isabel Díaz Ayuso- dicen que hay que dejar a Casado manejar sus tiempos.
Pero la resultante está siendo una cacofonía que empezó con las palabras del secretario general, Teo García Egea, en la misma noche electoral, antes de que comenzara el escrutinio, instando al presidente del Gobierno en funciones a "pensar en irse" si sacaba un escaño menos, siguió con el silencio de más de una semana de Casado mientras Feijóo insistía en la abstención, y acababa esta semana con José María Aznar y con el líder del PP vasco, Alfonso Alonso, diciendo que no se puede investir presidente a quien no está intentando pactar con partidos constitucionalistas.
En el PP no son pocos los que creen que "tenemos que estar preparados" por si ERC decide no apoyar la investidura de Sánchez y todos los ojos se posan en el principal partido de la oposición
"Para empezar a hablar", insiste el equipo de Casado, es necesario primero que el presidente devuelva la llamada, y que el PSOE deshaga los pactos con Bildu que permitieron a María Chivite ser presidenta de la Comunidad Foral Navarra, y los pactos del PSC con Junts pel Cat y ERC para que la socialista Nuria Marí , alcaldesa de Hospitalet, sea presidenta en la Diputación de Barcelona, y en una treintena de ayuntamientos catalanes.
Lo único claro a esta hora es que el PP no se fía del PSOE y menos de Sánchez, pero teme que, llegado el caso de que ERC tumbe la investidura, todos los ojos se posen sobre ellos. "Y tenemos que estar preparados para eso", advierten varios consultados; pese a lo cual el entorno del presidente del PP insiste en que Sánchez ya "ha elegido socios", Podemos y ERC, y que no es justo pedirle al líder de la oposición y alternativa a La Moncloa, que desvele sus planes antes de que se vea si la otra tentativa fracasa.
De hecho, el propio Casado se refirió este miércoles en Zagreb a que él es la alternativa y que puede darse la paradoja de que el PP apoye la investidura de Sánchez y luego éste intentara gobernar con una mayoría de izquierdas. De ahí su insistencia en la rueda de prensa, con la que rompió doce días de silencio, en que "la prerrogativa" de Sánchez para formar gobierno hace que no se fíen.
A la espera de que se confirme o no lo que la propia dirección de los populares ha ido dejando caer en los últimos días, que con Sánchez no hay nada más que hablar, la propuesta que lanzó Pablo Casado este miércoles en Zagreb no es más que la que hizo el pasado 24 de junio a su interlocutor en la Moncloa, cuando empezaban las primeras señales de que el gobierno con Podemos y ERC podía fallar; aunque en aquella ocasión fue por el lado izquierdo más que por el de los republicanos, como ocurre ahora.
Presupuestos y reforma electoral
El líder del PP ya explicó entonces a su interlocutor que los populares no pueden abstenerse en su investidura porque "España quedaría sin alternativa", pero el principal partido de la oposición sí está dispuesto a contribuir a la estabilidad del país apoyando el Proyecto de ley de Presupuestos generales del Estado 2020 con una condición: que renuncie a la fuerte subida de impuestos que lleva el PSOE en su programa.
Además, Casado planteó reformar la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) para incorporar el sistema griego de elección que prima a la formación ganadora de las elecciones con 50 diputados. para ello habría que aumentar de 350 a 400 el número de escaños en el Congreso.
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