Dibujar un cartel con un arcoiris, hacer tartas, montar un circuito en el salón, pintar, hacer los deberes, el aplauso de las 20.00 horas, videollamada con los primos, leer un cuento... Los medios de comunicación se han hecho eco estas semanas de las numerosas actividades con las que las familias españolas han tratado de hacer más llevadero el confinamiento en sus domicilios.
Sin embargo, para los niños que sufren violencia en sus casas, el encierro con sus padres se ha convertido en una auténtica pesadilla. Ni tartas ni arcoiris. La frustración que produce el encierro, la presión laboral, la incertidumbre económica, un espacio físico reducido y el abuso de alcohol podrían haber motivado el aumento de las peticiones de auxilio durante el estado de alarma que ya advierten algunas asociaciones.
Tampoco ha cesado el acoso escolar, que se ha trasladado a las aplicaciones, redes sociales y demás plataformas digitales. Eso sí, en menor medida que cuando los colegios están abiertos y el contacto con los compañeros es frecuente.
La Fundación ANAR ha sido y es testigo de ello. Cuenta con un chat donde los menores pueden pedir ayuda a profesionales y donde las conversaciones en el lado de la víctima se borran automáticamente para evitar poner en riesgo a los niños y adolescentes en caso de ser sorprendido por sus agresores.
1.441 peticiones de ayuda
Desde el pasado 23 de marzo, este servicio 'silencioso' atendió un total de 1.441 peticiones de auxilio. "Desde ese día el porcentaje de casos de violencia hacia los niños, niñas y adolescentes no ha dejado de crecer", explican desde la fundación. Cerca del 50% de las situaciones atendidas por ANAR son relativas a violencia intrafamiliar. "Han pasado de suponer el 36,1% de los casos atendidos el día 23 de marzo al 47,7% en tan solo un mes y medio", señalan.
Diana Díaz, directora de la línea de ayuda al menor de ANAR, explica a Vozpópuli que a pesar de estar en un entorno supuestamente "seguro", los casos de maltrato intrafamiliar son los más frecuentes, sobre todo el maltrato físico y psicológico.
"Es una situación excepcional en la que no hay observatorios alternativos como puedan ser los colegios, los pediatras o los lugares sonde van a hacer deporte y otras actividades extraescolares. No hay otros espacios donde se puede detectar que hay problemas en casa", afirma Díaz. "Los menores que padecen maltrato están conviviendo 24 horas con el agresor", apunta.
Problemas psicológicos, desatención...
Además de los casos graves de violencia -que son los que copan el volumen de peticiones de ayuda-, los menores atendidos en la fundación también denuncian maltrato psicológico sostenido, abusos y violencia de género de la que son testigos.
"No solo contactan menores. En algunos casos son los vecinos y familiares los que se ponen en contacto con ANAR porque tienen conocimiento de una situación de violencia o de abandono en el cuidado hacia los niños y negligencia hacia", añade Díaz.
Los problemas psicológicos representan el 23,5% de las consultas realizadas. Entre ellas destacan la ansiedad, la tristeza, las ideas e intentos de sucedido y las autolesiones.
La directora del teléfono ANAR señala que las ideas e intentos de suicidio suponen uno de los problemas que más se ha incrementado durante estos días de confinamiento."Han pasando del 1,9% de media el último año pasando a un 8,3% durante estos días", comenta. "En el caso de los niños y adolescentes con problemas psicológicos las familias deben estar atentas y vigilantes. Casi todos los problemas se pueden resolver", advierte.
Ciberacoso en tiempos de covid-19
La Fundación explica que los menores de edad también siguen padeciendo, aunque en mucha menor medida, agresiones extrafamiliares como 'ciberbullying' y otras formas de ciberacoso que se producen en las redes sociales. "No hay un contacto frecuente con los compañeros de clase de forma presencial, pero los adolescentes están conectados mucho más tiempo estos días. Algunos padres nos han manifestado su preocupación", afirma.
"La violencia a través de las tecnologías siempre es una alternativa de perpetrar la violencia. El curso sigue y los alumnos están contactando a través de chats y plataformas. Los que venían arrastrando la lacra del acoso, ahora continúan sufriéndolo", sostiene.
Ahora, detalla Díaz, se les margina en los grupos y en las conversaciones o se les expulsa sin avisar. En otros casos reciben insultos o se vierten mentiras sobre ellos". No hay que olvidar, dice, que el acosador "busca un refuerzo entre los espectadores que presencian sus ataques".
Ahora que los menores de 14 años pueden volver a salir, ANAR vuelve a abrir todas sus líneas de ayuda telefónica y advierte de la necesidad de poner en el punto de mira a los menores de edad y pide que se doten las medidas necesarias para mitigar los efectos sociales del covid-19.
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