Ciudadanos ha vuelto a insistir este lunes su intención de presentarse a futuras elecciones en España, pese a que practicamente ya haber desaparecido del mapa electoral. "Cs se va a volver a presentar a las próximas elecciones catalanas", así lo ha confirmado Carlos Carrizosa.
Y es que, no es país para el centro. Ciudadanos consumó en Cataluña el epitafio del último sueño centrista en España. Un país donde las pasiones mueven más que las ideas, y donde el cainismo lleva instalado desde los tiempos de Espartero y los carlistas. Quizá dejó de ser el momento de Ciudadanos. O quizá los errores de los últimos años fueron imperdonables. La crónica de una muerte anunciada se ha vuelto a escribir en naranja y en el campo de batalla, o sea, en las urnas. Los idealistas del liberalismo progresista han chocado, de manera casi definitiva, contra la realidad electoral: la candidatura de Carlos Carrizosa culmina la jornada con el 0,71% de votos (poco más de 20.000 papeletas, 136.000 menos que en 2021) y rubrica su desaparición del hemiciclo catalán.
Los partidos de centro, desde tiempos de Adolfo Suárez, pasando por UPyD y hasta Cs, han sido engullidos por la ola del bipartidismo o del multipartidismo (en el caso del intento de Rosa Díez). Pero han dejado para la posteridad unos cimientos no siempre lo suficientemente reconocidos. Qué decir de UCD y la base de nuestro sistema democrático y liberal (incluyendo la ley del divorcio, copiada por el PSOE de Felipe González); UPyD y la regeneración democrática -la de verdad y no la de Sánchez- a través de la lucha contra la corrupción y el refuerzo de la transparencia. Y Ciudadanos, el último intento de apelar a la Tercera España, un partido que se convirtió en Cataluña en la principal voz de los acosados por el independentismo y que pudo soñar con alcanzar la Moncloa (para muchos, el gran tropiezo de Albert Rivera).
Crónica de una muerte anunciada
La sensación de epílogo lleva instalada en Ciudadanos demasiado tiempo. El último episodio fue la marcha de Adrián Vázquez, ex secretario general, después de que la parte catalana de la formación se negase a ir en listas conjuntas con el PP. El penúltimo la expulsión de miembros notables como Edmundo Bal o Francisco Igea, y el antepenúltimo una guerra civil en el partido antiguerracivilista por excelencia, precisamente entre el grupo de Bal y los de Vázquez.
También nos podríamos retrotraer a una 'Refundación' que nunca llegó a ser tal, a la moción de censura en Murcia que precipitó el partido como un castillo de naipes en Madrid, Andalucía y el resto de comunidades autónomas. O a la ambición de un líder, Albert Rivera, que se negó a pactar con Sánchez y dejó a su marcha un hueco irrecuperable en Cs.
En Cataluña, la alternativa a Sánchez y los independentistas ha dejado de ser la voz única de Ciudadanos. El PP ha asumido los votos naranjas que abogan por la unidad de España, mientras que Vox se ha hecho con el voto constitucionalista más descontento con la situación de inseguridad que inapelablemente vive la región. Las luchas internas en el partido han ayudado a cavar la tumba del centro político, unas luchas a nivel nacional que han tenido su réplica en Cataluña.
Tras la marcha de Adrián Vázquez, el partido, liderado por Carrizosa y Jordi Cañas, emprendió un camino de vuelta a la casilla inicial: la reivindicación de las esencias, del corazón con la bandera de la UE y hasta se recuperó el logo de la formación. Tocaba darlo el todo por el todo. El problema es que aunque Cristiano Ronaldo triunfase en el Manchester United, no por recuperarlo se va a repetir la historia.
De Begoña Villacís a Anna Grau: "Triste final"
Un exfontanero de Ciudadanos, con años de servicio al partido, opina en declaraciones a Vozpópuli que estas elecciones son "el certificado, no reconocido, de una defunción política que han alargado al negarse a la colaboración con el constitucionalismo. Han estado absolutamente desdibujados toda la campaña, lo que ya auguraba que no iban a tener representación a pesar de tener espacio en los debates. Es una tristeza, pero probablemente va a ser la penúltima comparecencia de Cs hasta las europeas. Todo han sido despedidas desde el 10-N de 2019 y más concretamente, desde Murcia".
"El nacionalismo ha conseguido su objetivo: que no exista Cs y tener al bipartidismo sojuzgado e implorante", asevera Begoña Villacís en conversación con este periódico. "Triste final para un proyecto que esperanzó a muchísimos en 2017 y que consiguió que hasta recalcitrantes como yo nos acercáramos a la primera línea política. A lo mejor la clave para salvar Cs no era 'traición o lealtad' sino 'decepción o confianza'. Pero de todo se aprende", apunta Anna Grau, una de las diputadas de Cs más destacadas en la última legislatura catalana.
Otro miembro de Ciudadanos pata negra, Dimas Gragea, traslada su sentimiento de pesar: "Nos queda el orgullo de haber defendido a muchos catalanes en los momentos más difíciles del procés y haber sido una garantía en la defensa de los derechos de los constitucionalistas que sin Cs no habrían tenido una voz que les defendiese en el Parlament. El futuro ahora mismo es complicado”.
Las palabras de los miembros de Ciudadanos, presentes y pasados, suenan a réquiem. Él único que se mantiene impertérrito es Carlos Carrizosa, candidato de Cs estas elecciones: "Estas elecciones dejan un mapa político muy difícil de gestionar. Esta amnistía ha sido nefasta para Cataluña, ha servido para elevar a Puigdemont y no ha ayudado a pasar página. Nosotros vamos a volver a entrar en un parlamento. Tenemos 500 concejales y un espacio político delimitado en la política europea. Se cierra un ciclo y con las europeas empieza un nuevo ciclo".
Más allá del currículum vitae del último partido de centro, que como todos tiene luces y sombras, la situación en España no es la que fue. Lejos quedan aquel espíritu que Manuel Chaves Nogales reflejó en 'A sangre y fuego': "Idiotas y asesinos se han producido y actuado con idéntica profusión e intensidad en los dos bandos que se partieran España... Me esfuerzo en mantener una ciudadanía española puramente espiritual, de la que ni blancos ni rojos puedan desposeerme". La animadversión que genera Pedro Sánchez en el centro derecha ha polarizado el voto: solo hay derechas (PP y Vox) o izquierdas (PSOE y Sumar), no hay lugar para claroscuros.
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