"Si el independentismo catalán prioriza el conflicto, iremos a elecciones", había dicho Pedro Sánchez el jueves de la semana pasada en Nueva York, confirmando así que no son Podemos ni el PNV -con los cuales ve factible un acuerdo presupuestario-, sino el PDeCAT y ERC, la clave para cumplir su plan de agotar la legislatura y no convocar elecciones generales hasta 2020.
Por eso, el "chantaje", como calificaban anoche destacados socialistas el ultimátum del presidente de la Generalitat, Quim Torra, es tan letal. Lejos de atender la demanda de su interlocutor de no "alentar" sucesos como los del lunes a las puertas del Parlament, el mandatario independentista replicó a Sánchez con un sorprendente: o das pasos a favor de la "autodeterminación" de Cataluña en un mes o el apoyo del PDCat al Gobierno se acaba.
Ultimátum sorpresa
Tan por sorpresa pilló al jefe del Ejecutivo que éste decidió, para que no le acusaran de indolencia como el lunes, improvisar una rueda de prensa de la portavoz, Isabel Celaá, donde se hizo un llamamiento a la "calma". Celaá aseguró que en Cataluña no va a haber ni independencia ni 155. Eso sí, cuando se le preguntó si va a haber adelanto electoral, fue más ambigua y soltó una de esas frases que no dicen nada: "El Gobierno va a seguir determinado en su acción de Gobierno, que es definitiva".
Y es que el radicalismo de Torra amenaza con arruinar la estrategia de asentamiento en el poder que había diseñado su jefe tras desalojar a Mariano Rajoy el pasado uno de junio. Ahora mismo, Sánchez no solo tiene que hacer frente al desafío del independentismo, el externo, sino a otro interno, en el PSOE.
Hasta Felipe González, cuya relación con su sucesor al frente del partido es casi inexistente, salió ayer de su estudiado silencio de meses para preguntarse en voz alta, como otros pesos pesados orgánicos, "si sirve para algo" dialogar con alguien que quiere autodeterminación "sí o sí".
Los barones socialistas no están dispuestos a seguir tragando la estrategia del "apaciguamiento" porque ven con enorme preocupación la deriva en Cataluña
Malestar en el PSOE
Los barones y la vieja guardia socialista no están dispuestos a seguir tragando con la estrategia del "apaciguamiento" de La Moncloa, dicen, porque solo ha conseguido envalentonar a los secesionistas. Aún así, todavía fuentes gubernamentales aseguraban este martes al terminar la rueda de prensa Celaá que "no nos van a retirar del diálogo (con Torra) las palabras, solo los hechos".
Las federaciones socialistas han venido asistiendo en las últimas semanas con máxima preocupación a esa reapertura, "sin contrapartidas" del diálogo en la Comisión bilateral Estado-Generalitat (paralizado desde 2011); y, sobre todo, a las concesiones en materia económica (1,458 millones si hay Presupuesto 2019). Solo el presidente aragonés, Javier Lambán, se había atrevido en las últimas semanas a expresar "vergüenza" por lo que está sucediendo en su comunidad vecina.
El lunes por la noche, ese malestar silente se volvió contra Pedro Sánchez al ver las federaciones cómo el Gobierno no reaccionaba condenando los sucesos del Parlament y en tono "absolutamente tibio", dicen, el número tres, José Luis Ábalos pedía "no echar leña al fuego".
Fue entonces cuando la presidenta andaluza, Susana Díaz, en un tono absolutamente diferente al que había mantenido el Ejecutivo central durante toda la jornada, se lanzó a condenar en Twitter la irresponsabilidad del primer mandatario de Cataluña:
Mi condena y mi rechazo más rotundo a los actos de violencia de esta noche en Barcelona. Cataluña tiene que recuperar la convivencia. Le pido responsabilidad a sus gobernantes. https://t.co/qZeNrkltIH
— Susana Díaz Pacheco (@susanadiaz) October 1, 2018
Le seguía desde Extremadura el presidente de esa comunidad, Guillermo Fernández Vara, quien puso el acento en la reacción del huido Carles Puigdemont desde Bélgica a los disturbios que se estaban produciendo a esa hora en Barcelona:
Resulta ciertamente increíble escuchar a Puigdemont decir desde el Reino de Bélgica,que sólo hay democracia si hay república. Pues así todo.
— Guillermo Fdez Vara (@GFVara) October 1, 2018
Los barones están convencidos de que el calendario que les había vendido Pedro Sánchez de elecciones generales, como muy pronto, en el otoño de 2019 -siempre después del domingo 26 de mayo, en el que se votarán europeas, autonómicas y municipales-, hoy más que nunca está en el aire.
La incertidumbre del adelanto de elecciones por el clima en Cataluña lleva a Susana Díaz a no desvelar la fecha de 'sus' andaluzas; e incluso sopesa no adelantarlas
Ninguno de los presidentes socialistas quiere ser el acompañante de baile de Sánchez. Díaz no quiere ni oír hablar de una campaña conjunta con el que viene siendo su íntimo enemigo político desde hace dos años -insiste una y otra vez en unas elecciones "con acento andaluz"- y por eso no ha desvelado todavía la fecha de los comicios.
Tras la ruptura con Ciudadanos en Andalucía, se daba por seguro que los comicios serían este 25 de noviembre, pero algunas fuentes del PSOE-A ya no dan por seguro ni el adelanto con tal de que Sánchez no se solape a la convocatoria. En cualquier caso, la última palabra la tiene el presidente del Gobierno, que solo tiene que esperar a que la andaluza convoque a las urnas y sumarse con un decreto de disolución de las Cortes. El plazo acaba en marzo.
Ese es el escenario que les gustaría al resto de los barones socialistas, los Vara, Javier Lambán, Emiliano García-Page, Javier Fernández, Ximo Puig y Francina Armengol, porque temen un contagio del eventual desgaste electoral de Sánchez si se empeña en resistir hasta el 26 de mayo.
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