Cristina Cifuentes dio el aviso. Fue ella quien entregó a la fiscalía de la Audiencia Nacional, en julio de 2016, la documentación con operaciones sospechosas detectadas en las empresas del Canal de Isabel II en Iberoamérica. Ahí empezó todo. Unos meses después, Ignacio González, su predecesor en la cúspide de la Comunidad, era detenido en su domicilio en una espectacular operación que se prolongó durante horas.
Apenas dos años después de plantificarse en el gran sillón de la Puerta del Sol, merced al apoyo de Ciudadanos, Cifuentes se ha erigido en uno de los dirigentes 'populares' más activos en la lucha contra la corrupción. Aterrizar en el corazón de los escándalos obligaba a adoptar una actitud beligerante e insobornable, comenta uno de sus colaboradores. Ella cogió la bandera. "Si no lo haces así, en el territorio Gürtel, estás muerto".
Cifuentes entró en el Palacio de Correos con espíritu de limpieza. Levantó alfombras y hurgó hasta el fondo de los cajones. Según se hallaban elementos sospechosos, se daba cuenta a las autoridades. Por ejemplo, el singular caso de pago de la factura de la luz del domicilio particular de Esperanza Aguirre, asunto desvelado por Vozpópuli.
Sólo Cifuentes osó pronunciar la palabra 'corrupción' en el Congreso Nacional del PP del pasado marzo. Los dirigentes del partido se olvidaban, uno tras otro, de ese detalle en el momento de subir al estrado y soltar su parrafada. Clamó su voz en el desierto: "Algunos casos de corrupción hicieron cundir el desánimo entre nuestra militancia y generaron alarma social entre los ciudadanos", dijo a un auditorio entregado y vibrante. antes de comprometerse a impulsar un partido "beligerante con la corrupción". Allí se dió cerrojazo a la 'era Esperanza' en el partido y se dio la bienvenida a la etapa Cifuentes, que resultó elegida presidenta regional de la formación.
El relevo generacional de Madrid
El lema de los años de gestión de Aguirre en la Comunidad fue "pico y pala". El de Cifuentes, el de "tolerancia cero con la corrupción". Estilos diferentes para distintos tiempos. Tras declarar ante el juez Velasco por el asunto González, insistió de nuevo en su frase favorita de la tolerancia y en su "absoluta disposición a colaborar con la justicia". Una muletilla que va a repetir hasta la saciedad. "Hay mucho lodo por barrer", comentan en el entorno de la presidenta.
Cifuentes insistió ayer en su "absoluta disposición a colaborar con la justicia". Una muletilla que va a repetir hasta la saciedad. "Hay mucho lodo por barrer", comentan en su entorno
Cifuentes, quien desveló días atrás la importancia de "hacerse la rubia" como estrategia en política, no habla de futuro, ni hace planes, al menos en público. Todo el mundo en el partido da por hecho que estará en primera línea de salida en la carrera de la sucesión de Rajoy. Soraya Sáenz de Santamaría figura en ese ramillete de elegidas al que aspira a subirse Dolores Cospedal, algo descolgada. Y Feijóo por el córner galaico. La líder madrileña a aferra al combate contra los escándalos. Soraya, a su gestión. Cospedal, a su buena prensa en el partido y Feijóo, a su experiencia acreditada. Faltan muchos años para ello, insisten todos.
El PP atraviesa sus horas más convulsas desde los años del estallido de 'los papeles de Bárcenas'. Unos tiempos que algunos creían superados. "Estamos viviendo un déjà vu inquietante, algo que pensábamos periclitado, aunque no olvidado", señalaban fuentes de la formación. Los estruendos retumban un día tras otro. El martes se conoció la citación a Rajoy para declarar como testigo en el asunto Gürtel. Un episodio sin precedentes en la reciente historia que dejó groggy al PP. Al dia siguiente, González y los agitados y procelosos líos del Canal.
Podemos remonta el vuelo
En el cuartel general de Génova piensan que estos episodios le dan un particular vuelo a Podemos, que había protagonizado las horas 'más ridículas' de los últimos tiempos con su autobús de la trama. "El PSOE se equivoca. Ha alentado la comparecencia de Rajoy ante el tribunal y sólo le beneficia a Podemos. Los socialistas ahora no existen y, en un error garrafal de estrategia, están diseñándole a Iglesias un traje a la medida de líder de la oposición", comenta esta fuente.
En el PP se viven con enorme preocupación estos acontecimientos que sacuden con fuerza las doloridas vigas maestras de la formación. Rajoy no pierde la calma pero está irritado. El PP perdió 3,5 millones de votos desde que estallaron los escándalos. Ahora empezaba a recuperarse. "No será posible, volvemos a tener la corrupción en el centro de la agenda política", reconocen. "Hasta vuelven los escraches, ya lo estamos viendo en la calle, es el rastro que deja ese odio del bus", apuntan.
El equipo de Cifuentes, como el de Isabel Bonig en Valencia o el de Alberto Núñez-Feijóo en Galicia, consideran que no se actuó con la necesaria contundencia frente a la escandalera que asoló al partido tiempo atrás. La presidenta madrileña lo tiene claro. Debe borrar los estigmas de la etapa Aguirre, que tiene en la cárcel o bajo detención a sus dos hombres de confianza. Cifuentes empuña ahora la bandera de la regeneración en el PP, frente a algunas reticencias internas.
En la cúpula de Génova, tanto el coordinador general, Fernando Maíllo, como los vicesecretarios generales, son del mismo criterio. "La 'operación limpieza' tiene que seguir, intensificarse, llegar hasta el fondo si no nos queremos encontrar con una sorpresa en las autonómicas del 19", apunta un alto cargo del PP en Castilla y León.
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