Entre el 21 de diciembre del 2017 y el 27 de diciembre del 2018, Ciudadanos ha logrado los dos hitos más importantes de su corta historia como partido nacional: ganar unas elecciones en Cataluña y dar el primer paso hacia las instituciones en Andalucía.
Es cierto que han pasado muchos cosas entre medias, sobre todo la moción de censura que aupó a Pedro Sánchez a la presidencia y cortó lo que, según todas las encuestas, parecía una carrera imparable de Albert Rivera hacia la Moncloa.
A pesar de todos los contratiempos y y de la abundante opinión publicada casi semanalmente sobre la perdida de espacio, relevancia y expectativas, el partido naranja ha cruzado el Rubicón y se consolida como una opción política de gobierno para las próximas autonómicas y municipales del 26-M y las generales.
"La fórmula de acuerdos con partidos constitucionalistas podría ser viable en otras comunidades autónomas o ayuntamientos", dijo el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, en una rueda de prensa para hacer balance del año. "Pero Ciudadanos está preparado para ofrecer en 2019 un proyecto distinto al que plantean los viejos partidos y los populistas".
La Asamblea de Coslada
La transformación que está viviendo la formación de Rivera empezó a fraguarse en la Asamblea General que se celebró en febrero del 2017 en Coslada (Madrid). Ciudadanos tomó dos decisiones vitales.
La primera fue renunciar a la socialdemocracia -no exento de debate interno- para dar primacía al liberalismo en su ideario. La segunda fue prepararse para entrar a gobiernos de coalición a partir del siguiente ciclo electoral, aparcando la línea que se había autoimpuesto hasta ese momento de apoyar siempre a la lista más votada pero sin entrar a las instituciones.
El pacto de gobierno con Mariano Rajoy fue para muchos un acta de defunción para Ciudadanos. Nada más lejos de la realidad. Rivera suele comentar siempre a sus más cercanos que lo mejor que pueden hacer es darles por muertos. A sus diputados siempre les exige en privado que aprieten los dientes, porque el objetivo está más cerca que nunca.
Los sucesos de Cataluña en octubre del 2017 dispararon a Ciudadanos, que se convirtió en el partido más vehemente en la defensa del constitucionalismo. Su líder en Cataluña Inés Arrimadas ganó las elecciones autonómicas convocadas por Rajoy.
Un resultado tan espectacular como estéril en la práctica. El reparto de escaños devolvió la mayoría al separatismo y colocó a Arrimadas en la oposición. Una oposición que apenas puede ejercer en las actuales circunstancias. El Parlament pasa largas temporadas cerrado y no hay iniciativa legislativa de una Generalitat que todavía se debate entre el unilateralismo y la ruptura, y el regreso a la Constitución.
La victoria en Cataluña, que nadie creía posible, fue sin embargo un mensaje a PSOE y PP. El terremoto catalán colocó a Rivera en cabeza de las encuestas. La moción de censura lo cambió todo. La llegada de Sánchez a la Moncloa y la relevo de Rajoy por Pablo Casado alteró los equilibrios políticos que había dejado la revuelta del independentismo.
Digerir la moción de censura
¿Hubo nervios en Ciudadanos? Los hubo. Costó un tiempo recuperar el espacio. La consolidación de Ciudadanos ha llegado en Andalucía. El partido naranja duplicó sus votos y pasó de nueve a 21 escaños. No superó al PP, como anhelaba Rivera, pero la debacle del PSOE le ha permitido dar el salto a las instituciones, tal y como se diseñó hace casi dos años en Coslada.
Es cierto que a la ecuación hay que añadir Vox. No es una situación cómoda en Ciudadanos, pero el partido ha hecho su análisis y estudios cualificados entre sus votantes andaluces. La conclusión es que primaba la opción de cambiar el gobierno socialista por primera vez en casi 40 años.
La gestión de Ciudadanos en Andalucía se va a mirar con lupa. El partido sabe que se juega mucho. No se puede permitir el más mínimo error. Por eso, está revisando al detalle sus perfiles para la Junta.
Vox es una nueva distorsión, pero antes ha habido otras. La dirección de Ciudadanos está convencida de que también sabrán lidiar con esa atomización del voto en el espacio de la derecha que Sánchez está explotando por todas las vías posibles, mientras en público se rasga las vestiduras.
Dicen en Ciudadanos que el partido ha aprendido en estos años a leer bien por donde soplan los vientos de la sociedad española para desplegar las velas. Vox era un elemento con el que no contaban. Y una dificultad añadida. "Si quieren que nos den por muertos otra vez", dicen en Ciudadanos.
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