La reunión del Consejo General de Ciudadanos aprobó la fecha del congreso y los miembros de la gestora que dirigirán el partido hasta marzo, pero también supuso un duro enfrentamiento entre 'riveristas' alineados con Inés Arrimadas y las caras visibles del sector crítico -Luis Garicano, Francisco Igea e Ignacio Prendes- como no se veía desde junio tras la dimisión de Toni Roldán.
El cónclave fue tan "bochornoso", en palabras del consejero canario Javier Amador, que anunció su baja del partido a los pocos minutos de abrirse las puertas de la sala en la que se celebró la reunión, al comprobar que la "única estrategia" de los 'riveristas' que han vuelto a copar la gestora es "aplastar a la discrepancia".
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Vozpópuli ha reconstruido con varios testimonios cómo se desarrolló la polémica reunión. El voto de la fecha de la Asamblea General -el 15 de marzo- pasó sin problemas con la unanimidad de los 128 miembros del Consejo General que tenían derecho de voto. Sin embargo, la siguiente votación sobre la composición de la gestora provocó un enorme revuelo.
Lo que provocó indignación en algunos consejeros es que se descartase el uso del voto secreto, a pesar de que se había colocado una urna para ello
Varios de los presentes se sorprendieron al ver que el presidente del Consejo General, Manuel García Bofill, anteponía esa votación al debate sobre los nombres que les acababa de presentar. Y lo que provocó indignación en algunos consejeros es que se descartase el uso del voto secreto, a pesar de que se había colocado una urna para ello.
Garicano e Igea "se echaron las manos a la cabeza" en ese momento, coinciden las fuentes. El eurodiputado se levantó de su silla y se acercó a la posición de Arrimadas "pidiéndole que parase" esa imposición. La portavoz en el Congreso y única candidata que concita apoyos para suceder a Albert Rivera no se dio por aludida y delegó cualquier decisión en Bofill.
La votación a mano alzada sobre la gestora tuvo tintes surrealistas. Se empezó preguntando cuántos votos en contra había (5), luego cuántas eran las abstenciones (6) y cuando llegó el turno de los votos a favor... hubo muchos que no levantaron el brazo. Ante la sorpresa y en medio de los murmullos, Bofill dijo que valían tanto las manos alzadas como las que no, así que se contabilizaron 117 'síes' y el partido anunció que la lista había contado con el 91,4% de apoyos de los presentes.
Debate muy bronco
El debate posterior fue muy bronco. Igea tomó la palabra para advertir que actitudes así son "contrarias a la libertad" que pregona el partido en sus comparecencias públicas. "No sólo hay que ser liberal de puertas a fuera, sino aplicárselo de puertas a dentro", expuso en estos términos.
Carlos Cuadrado, el responsable de Finanzas, le espetó desde su sitio a Igea que tenía muy mal perder. "¡Qué mal lo haces!", le lanzó mientras Begoña Villacís intentaba mediar y le pedía a Cuadrado que "se callase".
Varias consejeras 'oficialistas' cargaron a continuación contra los miembros del sector crítico. No eran personas de la primera línea del partido, lo que llevó a algunos de los críticos a ver una estrategia concertada. Una de las consejeras opinó que a Ciudadanos le iría mucho mejor "huyendo de los Cantós, los Igeas y los Prendes", refiriéndose a Toni Cantó, Ignacio Prendes y el citado Igea.
"No sólo hay que ser liberal de puertas a fuera, sino aplicárselo de puertas a dentro", expuso Igea durante el bronco debate
Ante las duras críticas contra los críticos, algunos pidieron amparo al presidente del Consejo General, pero Bofill respondió que "no podía coartar" las opiniones de los que pedían hablar. Garicano tuvo un discurso conciliador y constató que existe "desafección" entre los votantes de Cs por cómo se han adoptado algunas de las medidas de los últimos meses. Además, advirtió que los límites de las críticas "se convierten en ataques cuando pasan a ser ad hominem", es decir señalando a los presuntos culpables con nombres y apellidos.
Prendes se quejó que Cs no hiciese "autocrítica" e Igea volvió a lamentar que el partido no aprendiese de sus errores. Arrimadas y el 'núcleo duro' de Rivera no pidieron la palabra, sino que fueron algunos de los consejeros menos conocidos quienes se encargaron de censurar a los críticos. Ante la virulencia de dichos ataques, Patricia Reyes defendió, por ejemplo, el trabajo que ha llevado a cabo Cantó en la Comunidad Valenciana.
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