Políticamente huérfanos y anímicamente desconcertados. Así se sienten buena parte de quienes formaron el último Gobierno de Mariano Rajoy. Es el 'club de los ex', como los califica uno de sus miembros, todavía no acierta a calibrar la magnitud del estropicio. Un cataclismo inesperado, dice este exministro, todavía conmocionado tras el efecto de la moción de censura que cambió sus vidas.
"Perder unas elecciones es un drama, pero cuentas con ello", añade en voz queda, en un establecimiento próximo al Congreso. "Lo que nos ha ocurrido no entraba en nuestras previsiones, nadie lo imaginaba, ha sido un golpazo traicionero y demoledor que nos ha dejado K.O.". Todavía están 'groggy'. Rajoy se quedó catatónico el martes 29, dos días antes de la moción de censura, al olerse que el PNV ya estaba en acuerdos con Pedro Sánchez. Un navajazo por la espalda que le echaría de la Moncloa.
Cuatro décadas en política. Mariano Rajoy, 63 años, acaba de renunciar al escaño, al acta de diputado, al aforamiento (salvo que ingrese en el Consejo de Estado) y a toda pretensión de retorno. El día 21 le entregará también el relevo a su sucesor al frente del PP y se reincorporará a su puesto de registrador de la propiedad. Con 24 años, fue el registrador más joven de España. Ejerció en Villafranca (León) y en Padrón (La Coruña) y finalmente en Santa Pola, (Alicante), donde le espera su plaza si es que la pretende. Puede pedir un traslado o concursar a otro destino.
Después del batacazo, Rajoy ya tiene claro su destino. No todos sus antiguos ministros lo han logrado. La mayoría ha decidido quedarse en el sillón del Congreso, al menos hasta que termine el periodo de sesiones. Luego, Dios dirá. Soraya Sáez de Santamaría, en pugna ahora por la presidencia del partido, ocupa ahora un escaño de tercera fila. Es una mera diputada rasa. En el caso de que no logre su posible objetivo de ponerse al frente de Génova, quizás deje la política rumbo a un cómodo sillón, quizás en las alturas de alguna entidad financiera. Abogada del Estado, también podría reincorporarse a su labor de funcionaria. Al igual que Dolores Cospedal, su eterna enemiga, que maniobra también en los preliminares del congreso del PP.
La secretaria general del PP también es abogada del Estado. Pero nadie imagina que vaya a dejar la política. Se mencionan varias opciones, desde una cabecera de cartel en Madrid para las municipales y autonómicas, a un puesto similar en las europeas. Un hueco al que también aspira Íñigo Méndez de Vigo, exministro de Cultura y portavoz del Gobierno. Europa parece ser su destino. De allí le sacó Rajoy cuando tuvo que buscar un raudo relevo en Educación a José Ignacio Wert, quien marchó vertiginosamente a París arrebatado por un pronto amoroso. Méndez de Vigo seguirá en la política. Su agenda es sumamente densa. Esta semana se le ha visto en actos sociales y culturales, como en la presentación de la obra "La rebelión del general Sanjurjo". Su destino es Europa.
Las directrices de Génova
Dolors Montserrat, ex de Sanidad, a quien se la sitúa ya al frente del PP de Cataluña, una vez que García Albiol pase a competir en las municipales por el puesto de alcalde de Badalona, que ya ocupó. Montserrat participa estos días en actos del partido, frecuenta los medios y hace declaraciones. Con prudencia. En Génova no hay directrices sobre los acontecimientos de enjundia. A veces los criterios chocan. Rafael Hernando va por un lado y Fernado Maíllo, por otro. Desajustes lógicos.
Cristóbal Montoro, ex de Hacienda, ha dedicado estos días más tiempo a pasear por Guadarrama, donde tiene chalet y monta a caballo, que en sus largos años de organizar presupuestos. Los del 2018 fueron su última victoria. Los sacó adelante, con el apoyo de los vascos, en una ardua negociación que le garantizaba a Rajoy terminar la legislatura. "En política no cabe hacer previsiones, pero tampoco hay que imaginar lo imposible", dice uno de sus colaboradores.
Cuentan que Montoro buscaba la otra tarde, con cierta distante ironía, su nuevo lugar en el Hemiciclo. "¿Y mi escaño, dónde está?". Nada menciona sobre su futuro. Tampoco su equipo ofrece alguna pista. Es catedrático de Hacienda Pública, pero nadie le ve en la Universidad. Tampoco parece que piense regresar a los negocios. Tuvo con su hermano un despacho de asesoría financiera, llamado "Equipo económico", que le ha acarreado enormes problemas. De momento, seguirá en la política, comenta a sus próximos.
Vencer a Pedro Sánchez
Juan Ignacio Zoido no piensa dejar Madrid. Es juez, fue alcalde de Sevilla, pero no piensa en regresar a su tierra. Trabajará en el Congreso, e incluso aspira a presidir alguna comisión. Un objetivo que se han fijado varios de los ministros cesantes, puesto que ese cargo acarrea un plus de más de mil euros al mes. El sueldo de diputado es de 3.600 euros al mes, y de 4.400 para los de provincias. Una cifra modesta en comparación con los 78.000 euros de media que cobraban como miembros del Gabinete ministerial.
La extitular de Agricultura, Isabel Gaecía Tejerina, ha desarrollado su vida profesional en la Adminisración, siempre en el mismo departamento. Ingeniera agrónomo, su gente asegura que seguirá en la política. No se plantea por ahora aceptar alguna de las ofertas que ha recibido en los últimos tiempos. Su nombre incluso ha sonado como posible aspirante a presidir el PP. Sería la candidata perfecta para vencer a Pedro Sáchez en 2020", dicen algunos de los barones, algo escépticos con el futuro de Feijóo en las próximas generales.
Nada dice Rafael Catalá sobre sus próximos pasos. Silencio absoluto en su equipo de comunicación y en su entorno. El exministro de Justicia ha transitado por diversos departamentos de la Administración, Hacienda, Educación y muy en especial, Fomento, donde ejerció de 'número dos' de Ana Pastor, la actual presidenta del Congreso. También ejerció en la vida privada como director general de Codere, la asociación del sector del Juego. De momento seguirá en política, comentan algunos compañeros.
Muchos de los socios del 'club de los ex' esperan a que se despejen las dudas del próximo congreso del partido. Su futuro se orientará según el color que tome la cúpula. Íñigo de la Serna es uno de los tres antiguos miembros del Gabinete que no era diputado. Ingeniero de Caminos, fue alcalde de Santander, de donde le extrajo Rajoy para ocuparse de la cartera de Fomento. Seguirá en política, comentan sus próximos. También se habló de él como aspirante a la sucesión de Rajoy. Quizás pugne por presentarse a las autonómicas de su región para arrebatarle la presidencia al incombustible Miguel Ángel Revilla.
Alfonso Dastis, Exteriores, tampoco es diputado. Ha sido uno de los miembros más grises y romos del Gabinete. Por escalafón, antigüedad y hoja de servicio, podría ocupar una embajada. Una aspiración que depende del Gobierno, por lo que quizás resulte algo complicado. Ha ocupado ese cargo en La Haya y en la delegación española ante la UE. Es un experto en asuntos comunitarios y gran amigo de Fancisco Millán, cuñado de Mariano Rajoy, eurodiputado del PP.
Tomás Escolano ha estado an sólo tres meses en la cartera de Economía. Abandonó el confortable sillón del BEI, donde ingresaba casi 30.000 euros al mes, para sustituir a Luis de Guindos, quien asumió la vicepresidencia del BCE. Es técnico del Estado y aseguran en su equipo que estudia algunas ofertas para dedicarse a la actividad privada. Parece que tiene claro que dejará la política.
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