El CNI se encuentra en una encrucijada ya que el mandato de cinco años de su director, Félix Sanz Roldán, expira en la primera semana de julio, concretamente el día 4. Tras diez años al frente de los servicios secretos, el Gobierno de Pedro Sánchez da por amortizada la etapa del general, según fuentes gubernamentales.
Los dos quinquenios consecutivos de Sanz Roldán han tenido luces en la lucha contra el terrorismo etarra y yihadista, pero también alguna sombra en los últimos años en los que el CNI ha estado en el disparadero por las acusaciones del comisario José Manuel Villarejo y los escándalos mediáticos de Corinna zu Sayn Wittgenstein o Francisco Gómez, el 'pequeño Nicolás'.
El BOE del 4 de julio deberá incluir el cese automático de Sanz Roldán -a semejanza del Defensor del Pueblo o el presidente del Banco de España cuando expira su mandato- y se podría dar la paradoja de que el Gobierno de Sánchez esté en ese momento en funciones, al no haberse constituido aún el nuevo Ejecutivo.
En esa condición de interinidad, el Gobierno tiene las manos atadas ya que no puede adoptar ninguna medida que comprometa o condicione al siguiente Ejecutivo, aunque sea del mismo color. Entre las reglas básicas del 'fair-play' político está el no nombrar ni cesar altos cargos mientras se está en funciones.
La ley reguladora del CNI
En todo caso, con el cese automático de Sanz Roldán a principios de julio, el CNI quedará en manos de su actual secretaria general, Paz Esteban, tal y como establece la ley reguladora de los servicios secretos que aprobó el Gobierno de Aznar en 2002.
El artículo 10 de la citada norma señala que la persona al frente de la Secretaría General del CNI "sustituirá al Director en los casos de ausencia, vacante o enfermedad". La segunda de estas posibilidades es la que se aplicará en el momento del cese automático de Sánz Roldán.
Se ha asumido que después de diez años muy estables, en el que el gran objetivo ha sido luchar contra el terrorismo, ahora no puede ser el único"
En La Casa se preparan, por tanto, para el relevo del que ha sido el jefe de los servicios secretos desde 2009 con la certeza de que se necesita un giro copernicano. "Se ha asumido que después de diez años muy estables, en el que el gran objetivo ha sido luchar contra el terrorismo, ahora no puede ser el único objetivo", subraya una fuente que conoce las interioridades del CNI.
ETA ha desaparecido y contra el terrorismo de origen yihadista ya hay una estructura acorde para hacerle frente. Atrás quedaron las carencias detectadas tras los atentados del 11-M hace quince años. En la pasada legislatura, el Gobierno de Rajoy aprobó la contratación de 500 nuevos agentes para combatir el yihadismo, lo que elevó la plantilla del centro de espionaje a un total de 4.000 miembros.
Desde diferentes ámbitos se cree llegado el momento de potenciar el área de inteligencia económica del CNI. Los activos industriales y tecnológicos del país siguen en la diana de los ataques cibernéticos, al tiempo que se debe mejorar la protección de los intereses económicos tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Los candidatos a la sucesión
Sobre los posibles nombres para dirigir el CNI, en los últimos meses se ha hablado de Esperanza Casteleiro, quien fuera número dos de los servicios secretos en la etapa de Alberto Saiz y que en la actualidad es la jefa de Gabinete de la ministra de Defensa, Margarita Robles, quien podría ejercer de 'madrina' si continúa al frente de este ministerio, del que depende orgánicamente el CNI.
La otra candidata "histórica" para convertirse en la primera mujer al frente del CNI es Elena Sánchez, quien ya fue mano derecha de Sanz Roldán. Pero hace un año fue elegida por Patricia Botín para llevar el departamento de Seguridad e Inteligencia del Banco Santander y "difícilmente se va a complicar la existencia", apunta la citada fuente.
En parecidas circunstancias se encuentra Miguel Ángel Sánchez San Venancio, un histórico del CNI con amplios conocimientos de la lucha antiterrorista, y que desde 2016 es el director de Seguridad Corporativa de Telefónica a las órdenes de José María Álvarez-Pallete. Un puesto muy cómodo y bien remunerado, a diferencia de La Casa, donde cada director tiene la sensación de que conspiran contra él desde el primer día que asume el cargo.
En el CNI conviven dos almas, la de los militares y la de los civiles, en el que siempre han ganado los primeros. La estructura y la presencia de militares y guardias civiles en el CNI siempre ha sido determinante e intentarán promocionar a un candidato de ese estamento. Una opción es el general Miguel Ángel Ballesteros, quien lleva casi un año en La Moncloa como director general del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) por decisión del propio Sánchez.
En el otro bando predomina la tesis de que el nuevo director del CNI tiene que ser un administrador civil, alguien que gestione mejor los recursos internos y que se preocupe más por los problemas de la sociedad y no sólo los de Interior y terrorismo.
Ahí entra en escena el desafío independentista de Cataluña, que tantos desvelos provoca en los servicios secretos y en el que ha habido fallos sonoros como la no interceptación de las urnas que se utilizaron en el referéndum ilegal del 1-O de hace casi dos años.
El perfil más idóneo para el regreso de un director civil a La Casa sería alguien ajeno a los servicios secretos, con buena formación jurídica, que conozca bien el mundo de la política y, a ser posible, que esté familiarizado con el problema de Cataluña. Pero en ese retrato robot aún no hay candidatos.
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