Ni en sus mejores sueños hubiera encontrado Moncloa tan rápida excusa para desempolvar la amenaza de la foto de Colón. Ni buceando en las escenas de las series políticas de Netflix tan del gusto de Iván Redondo –y de un tal Pablo Iglesias, ¿se acuerdan?- se halla una prima donna como Rosa Díez, un gurú decimonónico como Fernando Savater o una ex de casi todo como María San Gil. De ellos, y de otros rostros comprometidos políticamente, ha brotado la excusa pintiparada para cambiar el guion y dar un balón de oxígeno a Pedro Sánchez justo cuando más feo se ponía el asunto.
La denominada plataforma Unión 78 ha convocado a una protesta que se antoja multitudinaria contra los inminentes indultos a los líderes del procés. Será el próximo 13 de junio. Y debe ser que Madrid es pequeño, pues el lugar de la manifestación no es otro que la Plaza de Colón. Allá donde, en febrero de 2019, se congregaron en escasos metros representantes de Partido Popular, un entonces poderoso Ciudadanos -Albert Rivera, ¿se acuerdan?- y de un Vox todavía emergente. 'Por una España unida', se llamaba aquello y ahí fue todo el arco, desde los radicales al centro, arropado por miles de personas. Pero aquel símbolo de la unidad de la derecha no tardó en ser agitado por el sector izquierdo como auténtica encarnación del mal en política.
Por supuesto que la protesta es legítima y si me apuran, necesaria. Se celebrará con mayor o menor éxito pero con total normalidad, faltaría más. Pero esa no es la cuestión aquí. El asunto es de oportunidad política, el brete donde encuentran ahora Partido Popular y Ciudadanos toda vez que la convocatoria ha sido abrazada con rapidez por Santiago Abascal. Porque Vox ha sido hábil y se ha ubicado en el centro mismo de la protesta. Si PP y Cs se borran, o dudan, dejarán huérfanos a los electores que piden una contundente respuesta de su partido ante el polémico e interesado perdón a los líderes independentistas del 1-O.
Tal y como estamos contando en Vozpópuli, la posibilidad de repetir esa imagen de unidad con Vox ha resucitado los complejos de Pablo Casado e Inés Arrimadas, obligados a soplar y sorber al mismo tiempo. Esto es, acudir con entusiasmo y, a la vez, distanciarse de Vox. Así que, de primeras, lo que se les ha ocurrido es pedir que la marcha del 13-J sea liderada por la sociedad civil y no acabe fagocitada –como parece que ocurrirá- por los políticos. Extraño que a los convocantes, a quienes se les supone una alta inteligencia política, se les haya pasado por alto el efecto pernicioso de una manifestación como la que nos ocupa si se deja abrazar por los intereses de los partidos.
La posibilidad de repetir esa imagen de unidad con Vox ha resucitado los complejos de Pablo Casado e Inés Arrimadas, obligados soplar y sorber al mismo tiempo
Porque para la izquierda, agitar el fantasma de una nueva foto de Colón, la mera perspectiva de incomodar con ello a la derecha templada, es un horizonte demasiado excitante para dejarlo pasar. Pedro Sánchez -que sabe que por ahí flaquean PP y, sobre todo, lo que queda de Ciudadanos- lo vio claro desde su helicóptero camino de Soria, que la descontaminación ya si eso en 2050. La maniobra es clara: trasladar la presión insoportable de los indultos del 1-O a la presión por dejarse fotografiar a menos de dos metros de Santiago Abascal.
La maquinaria ya está en marcha. Se vienen horas de televisión. ¿Qué hará Casado? ¿Y Arrimadas? ¿Habrá foto de unidad de la derecha? Los rapsodas gubernamentales ya han puesto con chinchetas en la foto a PP, Cs y Vox. En Colón, por supuesto. Ante una gran bandera de España, si fuera posible. Se resucita lo que la izquierda entiende como reactivación de una gran amenaza, se desvía la atención y se da un respiro al presidente del Gobierno. Así que no hablemos de vacunas. Ni la pandemia. O del desgarro catalán. Ni de indultos indecentes. Nunca hablemos de los asuntos de fondo. Hablemos de la foto de Colón. La forma por encima de fondo. Lo habremos logrado una vez más. Gracias, plataforma. Gracias, Rosa. Y compañía.
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