"Primero los ayuntamientos, luego la Moncloa". Naif y simpática arrancó la sesión sabatina de la convención del Partido Popular."Cuando Dios creó la luz, los socialistas ya venían con el recibo". El alcalde de Badajoz se llevó la palma de las ocurrencias que los candidatos populares exhibieron en la segunda sesión del cónclave de los populares. Almería reclamaba su capitalidad gastronómica, Ávila, sus murallas, Burgos su catedral en el octavo centenario, Cáceres y su turismo interior. Y así sucesivamente. Hubo también apuestas ideológicas, como la aspirante de Bilbao, contra el PNV y los nacionalistas, o Bou, aspirante por Barcelona, independiente, que le echó entusiasmo a su presentación.
La aspirante por Gerona, "orgullosa de Rajoy que frenó al independentismo", despertó enorme entusiasmo al denunciar que se acabará con "una ciudad secuestrada, y que eso va a acabar, cunado gane Pablo Casado, Gerona volverá a ser española".
Cada candidato municipal disponía de dos minutos. Lo aprovecharon. Había alcaldes y postulantes. Con entusiasmo, contagiados de la ilusión del 'nuevo PP'. Cuando Pablo Casado sea presidente del Gobierno, Extremadura tendrá tren. Y bajará el precio de la luz y de los combustibles. Y apoyará a todos los municipios de España.
Bajar los impuestos es norma de la casa. Los ediles populares alternaban los atractivos turísticos o culturales de su municipios con la gran teórica del PP, defensa del individuo, rebajas fiscales, empleo, riqueza y progreso. Y punto final al sectarismo, al populismo, a la parálisis que imponen los gobiernos de izquierda que se hicieron con los consistorios en las elecciones de 2015. "Lo que quiere Casado para nuestras ciudades".
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