Dolores Cospedal ha reaparecido en la primera línea política. Génova se ha eclipsado mediáticamente durante la crisis de Cataluña. Todo el peso de la respuesta del Estado al golpismo secesionista se ha asentado en Moncloa. Ahora toca preparar la campaña electoral. Es la hora de Génova y del partido, que atraviesa por momentos complicados. Otra vez la corrupción, de nuevo los tribunales.
La ministra de Defensa compareció en la rueda de prensa del Consejo de Ministros del pasado día 15. No es una presencia habitual, de ahí la sorpresa. El motivo estaba plenamente justificado. Se trataba de anunciar la incorporación de España a una instancia militar europea. Un paso importante, señaló la ministra. Pero de escaso recorrido informativo. Los periodistas querían saber de Cataluña. Material para titulares. Injerencias de Rusia, (al margen del espía Cipollino, esa broma de ignotos humoristas putinescos con Puigdemont perdido en la Plaza Roja) ciberataques, temperatura en la Fuerzas Armadas... Están listas "para lo que sea menester", explicó Cospedal.
Dos días después de esa intervención, la secretaria general del PP viajaba a Barcelona junto al presidente del partido. Se trataba de oficializar al candidato García Albiol como cabeza de lista del 21D. Cospedal es reclamada entre los simpatizantes catalanes de su formación. Tiene un mensaje fuerte, firme frente al secesionismo. Al estilo Albiol. Ni ampara concesiones ni negociaciones.
Aznar y los mandatos
La secretaria general de los populares quiere tener presencia activa en esta campaña en la que tanto está en juego. En especial para el PP, que podría quedar muy lejos del PSC y Ciudadanos en la contienda. Los populares atraviesan momentos muy incómodos y no sólo en Cataluña. El frente de la corrupción no se extingue. Más bien, se acumula. La imputación al partido por la destrucción de los ordenadores de Bárcenas. El final de la primera etapa de la Gürtel. El caso Púnica y sus derivados. El anunciado alud de los escándalos ha vuelto donde solía. Se suma, también, Aznar, de nuevo belicoso. "Dos mandatos es suficiente". "Me cuesta reconocer al partido". El expresidente, en su línea. Y en el peor momento.
"Rajoy quiere superar a Franco", se le había escuchado al aznarista Zaplana en unas conversaciones con Ignacio González, presunto cabecilla del 'caso Lezo'. Dos expresidentes de comunidad en pleno chismorreo grabados por un juez. "Aznar le tiene odio africano a Rajoy. Si es Feijóo, pues Feijóo, pero Rajoy, fuera", se escuchaba en ese diálogo que ha alimentado decenas de horas de tertulias televisivas. "Rajoy es imposible", concluían. Hasta el esposo de Cospedal, López del Hierro, aparecen en las estrepitosas cintas de González. "Su talón de Aquiles", se comenta. Todo un clásico en el PP.
Cospedal ha roto el sigilo de su agenda. Profusión de actos ante las cámaras. Curso en el Ceseden, Consejo de ministros, candidatura en Barcelona y nueva visita a Gerona. Este viernes estuvo allí, en una visita al museo militar del Castillo de San Ferran de Figueras. En pleno corazón del Ampurdán, núcleo vivo del secesionismo, la titular de Defensa señaló, a título de recordatorio, que Cataluña acoge a más de dos mil militares y subrayó que los Ejércitos "defienden el interés general". Aprovechó que se encontraba por tierras catalanas para responder al exabrupto de Marta Rovira (ERC) sobre los tanques, la sangre y la violencia. "Todo eso es absolutamente falso, y se lo sigo yo que soy la ministra de Defensa".
Poner en marcha el 155
La ministra de Defensa recobra voz y protagonismo. Génova pide la palabra. La respuesta a la crisis catalana ha partido exclusivamente de Moncloa. Soraya Sáenz de Santamaría es, en la práctica, la presidenta de la Generalitat. Su embajador en Barcelona, Enric Millo, ejerce de virrey. Todos los ministros trabajan bajo la coordinacion de la vicepresidenta. Su labor era complicada. Poner en marcha la aplicación del 155 parecía imposible sin sobresaltos y tensones.
Todo discurre bien. Los funcionarios cumplen su cometido, la Justicia actúa sin contratiempos, la policía, salvo la excepción de la jornada de huelga general, está bajo control. Sólo TV3 sigue a su aire. El balance es positivo. Sáenz de Santamaría sube en la cotización.
Ahora le toca el turno a Génova. El día a día del PP está en manos de Fernando Martínez Maíllo, el coordinador general. Cospedal aparece como un elemento ornamental que aparece cada lunes en TVE en la escena del paseíllo del Comité de Dirección. Poco más. Maíllo controla el cuarto de máquinas. Ahora, con problemas. Aznar, la corrupción, los escándalos.
El PP tiene un gran reto ante las decisivas urnas. Cospedal recobra protagonismo. Un impulso al partido. Si hay contratiempos, ahí está Albiol para recoger los pedazos. Si la sorpresa es grata, la secretaria general allí estaba. Es la respuesta interna al 155 de Soraya. La clave sucesoria nunca se abandona. "Estas dos, se matan", dicen en Génova. "Por eso Raioy no se va, para que no lo hagan", añaden con ironía.
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