La nueva etapa de colaboración entre el PSOE y Podemos, pese a las buenas palabras de sus líderes, tiene por el momento pocos frutos. Su único éxito hasta ahora es el Pleno extraordinario de hoy para que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, dé explicaciones sobre la financiación de su partido y la trama Gürtel. Y no se esperan otros logros inmediatos. En un arranque de curso marcado por la cita del 1 de octubre, los socialistas tienen en Cataluña su prioridad absoluta y ahí el choque con el partido morado es cada vez mayor.
Estas discrepancias no son de ahora. El PSOE y Podemos llevan mucho tiempo chocando por la crisis territorial, pero la inminencia del desafío aviva esas diferencias: mientras los socialistas se han instalado en una posición “de Estado” en apoyo al Gobierno para atajar el procès, Pablo Iglesias, se mantiene de perfil. Sin un pronunciamiento sobre el referéndum desde antes de las vacaciones, la novedad de los últimos días ha sido su contacto con el líder de ERC, Oriol Junqueras. Un acercamiento que le puede alejar aún más del PSOE.
En esa cena, adelantada por El Confidencial, Junqueras emplazó al líder de Podemos a que llame a la movilización de los suyos para el 1-0 e Iglesias le pidió que apoye una moción de censura contra Mariano Rajoy. Y si lo primero está claro que cuenta con el rechazo total de los socialistas, lo segundo está cada día más lejos para Pedro Sánchez.
El PSOE lleva tiempo dando largas al partido morado para una nueva moción de censura, pero que aparezca ahora como algo vinculado a la crisis territorial no ha hecho más que avivar esa negativa. “Es un camelo, no va a ningún lado”, sostiene un dirigente de la Ejecutiva federal, convencido de que Iglesias aprovecha cualquier oportunidad para “rehabilitar” esa propuesta, porque es "lo único que le interesa", aunque ya sabe que no puede contar con el PSOE.
Menos aún si, precisamente ahora, trata de meter por medio a ERC. “Nosotros no jugamos a dos bandas”, señalan a este periódico fuentes de Ferraz. El PSOE ha cerrado filas con el Gobierno en Cataluña y no quiere dejar lugar a dudas. Después de la polémica en torno a su propuesta de una España plurinacional, los socialistas se han anclado en la defensa de la unidad de España y de la soberanía nacional.
“Nosotros no jugamos a dos bandas”, señalan fuentes de Ferraz
A partir de aquí, están abiertos al diálogo, pero en el fondo de la cuestión consideran que la crisis territorial va más allá de la consulta independentista. El PSOE insiste en que hay que hacer política para superar este problema y, para ello, la próxima semana pondrán sus medidas encima de la mesa, que ofrecerán al resto de partidos.
Ahí se incluye una oferta de acuerdo a Podemos, como al resto de partidos, aunque hasta ahora en este tema sólo han encontrado diferencias con los de Iglesias. Mientras el PSOE defiende una nación de naciones con una única soberanía española, el partido morado apuesta por unas soberanías compartidas que los socialistas rechazan de pleno.
El otro punto de fricción es el referéndum, ya que los socialistas defienden que el único válido será el que se haga después de una reforma de la Constitución, en toda España, y Pablo Iglesias supedita cualquier acuerdo en esta materia a la negociación de una consulta para Cataluña. Es más, Iglesias ha defendido que una moción de censura a Rajoy debe incluirlo.
Pero, además, los socialistas no comparten la manera en la que Podemos está afrontando este proceso. Consideran que la postura de Pablo Iglesias es ambigua y hay quien, con sorna, le anima a fijar primero una posición con su federación catalana y cerrar una crisis que ya pasaron los socialistas hace años, cuando el PSC defendía el denominado derecho a decidir. El partido hermano del PSOE en Cataluña abandonó esa reivindicación en 2013, cuando, en tiempos de Alfredo Pérez Rubalcaba y Pere Navarro, se pactó la ‘Declaración de Granada’, abogando por una reforma de la Constitución en sentido federal.
Diferencias en Podemos
Ahora, es Podemos el que mantiene discursos diferentes en Madrid y en Cataluña. Pablo Iglesias se ha movido del apoyo a la consulta, calificándola de “movilización legítima” en mayo, a defender que si fuera catalán, no participaría en ella, como dijo mes y medio después. Mientras tanto, el líder Podemos en Cataluña, Albano Dante Fachin, y el coordinador general de En Comú Podem, Xavier Domènech, apoyan el referéndum.
Aún así, es poco probable que este mes de septiembre pueda servir para acercar al PSOE y a Podemos, aunque entre sus deberes para el inicio de curso está retomar la mesa de coordinación que se prometieron en julio para estudiar iniciativas con las que ir desmontando las políticas del PP.
En la última reunión que celebraron sus equipos, el pasado 17 de julio, acordaron trabajar juntos en una “agenda social”, pero, más allá de la foto, la cita sirvió para poco, más allá de para constatar sus discrepancias, en política territorial o incluso en el nivel de colaboración que desean mantener. Y pocos días después, sin haber arrancado las conversaciones, llegaron los primeros roces y choques. Saltaron en la comisión de investigación sobre la presunta policía política en Interior, cuando el PSOE votó en contra de las conclusiones de Podemos, y después de que el partido morado presentara una iniciativa sobre becas sin avisar a los socialistas.
Hasta ahora, todo lo que ha dado de sí la colaboración parlamentaria entre los dos partidos ha sido la iniciativa para llevar a pleno a Rajoy a hablar de corrupción, una propuesta que lanzó Podemos al PSOE, que pactaron después Sánchez e Iglesias y que ha podido salir adelante por el apoyo del PNV.
Pero incluso esto servirá para constatar diferencias entre los dos partidos: cada uno seguirá con su estrategia contra el presidente del Gobierno. Si el PSOE, en boca de Margarita Robles, vuelve a pedir la dimisión de Rajoy, Podemos insistirá en la moción de censura. Y para eso, ya tienen la respuesta de los socialistas.
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