Política

Por qué la defensa de la tauromaquia no mueve el voto demasiado

La incorporación de toreros en las listas del PP y Vox recoge una creciente contestación de aficionados pero también de sectores vinculados al campo y la ganadería contra el movimiento animalista

A Joaquín Miranda, banderillero de Juan Belmonte, le nombraron Gobernador Civil en Huelva poco después de la guerra civil. Alguien preguntó a Belmonte por la sorprendente evolución de este integrante de su cuadrilla. El maestro sevillano respondió: "Pues ya ve usted... ¡degenerando!".

No hay demasiados toreros que se hayan cortado la coleta para entrar en política. Casos como el del banderillero de Belmonte demuestran que la relación entre el mundo del toro y la política no es nueva, pero sí excepcional. Las elecciones generales del 28-A han sido un punto de inflexión. Y la defensa de la tauromaquía se ha querido utilizar como un catalizador del voto, pese que el aficionado taurino no se comporta como un bloque monopolítico.

"La afición, afortunadamente, es sumamente heterogénea. De hecho tengo amigos aficionados de muchas opciones políticas", dice Fátima Halcón, profesora de Historia del Arte en la Universidad de Sevilla y presidenta de la Fundación de Estudios Taurinos.

El torero Miguel Abellán, candidato al Congreso del PP por Madrid

Tres matadores y un banderillero

Varios matadores se han significado políticamente al presentarse en las listas del PP y Vox. El partido de Pablo Casado tiene a Miguel Abellán como número 12 en su lista por Madrid y Salvador Vega -inactivo- cierra la de Málaga.

La formación de Abascal cuenta con el torero catalán Serafín Marín como tres por Barcelona y el banderillero Pablo Ciprés como cabeza de lista por Huesca. El candidato de Vox se ha dejado ver reiteradamente en público con Morante de la Puebla

"En el Congreso actual hay juristas, periodistas, músicos, obreros, actores, militares, asesores… y cierto porcentaje nada desdeñable de personas que lo único que ha hecho toda su vida es vivir de la política", dice Fernando Gomá, vicepresidente de la Fundación Toro de Lidia.

"Un torero, entre otras cosas, es un profesional que vive de su profesión y da trabajo a otras personas, y que conoce bien las penurias y problemas del campo, las cuales han sido totalmente ignoradas por los políticos hasta ahora. No se me ocurre ninguna razón por la que cause debate que un torero pueda estar en el Congreso", añade.

A pesar del impacto inicial de estas incorporaciones, los toros apenas ha tenido eco en la campaña, que transcurre por otros derroteros. Pero es cierto que sectores del campo y la ganadería y también la caza, asociados de alguna forma al mundo de los toros, han ocupado espacio en los mensajes de los partidos políticos. 

La afición, afortunadamente, es sumamente heterogénea. De hecho tengo amigos aficionados de muchas opciones políticas"

Existe, según los expertos, una contestación creciente al animalismo, que ha logrado victorias importantes durante la última década. El avance de partidos como Pacma, la prohibición de los toros en Cataluña y la llegada de Podemos a ayuntamientos y diputaciones importantes han sido un golpe para el toro.

Los defensores de la tauromaquia acusan a estos movimientos y partidos de zancadillear los espectáculos taurinos de formas diversas (a veces, dicen, ilegalmente) y con éxito más o menos dispar. Y se preguntan quién politizó antes los toros.  

"Determinadas ideologías han mostrado un profundo desprecio e ignorancia por todo lo que tenga que ver con el campo, incluido por supuesto el campo bravo", explica Gomá. "Y, en los últimos tiempos, la gente del campo se ha hartado y ha empezado a actuar con su voto en contra de todos estos movimientos y partidos que le están continuamente faltando al respeto. Y el mensaje, además, me parece muy bien: a partir de
ahora faltarme al respeto ya no va a salirte gratis".

Menos corridas de toros; más festejos populares

Hay quien dice que los toros están de capacaída. Los datos del Ministerio de Cultura dicen que las corridas de toros han descendido un 60% en la última década. En 2007, hubo 3.651 festejos en plazas de toros. La cifra cayó a 1.533 en 2017, casi 2.100 menos.

Se calcula que unos 3,6 millones de personas acuden cada temporada a plazas de toros. Hace diez años, se superaban los 4,5 millones. Cultura situó a las toros como el tercer espectáculo cultural más visto por los españoles, sólo por detrás de museos y conciertos. La encuesta, sin embargo, excluía el cine y eventos deportivos.

El campo bravo y la Fiesta de los toros son cultura, imagen reconocible en cualquier rincón del mundo, economía, ecología, trabajo y riqueza"

La tendencia de las corridas, sea como fuere, es claramente a la baja. No ocurre lo mismo con los festejos populares: encierros, sueltas, toro ensogado, capeas y otras modalidades que tienen al toro de protagonista. No sólo descienden, sino que han aumentado significativamente en la últimos diez años. 

El Ministerio calculó unos 18.530 festejos de este tipo en 2017. En 2011, por ejemplo, hubo 14.000. Estas tradiciones siguen muy arraigadas en España y suponen una pequeña industria de la que viven miles de familias que ven amenazada su supervivencia por el discurso animalista.

Voto del campo vs. voto de la afición

PP y Vox han buscado esa doble vertiente con los toreros. No es sólo la batalla cultural y las tradiciones, sino también la defensa de la ganadería y el campo como formas de vida. En el sector del campo este mensaje ha calado mejor. En cuanto a los aficionados, los que acuden a las plazas, es un mundo más heterogéneo políticamente, pero que también tiene la capacidad de movilizarse si siente que su libertad está amenazada.

"El campo bravo y la Fiesta de los toros son cultura, imagen reconocible en cualquier rincón del mundo, economía, ecología, trabajo y riqueza", asegura Gomá. "Los partidos deben responder a esta pregunta: ¿van a crear problemas artificiales donde no los hay o van a trabajar para solucionar los muchos problemas que existen?"

El aficionado también se divide sobre la conveniencia o no de mezclar toros y política. Según Halcón, "el objetivo de cualquier aficionado a la fiesta de toros debe ser la defensa de la fiesta en sí, al margen de cualquier opción política".

"A los aficionados a los toros nos une precisamente la afición. Cuando voy a los toros no pregunto a mi vecino de localidad a qué partido pertenece, lo único que nos importa a ambos es la emoción de cualquier índole que pueda transmitirnos la fiesta que estamos presenciando", asegura.

Hay una serie de corrientes que pretenden instaurar un neo puritanismo de corte animalista, que quiere eliminar los toros como pieza mayor, para luego prohibir todo lo demás: caza, pesca, romerías, experimentación con animales, el jamón y los productos alimenticio"

Implicarse o no en política

Otros recuerdan que nadie se escandaliza por ver a dirigentes de Podemos u otros partidos en manifestaciones animalistas frente a las plazas. Y que en realidad todos los partidos deberían implicarse en la defensa de los toros.

"Hay una serie de corrientes que pretenden instaurar un neo puritanismo de corte animalista, que quieren decidir cómo tenemos que pensar, que comer y que vivir. Y que quieren eliminar los toros como pieza mayor, para luego prohibir todo lo demás: caza, pesca, romerías, experimentación con animales, el jamón y los productos alimenticios provenientes de animales…todo absolutamente", señala Gomá.

"La defensa de los toros como manifestación cultural en libertad frente al prohibicionismo ultra debería ser asumida por cualquier partido, sea cual sea su ideología, que fuera consciente de que lo que nos estamos jugando es determinar qué tipo de sociedad queremos", añade.

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