La espiral de reyertas y homicidios en Barcelona hace ganar enteros al PSC en el gobierno municipal de la Ciudad Condal. El líder socialista, Jaume Collboni, ha ordenado a los suyos resolver un problema que considera “heredado” para ampliar su influencia en el Ejecutivo. La alcaldesa, Ada Colau, por otro lado, está “sin gasolina”: el cansancio y el hecho de haber revalidado la alcaldía gracias a los votos de Manuel Valls afectan a la moral de la regidora, afirman los suyos. El candidato del PSC se está convirtiendo, de facto, en el alcalde en la sombra.
Desde la formalización del pacto de gobierno, el pasado 15 de junio, el líder socialista ha ido adquiriendo un rol más relevante en las tareas del Ejecutivo bicolor. Si Colau quiere ser la figura visible y popular, Collboni es el ejecutor de las medidas que tratan de atajar el problema de seguridad que vive la capital catalana. En lo que va de año, Barcelona acumula 12 homicidios, además de reyertas en plena calle, con hombres armados con machetes y lanzamiento de sillas.
La situación, generada por la reducción de los agentes y la inacción del gobierno municipal, es una prioridad para los socialistas. Collboni, cuyo papel es menos grato de cara a la opinión pública, trabaja para controlar los hilos de la política consistorial. Y, de momento, todo apunta a que los réditos en esta materia los capitaliza la formación socialista.
Seguridad y Economía
Los Comunes, partido de Colau asociado a Podemos, cedieron el área de seguridad y promoción económica, piedra angular del Gobierno municipal, al PSC. Estas áreas están bajo la primera tenencia de alcaldía que ocupa Collboni. Por su parte, la formación de Colau ha optado por responsabilizarse principalmente de Asuntos Sociales y Cultura.
Por esta razón, el concejal del PSC, Albert Batlle, se ha erigido como teniente de alcalde en Seguridad. Quien fuera director general de Servicios Penitenciarios y de los Mossos d'Esquadra antes del órdago secesionista de 2017 en Cataluña, ha enmendado la política de seguridad del anterior ejecutivo de Colau y la diferencia de criterios ya se ha visibilizado.
Diferencia de criterios
Batlle explicó que los delitos en Barcelona habían crecido un 9%, y aunque no crea que sea un problema estructural de la ciudad, la receta que propone para atajar la situación pasa por potenciar el papel de la Guardia Urbana y los Mossos así como acabar con los problemas derivados del 'top manta' en el espacio público.
Pero el diagnóstico de los socialistas en la materia dista del de los Comunes. La teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, aseguró que "no percibe" preocupación por el estado de las calles y desvió la atención del problema de la inseguridad a otros retos que, a su juicio, son más preocupantes, como son “la emergencia climática o la precariedad”. Y es que la cuestión de la inseguridad en la vía pública se convirtió en el talón de Aquiles de la alcaldesa durante la campaña electoral, además de ser la principal preocupación de los barceloneses en el último Barómetro semestral que realiza el Ayuntamiento de Barcelona.
La rigidez de una parte del equipo de Colau respecto a esta cuestión ha debilitado su posición respecto al electorado. Una treintena de asociaciones de vecinos han pedido la dimisión de Sanz al considerar que si no “detecta” el problema tampoco podrá solventarlo. En este sentido, la apuesta socialista cuenta con la aprobación del tejido vecinal de Barcelona.
Colau está cansada
Por su parte, Colau se mantiene prudente y no cuestiona las medidas de sus socios de gobierno, priorizando la continuidad del Ejecutivo. Respecto a los últimos apuñalamientos en la ciudad, ha afirmado que se trata de “hechos puntuales”, pero admite “preocupación” por la violencia.
Fuentes del consistorio apuntan que Colau optó por continuar como alcaldesa ante la insistencia de su equipo, incluso ignorando al sector soberanista de los Comunes, como adelantó Vozpópuli. La primera edil se veía fuera tras los resultados de las elecciones municipales que dieron la victoria al candidato de ERC, Ernest Maragall. En la primera rueda de prensa, habló emocionada por lo que parecía su despedida de la alcaldía.
La inesperada estrategia de Valls le abrió las puertas a revalidar el cargo. Ante esta tesitura no podía renunciar a liderar un nuevo Ejecutivo. “De ella dependen unas 80 familias”, comentan fuentes de los Comunes. Se trata de los cargos públicos y asesores que en los últimos cuatro años se han acostumbrado a salarios elevados. Colau todavía no ha encajado la idea de que para gobernar ha necesitado los votos de Valls, mantienen esas fuentes. Mientras, Collboni quiere rentabilizar el problema de la inseguridad para ampliar su peso en el gobierno. Para muchos, es ya el alcalde en la sombra.
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