Las tornas han cambiado en el País Vasco. Y en el frágil equilibrio que sostiene la legislatura de Pedro Sánchez, eso se traduce en que el presidente del Gobierno tendrá que recalibrar sus acuerdos con EH Bildu y PNV; dos socios estratégicos que, en las elecciones europeas, se encuentran ante un nuevo equilibrio de poder: mientras que los abertzales consuman su sorpasso y se convierten en la fuerza más votada en el País Vasco, los nacionalistas -que salvaron los muebles en las últimas autonómicas para mantener el ejecutivo autonómico- se derrumban hasta la tercera posición.
1 de junio de 2018. El Congreso de los Diputados alcanza la mayoría absoluta para sacar adelante la moción de censura que acabará con el Gobierno de Mariano Rajoy, abriendo las puertas de la Moncloa a Pedro Sánchez. El PSOE reúne los apoyos de Podemos y de todas las fuerzas independentistas y soberanistas. El último en dar su brazo a torcer es el PNV, que más tarde presumirá de los compromisos arrancados a Sánchez a cambio de su ‘sí’.
Entre otros, el PNV ha logrado acuerdos sustanciales de cara a su electorado. Algunos tan representativos como la transferencia de las competencias de prisiones, reivindicación histórica de los sucesivos gobiernos vascos; otros, cargados de simbolismo, como la expulsión del Ejército de Tierra del cuartel de Loyola, para convertir este espacio en un área urbanizada.
Los acuerdos PSOE-EH Bildu
Pero, desde entonces, la posición del PNV se ha visto comprometida. Al menos, en términos electorales. El PSOE se ha apoyado sin tapujos en EH Bildu para sacar adelante algunas de sus leyes más ajustadas; también los diferentes Presupuestos Generales del Estado. Y el Gobierno de Navarra, bajo la presidencia de la socialista María Chivite, sólo es viable con el visto bueno de los abertzales, que como contraprestación han obtenido el Ayuntamiento de Pamplona.
El propio PSOE se ha encargado de defender a capa y espada a EH Bildu, argumentando que forman parte del espectro político y que, como cualquier otro partido, no sólo es legal alcanzar acuerdos de Estado con ellos; también es legítimo. Independientemente de que la fuerza mayoritaria que integra esta plataforma, Sortu, se incline por un discurso condescendiente hacia ETA. Muestra de ello fue la presencia de más de 40 terroristas en sus filas en las elecciones municipales de 2023.
Un juego a dos bandas que ha diezmado al PNV, que en las últimas décadas se había erigido como única fuerza nacionalista vasca con la que alcanzar acuerdos de Estado; tanto para llegar a la gobernabilidad como para sacar adelante leyes o Presupuestos. Ahora, los jeltzales han perdido esa baza; precisamente tras la irrupción de EH Bildu en el panorama político nacional. O lo que es lo mismo, desde la moción de censura a Mariano Rajoy.
La caída del PNV
Los nacionalistas vascos, que obtuvieron el 39,12% de los votos en las elecciones autonómicas de 2020, cayeron hasta el 35,17% en las del pasado mes de mayo. Pero el cataclismo es aún mayor si se tiene en cuenta el resultado de las elecciones europeas de este domingo, donde los nacionalistas apenas llegaron al 22,40% de los votos.
Un resultado muy negativo para el PNV, agravado por el auge de su principal rival político: lo que EH Bildu no logró en las últimas autonómicas -convertirse en fuerza política más votada en el País Vasco-, sí lo ha obtenido en las europeas, hasta alcanzar el 26,4% de los sufragios en la comunidad autónoma: sorpasso consumado. No sólo eso: el PSE también le adelanta hasta alcanzar el 25,92% de los votos. Los nacionalistas caen, así, hasta la tercera fuerza en porcentaje de apoyos.
Pero el batacazo electoral en las europeas no detiene el reloj: PNV y socialistas ultiman el acuerdo programático que permitirá a los nacionalistas retener el Gobierno Vasco, alcanzando ya un preacuerdo. Lo hacen, eso sí, desde una posición más débil que la que tenían antes de este domingo. Al menos, de cara a su electorado, al haber caído hasta la tercera posición en las europeas.
Por el contrario, EH Bildu afronta una legislatura -la de Pedro Sánchez- con dos argumentos principales: no sólo son necesarios para cualquier acuerdo que requiera mayoría en el Congreso, sino que también son, al menos en las europeas, la fuerza con más apoyos en el País Vasco.
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