La unanimidad ofrecida por los obispos vascos ante el desarme de ETA ha saltado por los aires. La presencia del arzobispo de Bolonia en el equipo de mediadores presente en Bayona provocó una reacción airada por parte del titular de San Sebastián, José Ignacio Munilla, quien manifestó el lunes que Matteo Zuppi, el prlado italiano, "estaba allí por su cuenta y riesgo" y consideró que su presencia en el acto "es un siognificativo intento de utilización del resto de la Iglesia". Ni su colega de Bayona, el obispo Marc Aillet, ni la Santa Sede estaban al corriente de la participación de Zuppi en el acto de ETA, inisitió Munilla. También participó en la ceremonia Harold Good, un sacerdote metodista norirlandés muy conocido en estos ámbitos.
Las palabras del obispo de San Sebastián produjeron una cierta reacción política en el mundo nacionalista vasco. Portavoces de movimientos cristianos, de neto cariz soberanista, mostraron su rechazo frontal a estas palabras, al igual que hizo el presidente de del PNV, Andoni Ortúzar, quien se mostró 'perplejo como creyente y como católico'.
A estas voces contrarias al prelado de la díócesis donostiarra se sumó, inopinadamente aunque en forma más sutil, el titular de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, más en la línea del discurso de los nacionalistas. "La Iglesia quiere seguir ayudando al proceso de paz", señaló sin ambages y mostrado luego su apoyo "a todas las mediaciones eclesiales e iniciativas compatibles". Un mensaje en las antípodas de Munilla. "Pretende congraciarse con ese sector social vasco que simpatiza con los postulados nacionalistas y considera que el circo del desarme montado por los terroristas es la mejor noticia de los últimos años", confesaba un dirigente político de la región, indignado con la posición de Elizalde. "Parece que volvemos a los tiempos de Setién, una iglesia vasca dividida, algunos más cerca de los etarras que de las víctimas", añadían
Entre la ética y la política
El clero vasco ha intentado ofrecer una imagen de unidad desde que los etarras anunciaron su desarme. Hace un par de semanas, los tres prelados comparecían en una entrevista conjunta en "El Correo" en la que declaraban que "la única respuesta que la sociedad espera es la disolución definitiva". Añadían asímismo que "su mera existencia es una amenaza" y concluían subrayando que "ese anuncio es claramente insuficiente y nace de unos parámetros de estrategia política más que de una decisión ética". Inapelable y sin matices, los tres prelados vascos unificaban su mensaje y su criterio en su primera entrevista conjunta.
La unidad se mantuvo sólida hasta la aparición en escena del obispo de Bolonia, un supuesto 'enviado especial del Vaticano', de acuerdo con algunas fuentes. La Santa Sede hizo saber, por vías discretas, que monseñor Zuppi no asistió en calidad de su representante. El hecho de que el arzobispo italiano pertenezca a la Comunidad de San Egidio, muy activa en todos los procesos de negociación con ETA, y que el pasado enero se entrevistara en Roma con el secretario de Estado del Vaticano en compañía del lendakari Urkullu pudo dar lugar a esta confusión.
Silencio en la cúpula episcopal
La Conferencia Episcopal no va a entrar de momento a este asunto. monseñor Ricardo Blázquez, presidente de los obispos españoles, señaló que ETA ha de disolverse cuanto antes "si quiere integrarse como partido político". Sobre el prelado de Bolonia, ha optado por no pronunciarse: "Yo no estuve allí", señaló, luego de mencionar que ha escuchado diferentes versiones y que 'primero quiero cerciorarme?. Fuentes de la Conferencia han señalado que, por el momento, no van a adoptar postura oficial en torno a este asunto. "Estamos en Semana Santa", añadieron para justificar este silencio.
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