La verdadera negociación entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez se desarrolló en televisión. Los cinco encuentros y llamadas “discretas” entre ambos líderes no fueron suficientes para un acercamiento. Las ruedas de prensa tampoco. Pero sí lo fue que Iglesias pidiera a Sánchez que dijera que él era el “escollo” para la coalición. Aquella petición, y la respuesta de Sánchez, fue, como adelantó Vozpópuli, el comienzo de una rápida sucesión de acontecimientos que han llevado al líder morado a poner en jaque al socialista con una renuncia calculada al Consejo de Ministros y el ingreso de Irene Montero en el Ejecutivo.
En toda esa historia hay un detalle que ha pasado desapercibido. Ese detalle se llama Juan Carlos Monedero. El profesor universitario, amigo íntimo de Iglesias y fundador de Podemos protagonizó en la noche del pasado martes 16 de julio un duro ataque a Sánchez en una entrevista con Marc Sala desde los plató de La Noche 24 horas en TVE. Sánchez y los suyos asistieron en directo al show de Monedero, y se volvieron furiosos.
“Estamos en manos de una persona que está en un momento de máxima soberbia que es Pedro Sánchez, acompañado de una enorme insensatez, y cuya única brújula parece que la brinda una suerte de Rasputín de la mercadotecnia que es Iván Redondo, que es el que le está dictando los pasos tratándolo como una marca. Es decir, que ahora mismo Sánchez no es ni presidente del gobierno, ni secretario general del PSOE, ni posible responsable de un gobierno de coalición que pudiera cambiar el rumbo de la UE, sino que es una marca. Y se le trata como tal”, afirmó esa noche Monedero. Y añadió que dirigentes como Adriana Lastra “mienten” y que “el PSOE pacta con Hungría y Polonia”.
Sánchez contraataca
Dos días después, Sánchez tenía la reunión con su ejecutiva federal. Llegó al encuentro aún nervioso. Utilizó palabras muy duras contra Podemos e Iglesias. En el PSOE saben que cuando Monedero ataca, detrás está la mano de Iglesias. Que el líder morado se haya moderado se lo creen solo los amateur de la política Y desde los ambientes socialistas son conscientes de que Iglesias “ha jugado a la moderación lanzando a sus bulldogs cuando le convenía: Monedero y Echenique”. La noche del 16 de julio era uno de esos casos, y los socialistas decidieron reaccionar a acusaciones como que “Pedro Sánchez está debilitando nuestra democracia”.
Sánchez establece contraatacar en su entrevista en La Sexta del jueves 18 de julio. El día anterior, Iglesias había lanzado también desde las cámaras de la cadena privada una petición a la que muchos no dieron importancia. Exigió a Sánchez que dijera de manera pública que el problema para una coalición era él.
Muy pocos se dieron cuenta de que aquello era el comienzo del ataque final. Solo lo intuyeron quienes sabían que Iglesias estaba dispuesto a ceder, pero a cambio de que Montero fuera ministra. Esas personas tenían expectativas para ver la reacción de Sánchez y saber si el socialista, aconsejado por Redondo, picaría el anzuelo. Con gran sorpresa, así fue. Delante de Antonio García Ferreras, Sánchez asumió, mirando a cámara: “El escollo es Pablo Iglesias”.
En la batalla del relato, Sánchez se la juega al todo o nada con su señalamiento a Iglesias. Cree que para el líder de Podemos salir del Consejo de Gobierno, después de pedir una vicepresidencia, es una humillación inaceptable. Pero ignora que Iglesias ya baraja dar un paso al lado. Dirigentes y cuadros socialistas aseguran que el escenario ideal para el PSOE es gobernar en minoría con la abstención del PP y Ciudadanos. Pero también temen nuevas elecciones. Y Sánchez el pasado jueves decide mojarse, o tal vez quemarse.
Timo de la estampita
Pasan 24 horas, e Iglesias recoge el guante. El secretario general de Podemos hace algo que muy pocos observadores y conocedores de la política española podían prever: el líder máximo de Podemos, el generalísimo de los indignados, anuncia públicamente su renuncia a ser ministro. Lo explica como un sacrificio necesario para alcanzar un “gobierno de progreso”. Aunque, en realidad, lleva tiempo pensando en ello y es incluso lo que desea por razones personales y políticas, como desvela este diario.
El eje Monedero-Iglesias, en definitiva, ha vuelto a funcionar. El ataque mediático lanzado por el profesor de la Complutense ha servido para que se generara un efecto dominó en el que, de momento, todas las piezas van encajando en el marco de la estrategia de Iglesias. La jugada era arriesgada, porque subir la confrontación como hizo Monedero hubiera podido echarlo todo a perder. Pero si Podemos logra entrar en el gobierno, sus máximos dirigentes recordarán durante mucho tiempo lo ocurrido entre la noche del pasado martes y la tarde del viernes. Ahí fue cuando se gestó la operación golpe, o timo de la estampita, a Sánchez.
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