Política

Diego Rubio, el coco sin pedigrí socialista al que Iván Redondo introdujo en Moncloa

La envidiable trayectoria académica del nuevo jefe de Gabinete de Pedro Sánchez no explica sin embargo su salto a la política: fue su predecesor el que lo enroló después de haberlo conocido casualmente en Extremadura, cuando Redondo asesoraba a Monago

"Diego no ha sido nombrado secretario de Organización del PSOE, sino director de Gabinete del presidente del Gobierno. No veo qué problema hay en que no conozca al dedillo la estructura del partido". Es la valoración de un dirigente socialista muy relacionado con el nuevo hombre fuerte en Moncloa de la que es casi inevitable deducir que en la familia socialista no conciben como precisamente una ventaja la condición de 'offsider' de este cacereño de 38 años que mantiene fuertes vínculos con su tierra de origen pese al sesgo internacional que distingue una brillante trayectoria académica con paradas en la Sorbona, Columbia y Oxford, donde obtuvo el doctorado tras haberse licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona acreditando el expediente más brillante de toda España.

Del perfil de Rubio inquieta de manera especial su aparente desconexión con Ferraz: si la teoría política imperante en las filas socialistas concibe como idóneo para un cargo de tal intimidad presidencial una suerte de híbrido entre fontanero político y técnico, en el caso del que hasta ahora ocupaba la rimbombante secretaría general de Políticas Públicas, Asuntos Europeos y Prospectiva Estratégica, esa anhelada mezcla no parece en absoluto proporcionada. Por no tener, ni tiene carné socialista pese a que en las últimas horas hayan circulado rumores que lo situaban en el pasado como miembro de las juventudes socialistas de Cáceres. Nada de eso: ni conoce el PSOE ni en el PSOE lo conocen a él más allá de algunas amistades fraguadas en el ámbito personal, sin nexo con la formación política.

La cualidad de escuchar "mucho y bien"

Rubio ve el futuro. Es su especialidad. Su pasmoso currículo académico lo sitúa de forma invariable en el campo del análisis prospectivo. Y en ese sentido, según sus incondicionales, "ha desarrollado una gran cualidad: la de escuchar mucho y bien". Su gran salto en el círculo de confianza monclovita fue la coordinación del informe 'España 2050', sobre el que aplicó todos sus conocimientos con el objetivo de proponer soluciones en el medio plazo a problemas que los españoles tenían planteados en 2021, cuando se publicó el trabajo, y continúan arrostrando hoy.

En su teléfono figura el número de algún Nobel y los de investigadores de un indiscutible prestigio académico forjado en Yale, Harvard o el MI​T de Massachusetts. Y lo mejor es que puede llamarlos

En este sesudo estudio se prestaba singular atención al maltrecho sistema educativo español. Y, tras analizar variables demográficas y valorar el impacto de la imparable transformación tecnológica, extraía, entre otras, consecuencias tan chocantes como que, en el plazo de tres décadas, España contaría unas con casi 33.000 aulas menos que en 2019 por el retroceso en el número de alumnos derivado de la merma de población.

Lo que para muchos podía ser visto como un problema, para Diego Rubio era percibido como una oportunidad, en este caso la de implementar mayores ratios de excelencia en el sistema sin necesidad de aumentar el dinero destinado a la enseñanza. De hecho, la proyección incluida en el análisis situaba el volumen de inversión en los niveles que actualmente registran los países escandinavos. Todo, gracias a que los españoles han renunciado a tener hijos. Eso es la prospectiva.

A decir de los que lo conocen bien, otra de las fortalezas del nuevo sherpa de Sánchez son sus contactos: en su teléfono figura el número de algún Nobel y los de investigadores de un indiscutible prestigio académico forjado en Yale, Harvard o el MI​T de Massachusetts. Y lo mejor es que puede llamarlos. Es seguro que el listado supera con creces el de personas del ámbito universitario más cualificado que el de dirigentes del PSOE.

Lo que la prospectiva no vio

Pero la introducción de Diego Rubio en la esfera de poder del presidente del Gobierno no vino de la mano de ningún Nobel, sino de Iván Redondo. Y lo hizo por ese tipo de contingencias que la prospectiva todavía no alcanza a vaticinar: es conocida la experiencia de Redondo, predecesor de Rubio al frente del Gabinete (Óscar López mediante), como asesor de José Antonio Monago (PP) en la etapa de este como presidente de la Junta de Extremadura (2011-2015). Durante ese periodo, el hoy defenestrado Redondo se trataba algunos problemas físicos con un reputado fisioterapeuta de Cáceres, Juan José Rubio, padre de Diego, y miembro además del cuadro médico del hoy desaparecido Cáceres de Baloncesto cuando el equipo logró su histórico ascenso a la ACB, allá por 1992. Con Redondo, sí, comenzó todo.

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