La suerte de Podemos está echada. Pablo Iglesias anunció este miércoles su vuelta a la primera línea de la política. Tranquilizó a los suyos sobre su candidatura, pero lo hizo empezando con un “error”. No suyo, sino de sus colaboradores, que lanzaron un polémico cartel de tinta mesiánica que recibió un alud de críticas y la organización borró pronto. Los primeros compases de precampaña se están revelando tensos, y en la primera plana del partido se percibe preocupación.
El secretario general ha asegurado a los suyos que se involucrará en la campaña. Lo hará sobre todo en Madrid. Exige que todos sus lugartenientes le acompañen y ya les ha alertado de que, si habrá que asumir responsabilidades después del 28 de abril, él lo hará, pero que con él caerán al menos cuatro o cinco máximos dirigentes.
En estos tres meses y medio de baja, Iglesias ha podido recargar las pilas. Pero también ver cómo, tras el golpe de Íñigo Errejón, varios dirigentes de la dirección nacional le han dado la espalda. En plena tormenta, sus fieles empezaron a pedir un “revulsivo”. Que volviera el fundador y líder nacional, capaz de compactar las tropas antes de la batalla, como reveló Vozpópuli. Así será el próximo 23 de marzo, ocho días antes de lo anunciado, en la plaza Reina Sofía de Madrid, uno de los lugares emblemáticos del partido y cercano al barrio de Lavapiés, donde Podemos dio los primos pasos.
Errores de los dirigentes
Iglesias asegura que "quiere luchar", aseguran fuentes del partido. Pero no está dispuesto a cargar con toda la responsabilidad en el caso de una derrota. La formación logró en 2014, en su estreno electoral, más de 1,2 millones de votos. Dos años después, alcanzó los cinco millones. Un fenómeno político digno de libro de historia, pero que se está desinflando.
El contexto político es diferente y nadie se engaña de que ese milagro pueda repetirse. Empieza incluso a cuajar el temor a un resultado inferior a los 2,5 millones de votos, el punto más alto de Izquierda Unida en los noventa.
Iglesias cree que en estos últimos meses se han cometido "errores", y que en muchos casos la responsabilidad no ha sido suya. Errores en el ámbito de la organización y de la comunicación, que afloran ahora de manera arrolladora, en un efecto dominó que pocos podían prever.
Regeneración interna
Todas las principales caras visibles del último curso de Podemos pueden sentirse aludidas, desde los “responsables de la organización y comunicación”, como los coportavoces. Así lo revelan fuentes de la formación, que explican que se trata de un “núcleo duro” de “entre cuatro o cinco personas”. Todos máximos dirigentes, que saben que su futuro político se juega el próximo 28 de abril.
En el caso de una derrota, Iglesias dará un paso al lado y abrirá el camino a una regeneración interna, cuyo primer acto será nombrar a una secretaria general. Será una mujer, posiblemente Irene Montero, aunque su nombre no convence a todos. Aun así, antes de que eso se realice, hace falta luchar en unas elecciones que, eso sí, serán muy reñidas. “Somos optimistas, las campañas se nos dan bien”, insistió el miércoles Pablo Echenique.
Pacto en el Senado
Bajar del 15% de votos a nivel nacional sería una derrota. El número de escaños de Podemos se reduciría a casi la mitad, y su influencia parlamentaria también. A la vez, las marcas regionales ya han anunciado que intentarán tener grupo propio en el Congreso, ensanchando la fragilidad de una formación política que apostó por un modelo al estilo racimo de uva, que se está demostrando difícil de gestionar. En Valencia, por ejemplo, Compromís ya ha decidido ir por libre.
Para salvar los muebles queda un pacto con el PSOE en el Senado. Entre Iglesias y Sánchez ha habido encuentros y negociaciones sobre estos puntos, como reveló este diario. Los socialistas temen que la caída de Podemos sea mayor de lo previsto y que su fracaso electoral dinamite la mayoría con los nacionalistas, con el que Sánchez espera revalidar la Moncloa. Quizás sea esta la única vía para que Iglesias se asegure la entrada en un futuro ejecutivo, y aplaque la sangría de votos y dirigentes.
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