Pablo Casado eligió a Teresa Mallada y a Ruth Beitia como candidatas a las presidencias de Asturias y Cantabria, respectivamente. Fue una decisión de Madrid, al margen del criterios direcciones regionales. Se esperaban tormentas. Y así fue. El aparato cántabro, dirigido por María José Sáenz de Buruaga, algo tuvo que ver en la renuncia de la campeona olímpica, que se apeó de la candidatura y a la política apenas unos días después de ser elegida. En Asturias se viven momentos de enorme tensión y ya ha sido suspendido de sus cargos el número dos de Mercedes 'Cherines' Fernández, la poderosa jefa del PP en la región.
A escasas semanas de dos citas electorales clave para el futuro de este país, el PP tiene problemas de orden interno. "No tantos como Ciudadanos y sus primarias", dicen en Génova. Pero los tiene. Asturias y Cantabria son dos zonas tradicionalmente inestables para el PP. No gobierna en ninguna de las dos. Casado aspiraba ahora a darle la vuelta al panorama y alcanzar algún Gobierno. De momento, lo que ha conseguido es una serie de titulares referidos a episodios poco edificantes.
Tránsfuga rumbo a Ciudadanos
Beitia ha dejado la política. Sáenz de Buruaga, que se alineó con Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias, será finalmente la candidata. Un 'gatillazo' de Génova que ha tenido que aparcar sus planes y asumir su fracaso. Buruaga tiene el respaldo de un sector del partido en la zona. Pero no el mayoritario. Las perspectivas en la cita electoral del 26-M no parecen demasiado optimistas para los populares.
Ahora se ha sabido también que la senadora Esther Merino, otra clásica de los populares cántabros, se ha incorporado a Ciudadanos, en la línea de Silvia Clemente. Merino también está envuelta en la polémica ya que está investigada en el Supremo por un asunto urbanístico de sus tiempos como alcaldesa de Cabezón de la sal. También Merino es rival irreconciliable de Buruaga.
La polémica en Asturias está en plena ebullición. Casado designó a Teresa Mallada, expresidenta de Hunosa, al frente de la candidatura. No es una independiente o una paracaidista. Llega en el PP desde Nuevas Generaciones. Su único cargo orgánico ha sido el de concejal de su pueblo, Aller. Casado confía en ella, por eso desplazó a la histórica 'Cherines', que controla el aparato de la formación en Asturias.
Ayuso y Almeida
El pulso atraviesa ahora por su momento más intenso. Génova ha apartado de la organización a Luis Venta, el 'número dos' de 'Cherines', amen de miembro de la Ejecutiva Nacional. Venta está acusado de amenazas contra un concejal de su propio partido. Pero del otro banco. González, un 'casadista' leal a Mallada. Un estropicio de difícil solución. Al margen de las medidas disciplinarias del partido, el tema está en los juzgados.
Los 'dedazos' de Casado no han funcionado en el norte. En Madrid es otra cosa. Isabel Díaz Ayuso, la elegida para competir por la presidencia de la Comunidad, goza de la simpatía y el respaldo de la organización regional, en la que ha trabajado durante quince años. Ayuso, como José Luis Martínez Almeida, el cabeza de lista al Ayuntamiento, forman parte del riñón más estrecho al presidente de la formación. No hubo primarias, pero sus nombres, lejos de sorprender, despertaron la aceptación general.
La política de Casado ha sido confirmar a los candidatos elegidos en las primarias del partido. Cuando llegó a la presidencia de Génova, casi todas las regiones y municipios tenían ya elegidos a sus aspirantes. Optó por no mover demasiadas piezas. Lo hizo en Asturias y Cantabria y le ha salido mal. En Madrid es otra cosa.
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