El partido de Carles Puigdemont ya prepara el relevo en la cúspide. El líder del JxCat no será investido presidente. El Tribunal Constitucional le ha bloqueado el paso. Sólo un inopinado retorno a España y la anuencia del juez Llarena le permitirían acariciar alguna esperanza. Nadie espera tales acontecimientos.
El independentismo prepara ya la etapa post-Puigdemont. Como primera providencia, el expresidente recluido en Bruselas ha organizado su equipo en el Parlamento catalán. Ha distribuido los cargos entre sus fieles. Jordi Sánchez, exlíder de la ANC, será un jefe de filas meramente simbólico. Poca labor legislativa puede concretarse desde la celda. Elsa Artadi, designada portavoz, actuará en la práctica de líder del grupo, ayudada por Eduard Pujol, un periodista del grupo Godó que ejerce de asistente del 'sanedrín' de Bruselas.
Se trata de la confirmación de una apuesta personal de Puigdemont. Artadi fue su coordinadora en la Generalitat, su directora de la campaña electoral y, sobre todo, su mano derecha, su persona más próxima y leal. Artadi es uno de los nombres inevitables en la quiniela sucesoria. Algunas versiones introducen también a Jordi Turull, gris, anodino, sin carisma y últimamente, muy apartado de la primera línea. Además, tiene cuentas pendientes en los tribunales. "Turull es servil, acomodaticio, ramplón, carece del pulso que necesitamos en esta etapa", señala un dirigente del PDeCat.
El bloque de la DUI
El expresidente catalán lo intentará todo antes de apartarse de la primera línea. Intentará que, tras la suspensión de la investidura y el aplazamiento de la votación, pueda volver a intentarlo. Cuenta con que los juegos malabares del extraño auto del Constitucional, finalmente le favorezca. Si no es así, forzará la máquina para que se celebren nuevas elecciones. Un bloqueo institucional que desemboque en las urnas. Entonces, Puigdemont sabe que será el candidato de una lista única de todo el bloque independentista que se impondrá sin problemas a los demócratas.
Artadi es la figura de la recámara, la opción de repuesto, la garantía de que Puigdemont mantendrá su influencia, e incluso su poder, en el nuevo escenario. Artadi, más inteligente, instintiva y mejor preparada que el noventa por ciento de los dirigentes separatistas, aspira a todo. Es ambiciosa y no pestañea ante los retos. En el PDeCat, la antigua Convergencia, apenas tiene algún simpatizante. Se dio de baja antes de los comicios del 21D y creó JxCat, la 'plataforma del president'. Una jugada maestra, que arrasó con la victoria anunciada de ERC.
Nadie en JxCat habla de sucesión o renuncia de su líder. Es asunto tabú. "Puigdemont o Puigdemont', afirman con insistencia, al menos hasta que se despeje la polvareda que levanta el expresidente y se logre divisar alguna claridad.
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