Diez días después de la terrible DANA que ha asolado la Comunidad Valenciana y parte de Castilla-La Mancha, la situación en muchos pueblos de la zona cero sigue siendo dramática. Calles anegadas, viviendas destrozadas, recursos limitados y una promesa, la de la ayuda inminente, que no llega.
Al fango que cubre las paredes y rincones se ha sumado, como siempre, el de la clase política nacional. Esa que no ha dudado ni un instante en sacar rédito de la tragedia. Una batalla ideológica que ha vuelto a dejar desamparados a los que no tienen nada.
Para cubrir las necesidades de un Estado que se ha demostrado absolutamente fallido, el pueblo español ha unido fuerzas para llevar al epicentro de la DANA la ayuda que las administraciones han mandado demasiado tarde.
Criticada por su supuesto carácter frágil, pejiguero y acomodado, la juventud de este país lleva días dando una inolvidable lección de solidaridad, amor propio y corazón. Ha sido la labor de los voluntarios quien ha agilizado la titánica tarea de limpieza y reconstrucción que necesita Valencia.
Han llevado a las zonas más afectadas mano de obra, alimentos, material de limpieza y, sobre todo, ganas de vivir. Una alegría necesaria en tiempos de dolor. De entre los muchos grupos de personas que se han organizado para enviar ayuda a las decenas de poblaciones afectadas, una destaca por encima del resto.
Se llama Revuelta, y ha sido, con diferencia, el mayor núcleo de fraternidad que hemos tenido estos días. Esta asociación, de adhesión política a la derecha más tradicional, ha aparcado sus reivindicaciones ideológicas para arrimar el hombro y arropar a los damnificados por la DANA.
A unos pocos kilómetros de Madrid capital, en el municipio de Arganda del Rey, Revuelta instaló el pasado miércoles su cuartel general, desde donde ha coordinado con miles de voluntarios las toneladas de recursos que han conseguido enviar a la zona cero.
Vozpópuli visitó hace unos días la sede (momentánea) de Revuelta, para comprobar de primera mano cómo se gestiona, en primera persona, un caudal solidario tan abrumador. La nave situada en la calle del Olivo 28 es el hogar de esta asociación, ya que la reacción de la ciudadanía desbordó todas las previsiones, obligándoles a moverse de San Blas a las afueras, todo coordinado con el Ayuntamiento de Arganda del Rey.
Allí nos recibe Santiago, una de las tres personas que coordina el puesto de mando de Revuelta. Él, como la inmensa mayoría de los presentes, no se dedica a la logística o derivados. De hecho, ha pedido quince días de sus vacaciones para poder organizar correctamente todo.
"Estamos recibiendo ayuda de gente voluntaria, está siendo todo una auténtica pasada. Lo que empezó siendo una iniciativa de Revuelta se ha convertido en una operación logística sin precedentes en Madrid", expresa Santiago. Y razón no le falta. Basta con pisar el terreno unos minutos para comprobar el grado de coordinación que existe.
En las calles aledañas al almacén improvisado se acumulan decenas de palés con todo tipo de recursos. Alimentos, productos de limpieza y algún tipo de maquinaria clave estos días como bombas de achique. Cada media hora, furgonetas de gran tamaño y camiones llegan al polígono para cargar y ponerse en marcha con dirección a Valencia.
Al otro lado de la calle, llegan de buena fe centenares de personas con sus coches llenos. Descargan, y estos productos pasan al interior del almacén, donde un gran grupo empaqueta todo lo que va llegando. Ni una mala palabra ni un reproche, solo la firme intención de gestionar de la mejor forma posible los recursos.
En total, y tras poco más de diez días, Revuelta ha puesto en marcha más de 1.000 toneladas de ayuda humanitaria, repartidas en 50 tráileres, 30 camiones y unas 600 furgonetas. La única petición que nos hace Santiago, aunque va dirigida a quien lea estas líneas, es que dejen de enviar ropa y alimentos, pues desde Valencia se dan por abastecidos en este sentido.
Necesitan productos y equipo de limpieza. La lejía reina en la gran mayoría de palés que, el propio Santiago, sube con el toro mecánico al enésimo camión que hace acto de presencia a lo largo de la mañana. Revuelta ha sido la palpable demostración de que 'solo el pueblo salva al pueblo'.
Cuando todo lo demás falla, siempre estarán tus vecinos y compatriotas para socorrerte. Aunque aún quedan meses por delante para tratar de devolver a los habitantes de Valencia a su vieja realidad, el impulso que ha supuesto Revuelta para la iniciativa solidaria particular quedará para siempre. El viernes 8 de noviembre cerraron la nave tras haber completado la tarea, aunque ahora se desplazarán a los pueblos afectados a limpiar.
No merece la pena ni entrar a debatir la campaña de desprestigio que parte de la izquierda mediática ha vertido contra ellos solo por estar en las antípodas ideológicas. Mientras unos se llenan de barro hasta las cejas, otros tuitean hashtags desde el sofá de casa.
La España viva y la España que señala. Mientras tanto, por la A3 seguirán circulando sus camiones con más recursos que alivien, en la medida de lo posible, el pesar de los más vulnerables.
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