Gabino Abánades es alcalde de Sacecorbo (Guadalajara) y su pedanía de Canales del Ducado desde 2011 y en su pueblo le conocen por haber dirigido al equipo de sepultureros que inhumó a Francisco Franco en el Valle de los Caídos.
En aquellos días de noviembre de 1975, él era el encargado de los cementerios municipales de Madrid y tuvo que seleccionar una cuadrilla de cuatro enterradores para llevar a cabo el trabajo más delicado de sus respectivas vidas: colocar la lápida de más de 500 kilos con la que se selló la sepultura del dictador.
Abánades, que ahora cuenta con 73 años, guarda aún en su cabeza todos los detalles de aquel entierro. La fría mañana al llegar a la explanada del Valle, los monos de trabajo nuevos que entregaron a los miembros de su cuadrilla para tan señalada ocasión, el protocolario funeral con los nuevos Reyes de testigos o el momento de bajar con unas cuerdas el féretro a la fosa que se había encofrado a toda prisa con hormigón forrado en plomo.
Unos días antes ese hueco estaba anegado por el agua y el cieno debido a los conductos de aire acondicionado que pasaban por debajo del altar. El trabajo de los enterradores se desarrolló sin contratiempos, fueron felicitados por ello y cada uno de los protagonistas continuó los avatares de su vida a su manera.
"De político no tengo nada"
En el caso de Abánades, desarrolló toda su vida laboral en los Servicios Funerarios del Ayuntamiento de Madrid y se jubiló en 2011 con 43 años de trabajo a sus espaldas, el mismo tiempo que estuvo Franco en el poder.
Un amigo le pidió entonces que dedicase sus quehaceres diarios al pequeño pueblo de Sacecorbo, una localidad de la Alcarria que no llega al centenar de habitantes. Y él le respondió que adelante. Se presentó por la lista del PP, pero podría haber ido con las siglas de otro partido.
"Yo de político no tengo nada", avisa de inicio en una entrevista a Vozpópuli. "Un amigo me pidió el favor de que me presentara en 2011 y se lo hice: era del PP, como si era del PSOE o de otro. Soy una persona a la que le gusta el orden, indudablemente, pero no practico la política".
Ahora, en 2019, busca la reelección para un tercer mandato y por el momento no se le pasa por la cabeza colgar el mono de político. "Lo que el cuerpo aguante", matiza. Además, el pueblo arrastra una deuda de casi 60.000 euros por una mala gestión de su antecesor que ahora tiene que dirimir el Tribunal de Cuentas y Abánades quiere dejar este asunto atado y bien atado en la próxima legislatura.
El alcalde avisa de la complejidad que supone retirar la pesada lápida en el Valle de los Caídos, al estar colocada en la rasante del pavimento
En los comicios de 2011 obtuvo el 90% de los votos de su pueblo, cuatro años después bajó al 85% y para los de 26-M cree que saldrá reelegido. Eso sí, no le ha resultado fácil elaborar la papeleta del PP. "Nadie ha querido presentarse", reconoce. Llamó a 27 vecinos y todos le dijeron que la política del pueblo da más quebraderos de cabeza que otra cosa, así que tuvo que rellenar la lista con "paracaidistas", es decir conocidos suyos que no viven en su localidad alcarreña. El PSOE, su único contrincante, sí que ha conseguido una lista con tres vecinos del pueblo.
Abánades maneja un presupuesto anual de casi 190.000 euros que dan "para muy pocas cosas". La mayor parte de los fondos vienen de la Junta castellano-manchega y la Diputación de Guadalajara. En los últimos años han podido arreglar caminos, hacer pequeñas reparaciones y techar el edificio de las escuelas, que se estaba hundiendo. Y es que la juventud es el futuro del pueblo.
De los 91 empadronados en Sacecorbo y su pedanía, 73 tienen derecho a votar el próximo domingo. Una lista que va menguando poco a poco. "El otro día ha muerto un vecino", subraya el alcalde ante el drama de la España que se va quedando vacía. Su pueblo no es una excepción. En el último año han fallecido ocho personas y sólo ha venido una pareja de fuera a empadronarse.
Con un ojo en el Valle de los Caídos
El alcalde se prepara para su tercer mandato con un ojo puesto en el Valle de los Caídos ante el deseo del Gobierno de Pedro Sánchez de exhumar los restos del dictador. Hace tres meses recibió una llamada de Patrimonio Nacional preguntándole, en calidad de antiguo gestor de los cementerios madrileños, si había espacio en el cementerio de El Pardo para la "reinhumación" de Franco.
"Les contesté que sí y punto", subraya a Vozpópuli. Precisamente, el Gobierno se adjudicó la semana pasada la titularidad del citado panteón, que hasta entonces formaba parte de Patrimonio Nacional, con vistas al próximo enterramiento de Franco en este sitio si el Tribunal Supremo lo autoriza.
Abánades es de las pocas personas ajenas a la familia Franco-Polo que ha estado dentro de esa cripta decorada con mosaicos de Santiago Padrós. El lugar cuenta con una capilla con sacristía en su interior y un pequeño altar con varias sepulturas a los lados. Sólo hay un nicho ocupado, el de Carmen Polo, la esposa del dictador.
Además, la persona que dirigiera el entierro de Franco avisa de la complejidad que supone retirar la pesada lápida en el Valle de los Caídos, al estar colocada en la rasante del pavimento. En su opinión, habrá que realizar lo que el alcalde denomina un "cajeo", es decir introducir una radial en todo el perímetro de la lápida para poder meter a continuación las herramientas necesarias y así elevarla. Pero en esta ocasión, él no estará ahí para verlo.
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