Dice el tópico que el tiempo da y quita razones. A David Alandete, corresponsal en Washington del diario Abc, le ha ocurrido lo primero. En 2017 fue el primer periodista en revelar las injerencias de Rusia durante el procés independentista en Cataluña por medio de fake news y medios de desinformación masivos. Lo hizo en las páginas del diario El País, que meses después prescindió de sus servicios en plena campaña de hostigamiento en su contra por parte de medios de comunicación rusos y destacados sectores del independentismo catalán. Hablamos con él tras conocerse que la Justicia investiga ahora la presencia de un espía ruso en los días previos al 1-O, además de la reunión de un enviado de Carles Puigdemont en Moscú y su presunta oferta de reconocer a Crimea a cambio de que Rusia reconociera la independencia de Cataluña.
Usted fue el primero en revelar los vínculos entre el separatismo catalán y Rusia. ¿Qué supone para usted que la Audiencia Nacional y el juez Joaquín Aguirre en Barcelona estén investigando ahora la presunta participación de Rusia en el 'procés'?
Desde el momento en que empezamos a publicar en aquella época sobre las injerencias de Rusia estábamos informando sobre hechos. Detalles que eran patentes sobre el tipo de informaciones que publicaban los medios de desinformación rusos, que luego se compartían en las redes sociales a través de terceros y con la colaboración de WikiLeaks. Siempre estuve convencido de que el tiempo me daría la razón y que esto se iba a investigar. Lo que hemos conocido durante la última semana es el reconocimiento a todo aquello y me parece que es una excelente noticia, no para mí, sino para que se esclarezca algo que es un problema muy grave para España y que ha afectado también a otros países.
En el libro 'Fake News: la nueva arma de destrucción masiva' (Ediciones Deusto) desgrana cómo Rusia ha interferido en la política de varios países europeos a través de la difusión masiva de informaciones falsas. ¿Cuáles son los principales intereses que Rusia tenía en el procés?
El interés de Rusia en Cataluña no va más allá de la desestabilización de la Unión Europea. Está demostrado por un informe del Parlamento británico que Rusia publicó informaciones falsas sobre el Brexit, también que ha apoyado al Frente Nacional de Le Pen en Francia y a la Liga Norte en Italia, y su mayor campaña de noticias falsas la tiene en Ucrania para impedir el giro pro europeo. En Cataluña intentó lo mismo. Viendo que desde hace tiempo hay una voluntad por la independencia considerable, pero no mayoritaria, Rusia vino a poner a prueba sus medios en Español (Russia Today y Sputnik, entre otros). Esos medios publicaron todo tipo de informaciones sesgadas como aquello de sugerir un bombardeo de la OTAN en Madrid durante 78 días, un mapa inventado de los países que supuestamente habían reconocido a Cataluña y muchas otras. Esos medios se pusieron a prueba ahí y ahora están a pleno rendimiento en Bolivia, Ecuador, Chile y Colombia. Cataluña fue el banco de pruebas para su actual campaña de desinformación a gran escala en América Latina.
Con respecto a la desinformación rusa, Borrell ha obrado con una torpeza tremenda. Decir que es "producto de una mente calenturienta", me parece una grave afrenta contra la libertad de información
En el libro ya hablaba de la "Unidad 29155" y su presencia en Cataluña. ¿Cuáles cree que son las claves aún no desveladas de la investigación sobre el papel de Rusia en Cataluña?
Lo más destacado de lo que hemos conocido en los últimos días es que el Gobierno de Puigdemont llegó a ofrecer algo a Rusia a cambio de un reconocimiento por la independencia, el reconocimiento de Crimea como región rusa. Si lo ponemos en contexto, esto significa que Puigdemont y su entorno sabían que la Unión Europea no iba a reconocer a una Cataluña independiente y escogieron la vía de recurrir a un régimen autoritario, como es el ruso, donde el independentismo está penado con cinco años de cárcel. Es un socio bastante curioso. Para mí esto es lo más importante, más allá del envío de un espía que estuvo involucrado después en el envenenamiento de Sergei Skripal en Reino Unido en 2018. Si la investigación del juez Aguirre llega a demostrarlo con pruebas, será la constatación de que la Generalitat, o un entorno del independentismo, lo sabía y esperaba algo a cambio. Esto es un 'quid pro-quo' y eso sí que puede ser un delito tremendo porque se trata de contribuir a la desestabilización de un país democrático, como es España, con la ayuda de un poder foráneo y a cambio de algo. El delito no sería por parte de Rusia, que no llegó a reconocer Cataluña, sino por parte de Puigdemont y su entorno. En 2016 el portal de noticias ruso de habla hispana Sputnik publicó que 'Una Cataluña independiente reconocerá que Crimea es rusa'. Por ahí los independentistas ya tenían idea de por dónde tirar.
Este sábado Josep Borrell se reunió con el Ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, y dijo que su homólogo no sabía nada de los espías en Cataluña. ¿Cree que el Gobierno español está subestimando la injerencia de Rusia en Cataluña?
Con respecto a la desinformación rusa, Borrell ha obrado con una torpeza tremenda. A las pocas semanas de asumir como Ministro de Asuntos Exteriores recibió a su homólogo Sergei Lavrov en 2018 para firmar con él un acuerdo para combatir las noticias falsas. ¡Con Lavrov, que representa al Gobierno que más noticias falsas publica en el mundo! Me parece una mala noticia que Borrell crea todo lo que dice Lavrov y que le considere, dentro de la esfera de la desinformación, como a alguien cuya palabra puede aceptar sin más. Es un cambio muy grande con respecto al Gobierno de Mariano Rajoy, que denunció en Bruselas la desestabilización de la propaganda rusa. Lo hizo de una forma muy limitada, para no dinamitar las relaciones diplomáticas con Rusia, pero lo hizo. Ahora Borrell se ha reunido dos veces con Lavrov. Entiendo que quiere aplacar las aguas, pero es que el señor Borrell tiene que entender que la Fiscalía de EEUU ha presentado cargos contra una treintena de rusos, la mitad agentes y espías como el que estuvo en Cataluña. Hay pruebas de sobra que confirman que Rusia es el mayor generador de noticias falsas y desinformación. Que Borrell diga que no le consta y que el otro día se refiriera a las informaciones publicadas sobre el espía y sobre Crimea como "producto de una mente calenturienta", me parece una equivocación, un exceso y una grave afrenta contra la libertad de información.
Después de revelar en 2017 la injerencia rusa en Cataluña usted fue objeto de críticas feroces. ¿Qué otras consecuencias tuvo para su vida personal y profesional haber publicado todo aquello?
Cuando los medios de desinformación rusos no tienen argumentos para rebatir, lo que hacen es lanzarse a una campaña de desprestigio personal y profesional. De mí se hicieron muchos vídeos, se vertieron críticas personales e incluso hubo muchos insultos, principalmente en dos frentes. Uno en los medios de desinformación rusos y otro por parte del independentismo. En las redes sociales, destacados independentistas han sido casi tan agresivos o más, y en muchas ocasiones injuriosos, que los medios rusos. El tercer gran ataque vino de WikiLeaks. Me tuvo que amparar la Asociación de la Prensa de Madrid por estos ataques, pero desgraciadamente unos meses después hubo un cambio en la dirección de El País y salimos bastante gente del periódico, no sólo yo. Advertí a la nueva dirección y al presidente del diario de lo grave que me parecía el despido. Les recordé que había sido amparado y que sin el respaldo de un gran periódico me encontraba en una situación vulnerable con respecto al ejercicio del periodismo. Había publicado informaciones que habían despertado una reacción virulenta, ataques, injurias y en muchas ocasiones amenazas no solo a título profesional sino también personal. Ese temor por mi seguridad se lo trasladé directamente a la directora, a quien le dije que no me parecía una conducta ética en línea con como El País ha tratado a sus periodistas a lo largo de la décadas. Perder el respaldo del periódico podía haber sido un golpe muy grande, pero afortunadamente pocas semanas después empecé a trabajar en el Abc, que me ha respaldado y amparado desde el primer día.
Julián Assange y WikiLeaks pidieron activamente a la dirección de 'El País' mi despido. Tras mi salida, el juez Garzón, abogado de Assange, comenzó a publicar tribunas sobre WikiLeaks en 'El País'
Cabe recordar que Julián Assange y WikiLeaks pidieron activamente a la dirección de El País mi despido por publicar información sobre ellos. A Assange le busca Estados Unidos por espionaje. Son cargos presentados ante un juez. El fiscal Robert Mueller le ha acusado de colaborar con el espionaje ruso. También le expresé a la directora mi preocupación por que pareciera que estuviera obedeciendo a una organización como WikiLeaks que comenzó con fines encomiables pero que ha sido acusada de injerencias y espionaje por varios gobiernos, incluido el de Ecuador, que retiró a Assange el asilo diplomático. Para mi sorpresa, tras mi salida, el juez Baltasar Garzón, abogado de Assange, comenzó a publicar tribunas sobre WikiLeaks en El País.
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