El lugar en el que reposan los restos de Franco cuenta con varias curiosidades históricas y al menos una leyenda urbana, la de que en el reverso de la lápida está esculpido el nombre de José Antonio Primo de Rivera, quien fue inhumado en 1959 en la parte delantera del altar de la basílica.
La lápida de Franco es de piedra blanca, pesa 1.500 kilos y fue extraída de una cantera de Alpedrete (Madrid) a la vez que la de Primo de Rivera. Así que ambas losas son idénticas. La mejor tallada fue la que se colocó encima de los restos de José Antonio -al que sólo se le cita por su nombre de pila- y la otra, quedó arrumbada y olvidada en un taller de canteros de la misma localidad.
El Caudillo nunca dejó por escrito su voluntad de ser colocado en el altar de la basílica, a pocos metros de la tumba del fundador de la Falange. Tampoco mencionó otro sitio. No fue hasta finales de octubre o principios de noviembre de 1975 cuando se produjo un giro radical en los preparativos del entierro.
Un arquitecto rompió el granito pulimentado del altar y se encontró, efectivamente, con un hueco que estaba lleno de tubos por los conductos del aire acondicionado que pasaban por allí
Seguramente fue el entonces presidente Arias Navarro -con el previsible beneplácito de Carmen Polo- el que decidió que Franco fuese enterrado en el Valle. Tras ello, se supo de la existencia de una segunda fosa en el altar de la basílica, de la que hasta ese momento no había ninguna señal en el suelo. Un arquitecto rompió el granito pulimentado del altar y se encontró, efectivamente, con un hueco que estaba lleno de tubos por los conductos del aire acondicionado que pasaban por allí.
A toda prisa y en total secreto, se desviaron las conducciones y se hizo un encofrado de impermeabilización con hormigón forrado en plomo. Además, se dieron cuenta de que el hueco sólo permitía la colocación de un féretro, por lo que años después Carmen Polo tuvo que ser enterrada en el cementerio de El Pardo-Mingorrubio, justo el sitio en el que ahora reposarán los restos de Franco.
Una vez localizada la lápida, se grabó en ella el nombre del finado (‘Francisco Franco’ -en este caso, el nombre de pila y primer apellido-) y se transportó a la cripta de Cuelgamuros, donde un equipo de técnicos de Patrimonio Nacional hizo varios ensayos de colocación, incluso la misma mañana del sepelio con la 'Operación Lucero', destinada a organizar el entierro, ya en marcha.
La leyenda que no fue
Existe una leyenda urbana de que en el reverso de la lápida de Franco está escrito "José Antonio Primo de Rivera", pero es falsa. “No está reutilizada porque nunca estuvo en otro lado. Eso sí, la lápida de José Antonio y la de Franco provienen de la misma cantera, de la de Alpedrete, si no me falla la memoria”, aseguró hace unos años Guillermo Garcinuño, uno de los operarios que trabajaron en la colocación de la lápida, a La Razón.
Gabino Abánades, el jefe del equipo de técnicos de Patrimonio Nacional que dirigió la bajada del féretro del dictador y la colocación de la pesada lápida, también confirma a Vozpópuli que en el reverso de la losa no hay escrito ningún otro nombre.
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