Reina en Génova la sensación de que el presidente del Gobierno se "está cociendo en su propia salsa" –palabras textuales en el equipo de Alberto Núñez Feijóo–, de que la baraka que ha acompañado toda la andadura política de Pedro Sánchez en algún momento, tan próximo como indefinido, llegará a su fin. ¿Los motivos? Varios, empezando por su extrema debilidad parlamentaria, pero sobre todo uno: los múltiples frentes judiciales que acechan las costuras de su partido, de su Gobierno y de su entorno. La Santísima Trinidad siempre mencionada por los dirigentes del PP para estrechar el cerco sobre Pedro Sánchez.
Fue la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, quien el martes, tras el doble varapalo que Junts asestó al Gobierno en el Congreso, generó un hype que el líder del PP no consolidó poco más de 12 horas después, durante su discurso de fin de curso en el Senado ante sus 144 senadores y 136 diputados –con él, 137–. "Las medidas que no anuncie en el día de hoy las reclamará mañana el presidente del PP, el partido que ganó las elecciones y el candidato que hace un año consiguió el mayor respaldo en las urnas. Y lo hará en nombre de la mayoría parlamentaria y social de este país", dijo Gamarra.
Fueron muchos quienes adivinaron en sus palabras de la 'número dos' del PP la posibilidad de una moción de censura. Algo que históricamente no ha salido bien España –sólo a Sánchez en 2018, la baraka– y que en el Génova descartan de plano. González perdió contra Suárez en 1980 (aunque dibujara una alternativa), Antonio Hernández Mancha [lea aquí su entrevista en Vozpópuli] contra González en 1987, Pablo Iglesias contra Rajoy en 2017 y Abascal contra Sánchez en 2020 y 2023; ésta última, con el nonagenario Ramón Tamames como presidente alternativo.
"La debilidad de Sánchez es compartida, y si perdemos una moción de censura es compartida", razonan en Génova. En ese contexto donde los siete diputados de Junts son el elemento que decanta la balanza hacia uno u otro lado, en el PP son conscientes de que nada tiene que ver el partido de Carles Puigdemont con la Convergéncia de Pujol. Habida cuenta del historial que atesora el expresident de Generalitat fugado en Waterloo, huelgan las explicaciones. Aunque el líder del PP sueñe con reconstruir esos puentes de entendimiento. También con el PNV. En definitiva, dicen en el entorno de Feijóo, "no tenemos los votos".
Los móviles del 'caso Koldo'
"No hay urgencia", es el mantra que reina en Génova, entroncando con la frase que inicia el artículo. "Nuestros movimientos en el ámbito político están ligados al ámbito judicial", confirman una rama de la estrategia de desgaste sobre Sánchez. "Esto no es un Gobierno, es un tinglado. Un tinglado pensado en la mera supervivencia de una persona", caricaturizó Feijóo el pasado miércoles. El líder del PP parafraseó lo que Aznar le dijo a González en el debate sobre el Estado de la nación de 1994: "Váyase".
Dentro de ese plan a corto y medio plazo, en la trastienda de Génova siempre aluden a una suposición que no verbalizan en público. "A ver qué pasa con el volcado de los teléfonos móviles del 'caso Koldo'", dicen sobre una casuística que podría generar nuevos quebraderos de cabeza en el Gobierno, donde las andanzas del hombre-para-todo de José Luis Ábalos (2018-2021) mientras fue Ministro de Transportes son una losa que sobrevuelan como un zepelín el Placio de la Moncloa.
No obstante, es la instrucción que el juez Juan Carlos Peinado está haciendo desde la Plaza de Castilla sobre Begoña Gómez la que ha marcado la agenda política desde hace cuatro meses. La mujer del presidente está investigada por presunto tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Y la negativa de Peinado a la solicitud de Sánchez de testificar por escrito no ha hecho sino ahondar en su situación, por la imagen, por lo comprometido. El juez tomará testimonio al presidente del Gobierno en la residencia presidencial.
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